XVI

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Irene

Hoy, después de días de ver tus ojos opacos, hubo un chispazo en ellos.

Cuando miraste a esa chica.

Al parecer te olvidaste de que yo estaba presente, porque no podías quitar tu mirada de ella, no podías dejar de mirarla con cierto dolor. ¿Te gustaba y no te atrevías a confesárselo? ¿Te había rechazado?

No me atreví a preguntar, no me atreví a llamar tu atención ni a reclamarte, solo atiné a fingir no haberme dado cuenta de lo que hacías y te dije que necesitaba ir al baño.

Tenía un nudo en la garganta y un peso en el pecho, cuando me miré al espejo mis ojos ya estaban un poco enrojecidos.

Nunca había visto a alguien que quiero mirar a otra persona de la forma en que quería que me mirara a mí, y ciertamente dolía mucho.

Quise convencerme de que solo me estaba imaginando cosas, que no había nada malo en mirar, que tal vez pensaste que la chica era guapa y eso era todo, sin embargo, tu mirada expresaba otra cosa, y no sabía si quería averiguar qué había detrás de esos ojos grises, que habían cambiado su color apenas la enfocaron a ella.

De gris y coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora