Capítulo 35: Y mientras tanto...

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Un paisaje blanco se extiende hasta donde alcanza la vista. Si uno fuera capaz de caminar hasta el final de este paisaje lo único que vería sería una gran masa de agua, el mar. Sin importar que dirección tomara, el paisaje blanco no cambiaría hasta llegar al mar.

Aunque el color de paisaje remarca su pureza como tierra no explorada, en medio de esa blancura hay una sola persona que le quita dicho título. Se podría decir que esta persona es el primer ser vivo en pisar esta gélida tierra en mucho tiempo, esta persona es Tabitha.


Espíritu de agua

-has mejorado bastante.


Mirando a la chica tendida boca arriba en medio de la nieve como si de un cadáver se tratara está el espíritu de agua quien suelta esas palabras de manera desinteresada mientras flota a poca distancia del suelo.


Tabitha

-.....


La chica en cuestión no dice nada al elogio que recibió, tanto por no saber que responder como por no tener energía y aliento para hacerlo.

Pese al clima invernal en el que se encuentra ella apenas viste ropa los suficientemente abrigadora para un invierno suave, eso obviamente no es apto para el clima glacial que la rodea, aun así, su cuerpo está empapado en sudor. La fría nieve sobre la que está tendida junto con el frio viento es suficiente para hacer sentir a cualquiera como si un montón de cuchillas les rozaran la piel, pero para Tabitha es una sensación refrescante después de la sesión de entrenamiento que ha realizado.

Tabitha está tan exhausta física y mentalmente que si se descuida caerá dormida en donde está sin poder resistirse, desafortunadamente para ella, no se le permite tal lujo.


Espíritu de agua

-a este paso estarás lista para aprender magia real al anochecer, así que continuemos con el entrenamiento.


Después de que el espíritu de agua dice eso Tabitha se pone de pie y sujeta su báculo para continuar con su entrenamiento.

Sus músculos le duelen, pese al frio cada respiración que da es como si sus pulmones se quemaran y está tan exhausta mentalmente que no puede siquiera procesar que su mano se está moviendo hacia adelante con su báculo para conjurar un hechizo, un hechizo que ni siquiera sabe si está diciendo ella o alguien más, aun así, mientras sea capaz de usar magia, el espíritu de agua no la dejara descansar de su entrenamiento, el espíritu de agua, que no conoce el cansancio, la hará entrenar hasta desfallecer.

A lejos, en medio de ese paisaje blanco puro, varios pilares surgen del suelo en diferentes direcciones y se dirigen a ella a una velocidad abrumadora. El blanco de la nieve, junto con su agotamiento, le hacen imposible ver al frente durante mucho tiempo, aun así, sabe que la cantidad de pilares que se acercan a ella son; nuevamente, más que la vez anterior.

Tabitha canaliza su energía al báculo y se prepara para el ataque. Los pilares, que hasta hace poco eran una visión lejana, se acercan cada vez más. Tabitha continúa preparándose sin perturbarse. A menos de cincuenta metros ella ve los pilares de hielo de un bello color aguamarina acercarse a ella. La primera vez que los vio ella juró que, de hecho, eran gemas, que eran aguamarinas reales, pero ahora sabe perfectamente que ese no es el caso.

Los pilares de hielo, de más de 40 metros de altura, siguen emergiendo uno tras otro a una velocidad abrumadora, en menos de diez segundos están a escasos metros de Tabitha. Si no actúa rápido ella volverá a recibir el impacto de dichos pilares. Quizás sea mandada a volar decenas de metros al cielo, quizás se impacten con ella de forma lateral mandándola a volar hacia atrás, si no hace nada, ella volverá a sentir dicho ataque.

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