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Massimo sonrió de manera felina al escuchar sus palabras, con agilidad deslizó las prendas que cubrían a la chica las cuales terminaron en el piso.

Las grandes manos del empresario sostenían la tersa piel de la joven con fuerza. Con sus labios arrebataba los suspiros de la menor, quien con sus manos se había anclado al cuello de Massimo. Su cuerpo hacía movimientos ondulantes, frotándose con deliciosa cautela sobre el hombre.

El traje de Massimo poco a poco había terminado junto a la de la joven. Su piel curtida había sido expuesta. Rose notó que tenía diversas cicatrices sobre el torso, una de ellas justo al centro, más notable que el resto mostrándose blanquecina en contraste a su morena piel. Se preguntó por qué no las había notado antes, quizás porque nunca lo había visto realmente, quizás porque para ser justos, ella tampoco había sabido querer a Massimo bien.

Rose con labios húmedos e hinchados por la presión se inclinó un poco, lo suficiente para posarlos sobre la cicatriz y depositó un beso sobre ella de manera obscena sin dejar de ver los ojos de Massimo.

El mayor la tomó de la cadera y la alzó un poco, provocando que por inercia la menor terminara acostado sobre la base de madera. Se inclinó, como haciendo una reverencia y comenzó un camino de besos desde el muslo hacia la entrepierna de la joven, mientras de manera simultánea descaradamente una de sus manos se elevaba hacia el redondo y suave seno de la fémina.

La respiración de la menor se agitó, la fría madera en su espalda contrastaba de manera deliciosa con lo caliente que era Massimo con la cabeza entre sus piernas. Su espalda se arqueaba y empujaba su pelvis de manera lenta y pausada contra la boca del mayor, sintiendo el paraíso oculto en los labios del hombre.

Rose gemía necesitada, pidiendo más contacto, encantada por la fuerza con la que su piel era avasallada.

Casi poética la manera en la que el hombre acariciaba su feminidad de manera lasciva con su lengua profana, saboreando cada centímetro de su niña, de su Rose.

Y sin anticipación, de manera repentina se sintió llenada por el miembro del mayor y soltó un largo gemido perdida entre el dolor y el placer. La menor se volvió a anclar con sus brazos al cuello de Massimo y posó todo su peso sobre él, enrollando sus piernas alrededor de la cadera del mayor, subiendo y bajando de su miembro cada vez con más rapidez.

De manera voraz la menor se apoderó de los labios del empresario, con gemidos guturales que comenzaban en su garganta y continuaban en la de Massimo. Veía fijamente sus ojos obscuros, perdiéndose en el abismo que era, sintiendo que entraban en su alma y la escudriñaban hasta hacerlo suya.

Sintió el miembro de Massimo hincharse un poco, anunciando la devastadora presencia de su orgasmo explotando dentro de la menor envuelto en un gemido gutural. Y sentirse lleno fue lo único que necesitó la joven para ella también llegar al éxtasis, encajando las uñas en los hombros de su hombre.

Sus respiraciones agitadas comenzaban a ser profundas y Massimo ocultó su rostro en el cuello de la menor, oliendo su piel, su cabello, saboreando el dulce aroma de su niña recién cogida.

Y como dos figuras de mármol se mantuvieron por un tiempo en aquella posición, intentando recuperarse de la violencia de sus cuerpos colapsando.

Minutos más tarde se encontraban dentro de la tina del segundo piso, la cual era suficientemente espaciosa para ambos, pero habían ignorado deliberadamente el hecho y Massimo se había limitado a colocar a la chica entre sus piernas, con su pecho pegado a la espalda de la joven.

—¿Te enojó mucho lo que paso pasó con tu empresa?— preguntó la joven besando las heridas de las manos que el mayor se había provocado la noche anterior al golpear al hombre en el bar.

—Sí, pero tenía cosas más importantes en las cuales pensar

—¿Cosas como Alessia?

—Cosas como tú— rectificó provocando una sonrisa en la joven

—¿Y no estás preocupado? Laura me dijo que Torricelli Industries ahora está sobreviviendo como puede

El mayor sonrió y depositó un beso en la cabeza de la joven.

—No, construí mi mierda desde cero, sin ayuda de nadie, sé que puedo hacerla crecer en cuanto quiera, pero quiero arreglar todo antes de volver a comenzar.

—¿No has pensado en perdonar a Alessia y dejar todo atrás?

—No— respondió sopesándolo— necesito matarla

El frío recorrió la espalda de la menor, le asustaba la facilidad con la que el mayor hablaba sobre la muerte.

—Hoy no, pero... Algún día ¿Me contarías de tu pasado?

—¿Necesitas saberlo? — sopesó el mayor, confesarle las muertes que descansaban en su espalda representaba un riesgo potencial de perderla

—Sí — susurró la menor— necesito oírlo de ti— terminó acurrucándose en su pecho rodeada del agua jabonosa

—Te contaré todo— aceptó apoyando su frente sobre el cabello de Rose

Un teléfono sonó a la lejanía, Rose recordó su cita con Laura y se levantó del agua en un salto.

—Me tengo que ir— respondió con alarma secándose rápidamente —Tenía que comer con Laura

—Yo te llevo— respondió el contrario levantándose.

Ya en el auto Massimo tomaba rumbo hacia la casa de Rose. La menor ya había avisado a su amiga que irían a comer y estaba más tranquila.

—Tenemos que ser claros— inició Rose observando la ciudad desde su ventana —Mí tía no te quiere cerca, pero no estoy dispuesta a ocultarme de todos como en el pasado.

—Bien, ¿Y qué propones?

—Propongo no ser tu empleada, ni que tú seas mi chequera andante.

—Y eso significa...

—Significa que no voy a dejar que pagues por todo, si quieres algo de mí, mis condiciones son una relación de un 50-50. Si no quieres una relación, y lo tuyo es una aventura, lo siento, pero no quiero.— quería dejar las cosas en claro, y aunque parecía segura en realidad por dentro estaba temblando.

—Me parece bien, pero si tengo el dinero suficiente ¿Por qué no me dejas consentirte un poco?

Rose sonrió con dulzura, observando el perfil del hombre que se posaba a su lado, preguntándose qué había sido del escultor que había dado forma a tan caprichosa criatura.

— Porque esta vez quiero asegurarme de quererte por las razones correctas

—y ¿Cómo funcionará lo nuestro sin que Emma intente cortarme la yugular?

—Aún no lo sé... Pero necesito que ambos estemosde acuerdo en que esto es una relación.— la chica respiró profundo— Dime si loque sientes por mí es real, pero sé sincero esta vez. 

Azúcar En El InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora