Capítulo 19

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Capítulo 19

La casa de Maxwell no era, ni de lejos, como me la había imaginado

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La casa de Maxwell no era, ni de lejos, como me la había imaginado. De entrada, era un edificio familiar de dos plantas de fachada blanca impoluta, con un garaje espectacular, jardín delantero vallado, un pequeño porche y una terraza en el piso de arriba. El caminito de grava que guiaba al interior de la casa estaba iluminado por unas lucecitas encantadoras.

Pero lo mejor de todo fue esa calidez que me embriagó nada más cruzar el umbral de la puerta. Toda la estancia era de estilo abierto, muy luminosa y fresca. Los suelos laminados de madera clara y la pared blanca decorada con cuadros preciosos y fotografías daban cierto encanto. ¡Dios mío! Nunca había visto una casa tan grande y tan bonita.

En el sofá, sentada de cualquier manera, había una chica unos años más joven que yo. Estaba viendo un programa en la gran televisión empotrada que tenían. En la mesa del comedor, cerca de la zona de estar en la que estaba la muchacha, había una mujer revisando algo en su ordenador portátil. Ambas parecían no haberse percatado de que acabábamos de llegar.

Aunque en cuanto Maxwell le plantó un sonoro beso en la mejilla de la mujer, se volvió y lo miró con los ojos relucientes.

—¡Me has dado un susto de muerte, cariño! ¿Cuántas veces he de decirte que dejes de ser sigiloso como un gato?

La risa de ese hombre provocó que la chica que estaba viendo la televisión embelesada se fijara en nosotros. Era preciosa. Con el pelo rubio trigo, esa piel tersa y ligeramente sonrosada, unos espectaculares ojos marrones y una mirada tan dulce como la miel, me quedé sin aire. Aunque pronto supe que la belleza la había sacado de su madre, que era una versión más madura de ella.

—¿Lo siento? —El tono meloso me derritió por completo. ¿Podía ser más mono?

—¿Quién es esta jovencita encantadora?

Los ojos aguamarina de la mujer me recorrieron con calidez. No me estaba juzgando, solo sentía curiosidad, como su hijo.

Esbocé una tímida sonrisa. Odiaba que mi lado más vergonzoso saliera a la luz en un momento como ese. Le extendí una mano.

—Soy Venus Turner, señora Bristow —me presenté con amabilidad.

—Nada de señora Bristow, cielo. Me llamo Eva y esa preciosidad que está repantingada en el sofá es Elise, la hermana pequeña de Max.

—Encantada. —Mi sonrisa se ensanchó. Había algo en las dos mujeres que me incitaba a confiar.

—Mamá, Venus es la compañera de la que te he hablado. Me va a ayudar con el trabajo de la señora Lorraine.

—Oh, ese trabajo. —Y nos miró primero a uno y luego a otro. ¿Por qué no me gustó ni un pelo la manera en la que nos estaba escrutando, como si supiera algo que nosotros no? Venga ya, ¿nos podía contar la broma?

Venus. Luz y oscuridad (Serie «Chicas guerreras» 1) (#PGP2021)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora