IX

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Gabriel

Estaba calculando cuánto tiempo me tardaría en leer uno de los tantos textos para las clases cuando sin querer te encontré de frente.

No esperaba volver a tenerte tan cerca, ni volver a mirarte a los ojos ni recorrer tus facciones. Tus labios seguían de ese color rosa que te queda tan bien, tus pestañas resaltaban tus ojos y el cabello lo llevabas trenzado, como solías hacer.

Me miraste sorprendida, por primera vez sin palabras. Tú siempre tenías algo que decir, pero ahora nada parecía querer salir de tus labios, o más bien tú, conscientemente, no querías hablar conmigo.

Por un momento extrañé esos momentos en que encontrarnos entre las largas jornadas de estudio era un regalo, solo un beso o un abrazo bastaban para darme ánimos para acabar el día y luego reunirnos para ir a comer, o si estábamos muy cansados, hacer llamadas que duraban horas. Sin embargo, apenas noté que esos recuerdos me presionaban el pecho, los alejé y me repetí que así era mejor, que tú y yo no somos compatibles.

Te hiciste a un lado y seguiste caminando, dejando tu perfume en el aire y una sensación de vacío que me costó un poco apaciguar. Por primera vez desde que te conocí no me dedicaste una sonrisa, y supe que todo se había acabado.

De gris y coloresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora