Desde hace varios días los soldados han intentado tomar una fortaleza ubicada a varios días a pie de Duvras, sin embargo, han fallado todas las veces. La fortaleza no es muy grande, pero sus puertas son sólidas y los muros son muy altos. Hay arqueros en las murallas y se pueden ver cañones saliendo de las paredes.
Incluso si el número de soldados dentro es igual o ligeramente menor al de los soldados de Tristain, es difícil para unos escasos cientos de soldados tomar la fortaleza. Aunque el comandante insistió en que se necesitaban al menos unos setecientos hombres para poder tomar la fortaleza sus superiores se negaron a darle más hombres, de igual forma le negaron las armas de asedio o magos de tierra debido a que todos estaban ocupados.
El comandante volvió a pedir refuerzos después de cinco días de asedio, pero nuevamente se le fueron negados. Su única salvación fue que más soldados iban a llegar dentro de unos días por lo que su petición seria tomada en consideración.
Varios días después llegó un mensajero informando que los refuerzos llegarían en un día o dos y que eran refuerzos mandados por la princesa que hace unos días acaba de llegar a Albión. Esto alegró al comandante pues, aunque hasta ahora no hubo bajas considerables, los soldados estaban comenzando a desanimarse. Las noches de invierno en tiendas de campaña son frías después de todo.
Cuando el comandante estaba planeando una nueva estrategia para atacar la fortaleza uno de sus soldados le informó que los refuerzos habían llegado, esto alegró al comandante, así como a los encargados de cada pelotón que estaban con él, pero cuando vieron que los refuerzos ni siquiera llegaban a diez personas el comandante se puso furioso, no solo el comándate, todos los ahí presentes estaban disgustados y pensaban que era alguna clase de mal chiste. Después de que las cosas se calentaran debido a los comentarios por parte de varias personas al final todo terminó en un duelo.
Soldado A
-apuesto a que no dura ni dos minutos.
Soldado B
-le estas dando mucho crédito ¡tendrá suerte si aguanta un minuto!
Tan pronto como se mencionó que Naruto; el niño que varios habían visto, iba a tener un duelo contra el comandante, su ayudante y los líderes de pelotón todos comenzaron a correr la voz y en el escaso tiempo en que Naruto y compañía estaban en la tienda de campaña ya había varios soldados buscando a comandante para confirmar los rumores. Cuando los rumores fueron confirmados todos comenzaron a ir detrás del comandante que se dirigía hacia el centro del campamento.
Soldado C
- ¿Qué opinas, crees que moje sus pantalones?
Soldado D
-no lo creo, quizás solo se quede temblando de miedo.
Cuando vieron al grupo de Naruto acercarse al centro del campamento las apuestas comenzaron a correr. No es que fueran crueles o algo parecido, solo estaban aburridos y buscaban cualquier excusa para distraerse y este duelo se convirtió en algo así como un entretenimiento gratis donde todos podían apostar y olvidarse del asedio por un momento.
Algunos apostaban cuanto tiempo iba a durar Naruto, otros si mojaba sus pantalones o no, otros apostaban quien de sus compañeros iba a detener el duelo, sin embargo, la mayoría de las apuestas fueron hacia la cantidad de ataques con la que Naruto seria derrotado.