Capítulo 31

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Capítulo 31

Menuda mierda

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Menuda mierda.

Eso no podía estar pasando. Estaba soñando, solo era una pesadilla, una...

Pero no lo era. La vida real era mucho más cruel.

—Se pondrá bien, tesoro. Ten fe.

Pero no podía tenerla. Miré a mamá sentada en los asientos de plástico del hospital. ¿Cómo podía estar tan tranquila en una situación así cuando yo apenas podía parar quieta? Pensaba en todas las maneras en las que podría salir todo ese desastre: que se quedara en un susto, que perdiera la pierna o que... muriera.

Tragué saliva.

«Por favor, que no sea nada», rogué en silencio.

—No puedo estar tranquila sabiendo que su vida pende de un hilo —objeté con los ojos llenos de lágrimas.

Me aterraba perderlo, que la vida me lo arrebatara al igual que lo hizo con mis padres. ¿Y si había algo mal en mí? ¿Y si solo era una señal divina?

Alejé esos pensamientos de mi mente tan rápido como habían aparecido. No, no debía pensar así.

—Eres una exagerada. No es para tanto. Lo ha dicho el doctor. Ten fe —repitió.

¿Cómo sentirla cuando a unas salas de distancia el chico por el que estaba perdidamente enamorada luchaba por su vida?

Me sequé las palmas sudorosas en mis vaqueros. Acto seguido, volví a mi movimiento constante. No podía estarme quieta.

—Ven, mi amor, siéntate a mi lado y cuéntame qué ha pasado.

Se me revolvieron las tripas y tuve que ir corriendo al baño para vaciar lo poco que me quedaba del desayuno. Solo de pensar en lo ocurrido, se me ponía la piel de gallina. ¿Cómo no me había dado cuenta de las señales? Desde el primer momento mi cuerpo y mi subconsciente me habían estado gritando la verdad... Solo que yo no había sabido escucharla.

¿Cómo no me había dado cuenta de que el asesino de mis padres había sido Avery, el rector de la universidad? Su forma de pronunciar mi apellido en cada clase, que sospechosamente me empezara a enfermar los días que tenía clase con él...

Me revolví el pelo con brusquedad.

Dios, qué tonta que era.

Vomité de nuevo al recordar el disparo, cómo Maxwell cayó como un saco al suelo, la sangre manchando el suelo. Me asusté, me asusté de verdad. Chillé a pleno pulmón y me lancé contra el hombre que durante tantos años me había acosado por las noches.

Había encontrado en la rabia el valor que necesitaba para seguir adelante.

Con un fuerte golpe lo tiré al suelo y le asesté tal patada en sus partes más nobles que estaba segura que no volvería a tener descendencia si es que la tenía. Cuando le quité el pasamontañas y por primera vez vi su cara, me dieron unas terribles ganas de vomitar. Todo ese tiempo lo había tenido delante de mis narices y yo sin saberlo. Ese ser asqueroso no se merecía mi bondad. Le habría asestado otro buen golpe de no haber sido por Destiny, quien me había separado. Un par de minutos después, la policía irrumpió en la escena y se lo llevaron.

Venus. Luz y oscuridad (Serie «Chicas guerreras» 1) (#PGP2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora