𝒜𝓃𝓉ℯ𝓈 𝒹ℯ 𝓆𝓊ℯ 𝓉ℴ𝒹ℴ ℯ𝓂𝓅ℯ𝓏𝒶𝓇𝒶 ♡ daryl dixon ♡

embarazo: papás

Felicity estaba aburrida.

Era fin de año y estaban en una de las fiestas que su mamá organizaba para la clase alta del pueblo. En años anteriores se intentaba divertir, pero ahora todo estaba siendo complicado pues su papá estaba intentando emparejarla con el chico de Nevada.

Ella estaba tratando de fingir que las platicas del chico acerca de su examen universitario le interesaban, pero la verdad es que le importaba un nabo si el examen estaba fácil o no. No era un tema divertido en una fiesta de fin de año.

El señor Luna los miraba desde la mesa principal, sonreía con una copa en su mano. Sus posibles futuros consuegros estaban sentados en la mesa con él mientras hablaban del futuro prometedor de su muchacho. Todo lo que Luna quería para su princesa.

—Es todo una dama —dijo el papá del muchacho —Se ve que están congeniando muy bien.

—Se ve que mi Amelia está encantada con el chico —dijo la señora Luna, bebiendo un poco de su vino rosado.

—Oh sí, no puedo esperar para el noviazgo universitario y después de eso los preparativos de la boda y los nietos —dijo la mamá del chico, con ojos soñadores.

—Supongo que irán a la misma universidad, mi hijo estará en la Georgia Institute of Technology.

—Esperamos que Amelia también, la preparatoria llegó a su fin y quiero a mi pequeña heredera en mi escritorio —dijo el señor Luna con los aires de grandeza bien marcados.

Felicity quería aventarle el vaso de ponche en la cara. Los rumores habían llegado a sus oídos acerca de la vida prometedora que el futuro les enviaba. Pero nadie en esa fiesta sabía que ella ya había escrito su vida con el amor de su vida, y que de ese amor nacería el bebé más precioso de todo Georgia.

—¿Podemos ir al patio? —preguntó el chico.

—Lo siento, hace frío mejor nos quedamos aquí —contestó ella de la manera más amable que le fue posible.

—Te prestaré mi chaqueta, no te preocupe...

—No, estamos bien aquí. Pronto será media noche y me dan miedo los fuegos artificiales —mintió, ella los amaba.

—Oww, como los perritos.

¿En serio la había comparado con un perrito?

—Claro —contestó levantando las comisuras de sus labios.

—Ven —insistió el chico levantándose de su silla, dándole la mano haciendo que ella suspirara frustrada —No seas impertinente.

—¡Te he dicho que no! —explotó, haciendo que el salón quedara en silencio, todas las miradas fueron dirigidos a ellos —¡Por Dios! Eres la persona más pesada que he conocido. Si quieres ir afuera lárgate tú. 

Los papás del chico estaban indignados, habían humillado a su único hijo frente a todos. No pudieron hacer nada más que levantarse de sus sillas con el mentón en alto y salir sin despedirse, con su hijo cabizbajo detrás de ellos.

Los señores Luna hicieron un gesto que Felicity rápidamente entendió y se levantó de su silla, siguiendolos a la parte de arriba.

Su papá cerró la puerta con seguro y esperó a que su hija se sentara. La mamá de Felicity tenía un extraño presentimiento de lo que pasaría. Conocía a su hija y se miraba como que iba a explotar, que les diría algo horrible. Lo sentía en su corazón. 

—¿Qué fue eso, Amelia? —preguntó su papá —Él estaba siendo amable contigo.

—Pues su amabilidad no me gustó.