—Nos vemos pronto Laura— se despidió la joven Rose. La noche había caído y tenía que despedirse de su confidente.
El padre de la chica había llegado por ella para regresarla a su vida en Nueva York.
—Gracias por visitarnos— anunció Emma mientras la chica saludaba dentro del automóvil— Nos vemos pronto
Los pies de Rose se movían con nerviosismo, no estaba segura de querer decirle a Emma sobre Massimo.
—Emma...
—¿si?— la mujer acarició la cabeza de la joven con cariño
—Hazel, mi amigo de la universidad nos invita a cenar a su casa... Su padre quiere conocernos.
—¿Hazel?— preguntó la mujer intentando ponerle una cara al chico
—Sí, Copper, el chico que me ayudó a encontrar el aula el primer día de clases.
—Oh, ya, es un chico encantador, claro ¿Cuando?
—Mañana en la noche
Emma le dio una mirada reprendiéndola
—Debiste avisarme antes, tengo muchas cosas que hacer
—Puedo ir sola si no puedes
—Olvídalo, vamos juntas, si nos han invitado a comer no podemos ser groseras y rechazarlos
El resto de la noche transcurrió normal, Rose se había enfocado en hacer sus deberes escolares y había omitido lo más que podía el hecho de que ahora tenía un Massimo metido en la mente y el corazón.
Se preguntaba a sí misma ¿Cuánto podía soportar? Sería demasiado estúpido fingir que Massimo no había matado a alguien, había quemado a un hombre frente a ella, y no podía imaginar cuántos más pasaron por sus frías manos.
¿Había sido cruel? ¿Los había torturado hasta la muerte? ¿Había destrozado familias? ¿Cuántos chicos habían crecido sin padre como ella por culpa de Massimo?
Comenzó a temblar mientras realizaba un ensayo, le invadía la angustia ¿Estaba durmiendo con el enemigo? ¿Qué lo diferenciaba de Alessia? Repentinamente sentía que estaba a la mitad de un tiroteo, rodeado de personas peligrosas.
Tomó su teléfono y llamó a Torricelli, casi sin poder respirar, sonó dos veces y contestó.
—¿Massimo? — susurró, deseando que Emma no la escuchara
—¿Mi niña?— su voz, lenta y pausada, estaba ebrio
—¿Estás tomando?
—Yo... Solo para descansar un poco
—¿En dónde estás?
—En el hotel, estoy bien, sólo es para dormir.
— ¿Por qué necesitas tomar para dormir?
Se escuchó un suspiro pesado después de unos segundos de silencio
—Escucho gritos cuando intento dormir— A Rose se le acuaron los ojos y tapó su boca para no evidenciar el alarido que quería soltar —Te quiero cerca y te quiero lejos, por favor huye, escóndete hasta que mate a Alessia... Y después terminaré con esto.
La llamada se cortó. Rose estaba pasmada, no sabía cómo había llegado a esto; su parte racional le gritaba que tenía que hacerle caso, tenía que decirle a Emma que Alessia las había encontrado y esconderse por un tiempo hasta que Massimo la matase y después alejarse de todo el mundo Torricelli. Pero su corazón le suplicaba que no dejara a ese hombre, le decía que estaba demasiado dañado, que era bueno, que estaba sufriendo por sus errores y que ya había pagado su condena en vida.
Rose se levantó del escritorio, abandonando sus deberes. Salió de casa y tomó un taxi con rumbo al hotel en el que se hospedaba el empresario.
En el camino había querido abandonar la misión e irse a casa muchas veces, pero sentía que el cuerpo no le respondía, porque en algún lugar de la lujosa habitación había un Massimo solo, como tantas noches antes ahogándose en alcohol, intentando silenciar los gritos de su pasado.
Llegó al hotel y se ocultó hasta llegar al elevador, cuando llegó al piso de Torricelli tocó la puerta tres veces con fuerza. Un Massimo tambaleante abrió con ojos confundidos intentando enfocar a la joven. Olía a Whisky a un metro de distancia
—¿Qué haces aquí? Es noche— recriminó el hombre con voz grave.
—Tendremos que modificar nuestra cita ahora— murmuró entrando al lugar.
La habitación estaba casi intacta, sin embargo cerca del mini bar se mostraba como cuerpo del delito diversas botellas de diferentes alcoholes casi terminadas. Un vaso roto y sangre sobre el piso.
—Massimo ¿Esa sangre es... — calló su habla al ver al hombre con la palma de la mano ensangrentada, un gran pedazo de su piel colgaba de ella, se había desprendido— Por dios— La chica se acercó a él alarmada —Tenemos que ir al hospital
—No— se negó —puedo curarlo yo
—Esto no se arregla con una tirita adhesiva para cortaduras.
—La coseré
—No, no puedes ni enfocar mi rostro, no dejaré que toques una aguja
—Entonces cóseme tú
—No sé cómo hacerlo
—Yo te enseñaré, hay un botiquín en el baño.
Rose corrió al baño porque la sangre seguía saliendo sin piedad. En su regreso guió a Massimo hasta la cama y lo sentó en una esquina, ella se arrodilló frente a él para ver bien la herida.
—Hay un frasco azul que desinfecta, lo viertes, después un frasco café que cicatriza haces lo mismo, hay una sutura en una bolsa verde, tiene una aguja curva, une como puedas.
—Te va a doler— la chica tragó saliva, mareada por toda la sangre
—Tranquila, no duele
—Nunca he hecho esto, solo he cosido suéteres, a veces pantalones... No sé hacerlo.
—No tienes que hacerlo si no quieres, la sangre parará en algún momento
—Lo haré— decidió la joven colocándose alcohol en las manos para desinfectarlas, tomó la aguja curva que ya estaba unida con el hilo y comenzó a realizar puntadas. —Háblame sobre los gritos— pidió en un murmuro
—¿Qué?
—Los gritos, dijiste que tomas porque los gritos no te dejan dormir... ¿Cuando empezaron?
—Después de que quemé al hombre— respondió ignorando el punzante dolor en su palma
—¿Es la primera vez que los escuchas?
—No, pero pararon durante años. ¿Cómo supiste que yo...?— no podía continuar la frase "que yo había matado antes"
—Lo deduje— respondió haciendo un nudo con el hilo, había sido más fácil una vez superado el miedo de lastimarlo. —Pero aún espero que me cuentes la historia completa
—¿La historia?
—Sí, la versión en la que tú eres el bueno
—No existe tal versión, en todas el malo soy yo
Rose suspiró, cubrió su palma con algunas gasas y colocó una venda a su alrededor.
—Bien— besó con ternura los dedos descubiertosdel hombre— Estoy lista para escuchar tu verdad.

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Azúcar En El Infierno
FanfictionRose quiere entrar a la universidad, pero no tiene dinero suficiente para ello. Massimo Torricelli es millonario, y las bases de cada uno de sus centavos fueron construidas con sangre. Massimo se convierte en el mentor de Rose y paga su universidad...