embarazo: 5 meses

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—Y entonces llegó, mi instinto fue golpearlo, ni siquiera lo hice tan fuerte...

—¡Le sacaste 3 dientes, Merle! —exclamó Felicity mirándolo fugazmente para después mirar de nuevo la calle —Daryl me dijo que te dejara ahí unos días más.

—Y al ser yo tu cuñado favorito no me pudiste dejar... ya te he dicho, si algún día mi hermano ya no te da placer aquí estoy —bromeó.

—Me siento muy feliz y satisfecha con tu hermano, gracias por la oferta.

Iban de camino a la cabaña, estaban de regreso de la comisaría del pueblo donde había estado retenido Merle Dixon después de una riña. Felicity había tomado los ahorros del mayor para poder sacarlo.

—Suéltalo —ordenó comenzando a fumar su cigarrillo —¿Qué me quieres decir?

—Fueron 200 dólares para tu fianza, y eso descontado porque el Sheriff es tu amigo

—¿De dónde sacaste el dinero?

—Ummm, de tu vaso...

—¡Felicity!

—Oyee, no sabía que hacer y entré en pánico porque tu hermano te quería dejar ahí y tienes enemigos en prisión y además necesito que estés en casa porque me siento sola cuando Daryl trabaja y... —comenzó a decir rápidamente, se tropezaba con sus palabras pero siguió —Y tú sobrino quería un helado, entonces agarré 10 dólares más.

—Olvida la oferta, ya no me quiero acostar contigo.

—Gracias a Dios —murmuró burlona.

Siguieron el camino a la cabaña en silencio, disfrutando sólo la compañía que tenían.

Era extraña la relación que habían formado en este poco tiempo, no se lo habían imaginado en un millón de años. A Merle le gustaba su carácter y como no se tomaba todo lo que decía en serio. A Felicity le gustaba la sensación de un amigo de verdad.

Al llegar ella dejó su bolso en la mesita de recibidor y fue directo al refrigerador donde sacó la cena para el día. En una hora tenía que ir por su esposo y quería dejar la comida preparada.

¿Se imaginan a Daryl Dixon lavando los platos o limpiando la casa? Pues deberían, porque era la vista que Felicity disfrutaba todos los días.

Después de aquella noche que llegó apestado a alcohol ella le dejó en claro que ella no era ninguna sirvienta y que los roles deberían sincronizarse. Ella hacía las comidas del día si él limpiaba al terminar, ella lavaba las ropas si él salía a tenderlas. Ambos hacían su trabajo.

Ella comprendía cuando su marido llegaba de una larga jornada de trabajo, al igual que él comprendía el cansancio del embarazo. Se complementaban bastante.

Después de haberse quemado el dedo y de haber dejado la comida preparada, revisó el reloj y maldijo al notar que era muy tarde.

—¡Merle, iré por Daryl la cena está preparada, no te la comas toda! —gritó estando en la puerta, rodó los ojos al no escuchar respuesta y salió apresurada.

Llegó al taller después de unos minutos, se bajó de la camioneta para pasarse al asiento de copiloto. Miró por la ventana para ver si su marido salía, pero nada.

Sacó su viejo celular y revisó los mensajes de texto que tenía con su hermana. Le mandó un buenas tardes acompañado de un ¿Cómo está mamá?, no espero respuesta y guardó el pequeño aparato, suspirando. Odiaba esperar.

Unos toques en la ventana de la puerta la hizo saltar. Bajó la ventana manualmente mirando a la mujer que estaba ahí.

Se miraba de algunos 36 años. Sus cabellos dorados le llegaban hasta los hombros y unas ondas muy bien hechas le hacían sentir un poco de envidia. Era muy bonita, ojos verdes, labios carnosos y pestañas largas.

𝒜𝓃𝓉ℯ𝓈 𝒹ℯ 𝓆𝓊ℯ 𝓉ℴ𝒹ℴ ℯ𝓂𝓅ℯ𝓏𝒶𝓇𝒶  ♡ daryl dixon ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora