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Las manos de Rose comenzaron a sudar ¿Irían a un lugar muy elegante? No diría nada pero... Vamos, ella no sabía utilizar cubiertos, los únicos lugares de comida que había visitado con tía Emma eran Burger King y Macdonald's y solo en ocasiones especiales.

—No te vas a desmayar aquí ¿Verdad niñita?

— ¿Qué? No— comenzaba a hiperventilar

—Dios, niña, parece que te va a dar un ataque— mencionó tomando la salida de la carretera para poder estacionarse en la acera y giró el torso, se quitó los lentes y la observó fijamente— ¿Quieres que te lleve de regreso con tu tía?

—No— se apresuró a decir— yo sólo... No estoy segura

El señor Torricelli sacó lo que parecía un teléfono del tamaño de su pulgar y una luz azul recorrió la anatomía de Rose en segundos.

—Esto—Massimo le dió el aparato a la chica— es algo en lo que estoy trabajando— pesaba más de lo que aparentaba, era de metal obscuro y en una de sus caras tenía una pequeña pantalla y en el costado tenía tres botones pequeños, lo sostuvo entre sus dedos y un chillido de escapó de sus labios cuando sintió un pequeño piquete.

—Esto... ¿Me picó?— preguntó observando que un ligero líquido había sido roseado sobre su dedo índice después del piquete. Repentinamente una voz femenina se escuchó por las bocinas del automóvil.

"Iniciando protocolo de prueba. Buen día señor Torricelli, la paciente en cuestión tiene un ritmo cardíaco de 100 latidos por minuto, y aunque se encuentran entre los parámetros normales considerando su edad y condiciones es un factor alterado, su presión arterial es de 130/85mm/dl lo cual está en un parámetro normal, pero también está elevado del óptimo, su glucosa capilar es de 80, estado óptimo, su temperatura corporal está elevada considerando que el aire acondicionado está prendido, también se percibe secreción de las glándulas sudoríparas sin haber practicado ejercicio o actividades extras.

Diagnósticos posibles: Ansiedad, miedo a lo desconocido, nerviosismo o excitación"

Rose tragó con fuerza ¿Había dicho excitación?

— ¿Que... Qué es eso?— Carraspeó Rose aún más nerviosa

—Rose, te presento a Sunday, la asistente de enfermería en la que estoy trabajando— tomó el aparato de entre los dedos de la chica y lo observó con detenimiento

— Sunday, por favor, repite los posibles diagnósticos posibles de Rose Monroe

"Claro señor Torricelli. Los diagnósticos posibles para Rose Monroe son: Ansiedad, miedo a lo desconocido, nerviosismo o excitación"

— ¿Y bien niñita?— preguntó guardando el aparato en su bolsillo— ¿Cuál opción es? Y lo más importante ¿Cuál es su causa?

—No... No... No lo sé señor Torricelli

—Rose— pronunció como si de una advertencia se tratase, pero en la cabeza de la joven resonó implícito "Sé que mientes, y soy la clase de hombre que lo averigua"

— ¿Cuáles son los diagnósticos?

—Ansiedad, miedo a lo desconocido, nerviosismo o excitación— su voz profunda y ligeramente ronca erizaron la piel de Rose— ¿Y bien?

—Ansiedad, miedo a lo desconocido... Quizás... — sus manos sudaban cada vez más, quería gritar "aunque quizás ahora también excitación"— quizás porque nunca he ido a comer a la clase de lugares que usted acostumbra... además véame — murmuró señalando sus desgastados jeans, calzado deportivo y una camiseta con un estampado barato. Bajó la vista hacia la punta de sus pies— y véase, con porte, elegante, con un traje que seguro vale más que la casa de mi tía, no nos imagino comiendo en el mismo lugar.

—Rose— Torricelli tomó la mandíbula de la joven con delicadeza y la elevó para fijar su mirada con la de ella, notó su barba perfectamente recortada y delimitada a, sus ojos, mirándolo con fuerza, como si estuviera eligiendo las palabras adecuadas, nunca lo había visto detenerse a pensar en qué decir— Si quieres podemos pedir algo simple en un lugar simple, quizás hamburguesas o pizza, pero quiero que te quede claro Rose; asistirás a lugares que solamente ves en televisión y quiero que comiences a ser parte de esta vida

—Se... Señor Torricelli— se alejó de Rose como si sus palabras rompieran la forma en que le sostenía

—¿A dónde quieres ir?— preguntó Massimo con una media sonrisa desde su asiento

—A donde usted valla— habló casi desesperada por su repentina distancia— Quiero que me lleve a su mundo señor Torricelli

—Bien— alzó una ceja evaluando a la chica y colocó su mano sobre su hombro comenzando a manejar. Y a pesar de que la piel de Rose ardía ante su contacto no se separó ésta vez, se limitó a dejarla ahí y apoyó solo un poco, casi de manera imperceptible su cabeza sobre su mano. Unas manos que ahora creía capaces de sostener el mundo entero.

Azúcar En El InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora