Serie Chicas guerreras I.
⚽️ ¿Podrá él ser la luz que brille en su oscuridad? ⚽️
Venus es una futbolista de éxito. Delantera del equipo de fútbol femenino de la universidad, está muy unida a su familia y amigos. Aunque no todo es de color rosa en su...
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La última semana antes de las vacaciones de Navidad estuve muy liado.
Navidad era una época hogareña y familiar, de todas mi favorita. Me gustaba reunirme con mi familia, cenar entorno a la chimenea y abrir los regalos el día de Navidad. Me encantaba hacer regalos.
Adoraba la Navidad, pero era una temporada muy estresante: debía estudiar más —tendría los exámenes del primer cuatrimestre justo a la vuelta—, apurar los trabajos que me habían quedado para el final, terminar el reportaje que me había mandado mi jefe...
Hablando de jefes...
—Esto no me sirve, Maxwell —habló mi superior un par de horas después de haberle enviado mi trabajo. Se pasó la mano por la cara—. Mira, sé que puedes dar más. Necesito que esté al cien por cien. Odio publicar mediocridades y esto —señaló el artículo con la mano— lo es. Tienes hasta el dos de enero. Cuando vuelvas de las vacaciones, quiero tenerlo en mi mesa. A primera hora.
Genial. Menudo cabronazo estaba hecho. Me tocaba apechugar y comerme todo el marrón. Fantástico, más cosas que hacer. Como si no tuviera bastantes ya.
Rehice parte de ese artículo aquel jueves a la tarde. Si bien quería quitármelo cuanto antes, también quería demostrarle a mi jefe que podía con todo, que no era un inexperto en la materia.
No os voy a engañar diciendo que odiaba mi trabajo, porque eso es mentira aquí y en Pekín. Adoraba mi puesto, la gran oportunidad que se me había dado. Sí, mi jefe era muy cabrón cuando quería, pero tenía unos compañeros que valían oro. A veces, salíamos a tomar algo y nos poníamos al día de las cosas; otras veces, nos daba por hacer el tonto y grabar Tik Toks o simplemente subíamos stories de nuestras tonterías. Se habían convertido en una parte fundamental de mi vida.
—Tío, ¿por qué no nos vamos a tomar algo para despedirnos? No nos veremos hasta después de Año Nuevo —propuso Alex.
Neal, sentado a su lado, echó la silla hacia atrás y las pequeñas ruedas se deslizaron por el suelos de cerámica gris.
—Sí, por favor. Necesito una cerveza con urgencia. Trabajar tanto no es sano.
Había conocido a ese par gracias a que me habían asignado un lugar a su lado. Mi mesa de trabajo daba a una ventana y, junto a mi mesa, estaba la de Alex. Eran unos años más mayores que yo, pero no muchos más. Me llevaba genial con los dos.
—Secundo el plan. Dadme un par de minutos para que acabe el párrafo y podré dejarlo por hoy. No veáis las ganas que tengo de relajarme y de perder de vista al señor Scott.
Hunter Scott era nuestro jefe de sección, el cabronazo que a veces se pasaba de listo con los novatos.