𝒜𝓃𝓉ℯ𝓈 𝒹ℯ 𝓆𝓊ℯ 𝓉ℴ𝒹ℴ ℯ𝓂𝓅ℯ𝓏𝒶𝓇𝒶 ♡ daryl dixon ♡

embarazo: 4 meses

Felicity aplicaba el rubor en sus mejillas levantándolas cada vez que la brocha se frotaba en círculos. Ya tenía los ojos listos, las cejas y en un momento más aplicaría el labial.

Saltó del susto cuando escuchó la puerta del baño siendo tocada a golpes. Rodó los ojos guardando su brocha y sacando el labial rojo, aplicándolo con cuidado.

—¡Felicity! —gritó Merle del otro lado de la puerta —¡Me voy a mear!

—Pues asegúrate de no salpicar mucho.

—¡Felicity!

Guardó sus cosas con agresividad y tomó la bolsa saliendo del baño, haciéndose a un lado cuando su cuñado entró con rapidez, ni siquiera esperando a que la puerta fuera cerrada.

Frunció la nariz caminando a su cuarto, donde estaba Daryl cambiándose para el día.

Dejó las cosas en su cajón y caminó al espejo donde se puso de perfil, mirando su pequeño vientre. Había saltado hace unos días, no era grande, era apenas una pequeña pelota de tenis, pero que hacía diferencia enorme.

Y es que ya tenía 4 meses. Y también 4 meses de casada, y todo era bueno, más de lo que se imaginaba. Habían pequeñas discusiones, pero no pasaba de eso.

Ella no sabía lo que era dormir enojada con Daryl, o lo que era llorar por él mientras estaban en la misma casa. No tenía que encerrarse en el baño, o amenazar con irse por culpa de las peleas.

Hasta ese día.

—¿Por qué te pones ropa de taller? —preguntó ella, sentándose en la cama para ponerse los zapatos.

—¿Uh? ¿Por qué iré al taller, será?

—Sí, ya sé. Pero hoy se supone tienes día libre, iremos juntos al ultrasonido.

—¿A qué hora es la cita? —preguntó él, casi desinteresado lo que hizo molestar a Felicity.

—A las 10.

—Son las 8, llegaré al taller 8:20, termino ahí y voy corriendo al ultrasonido —informó, acercándose a ella. Se puso de cuclillas frente a su esposa y le robó un beso —Estaré ahí, Happy.

—Me enojaré mucho si no vas.

—No es necesario enojarte. Anda, vamos.

☆。*。☆。

—Felicity Dixon —llamó la recepcionista.

Felicity se levantó casi de golpe al escuchar su nombre. Caminó a donde la mujer cuarentona apuntaba y asintió en agradecimiento para después entrar al pequeño consultorio.

El ginecólogo se levantó de su asiento y se acercó a ella para darle un fuerte abrazo, el papá de Nate la quería mucho y la vio crecer. Todavía no se hacía a la idea que estaba hecha una mujer y que él atendería el parto de su primer bebé.

—¿Cómo estás, Amelia? —preguntó él indicándole donde sentarse.

—Muy bien —mintió, estaba que se moría de la furia —Hace unos días desperté y miré este intruso en mi cuerpo.

El ginecólogo rió asintiendo con la cabeza, tomando unas notas —¿Los mareos como van?

—Se han disminuido bastante, ahora sólo tengo muchos ascos —murmuró ruborizándose —No sabía lo tanto que odiaba el olor del shampoo de coco.

—Bueno, tendrás que acostumbrarte. Cuando Nelly estaba embarazada de Nate le daba asco el olor del limpia pisos.

—¿Cómo está él? —preguntó ella, inclinándose un poco para escuchar con claridad.