Capítulo 4

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|Vacío|
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|Vacío|

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Edward

Vivía con un vacío constante en mi vida ahora al mirar a Bella ese vacío sólo crecía, cuando la conocí pensé que era la indicada me intrigaba el hecho de que no podía leer su mente y lo mucho que me atraía su sangre. Pensé estupidamente que ella era la chica que me perseguía en mis sueños unos ojos cafe tan profundos que me calentaba mi inexistente corazón, pero los ojos de Bella eran un simple café que no lograba nada en su ser. Se había aferrado a ella porque el estar cerca y contenerse para no drenar su sangre le hacia olvidar por leves momentos lo vacío y triste que se sentía, su piel cuando entraba en contacto con la suya lo dejaba más frío de lo que ya se encontraba a causa de su inmortalidad, pero en cambio esa imagen que hace unos días había llegado a su cabeza de una chica en vestido rojo que corría entre los árboles llamando a un tal Ced le había dado una paz y felicidad que se sentía en unas nubes sólo con volver a rememorar su hermosa risa.

Odió el momento en que Alice llevo a Bella a Italia para rescatarlo la había dejado porque no sentía amor por ella y cuando decidió morir por más que sonará egoísta no fue porque la creyó muerta, lo había decidido por el vacío inmenso que sentía y no encontraba la forma de sentirse mejor. La obsesión de Bella por su edad y querer convertirse lo estaba volviendo loco lo único que le hizo estar con ella era su calidez y si se volvía vampiro ya no habría nada que le gustase, ahora estaba con ella por la culpa que sentía por ponerla en peligro; los Vulturis querían que la convierta o mate y la loca de Victoria la quería muerta todo era su maldita culpa.

- No sirvió de nada, lo siento Edward.

Rosalie se sentó en el banquillo donde me encontraba tocando el piano. Había hablado con Bella hace unos días cuando salí de caza sobre sus motivos para no querer ser inmortal y habían pensado que si le contaban Bella renunciaría a querer ser una de ellos, su hermana si pudiera dejaría de serlo sin dudar y le molestaba que Bella se quisiera convertir sin siquiera detenerse a pensarlo por completo, esto era algo que no podías renunciar una vez hecho.

- Sabía que no lo haría, gracias por intentarlo. - exclamé resignado y comencé a tocar el piano.

- Te dije desde un principio que esa chica no era la indicada y no me hiciste caso.

- Pensé que eran tus celos nada más. - Ahora que lo pensaba bien, fui un idiota.

- Me gusta esa canción que estas tocando. ¿Para quién es? - Ros ignoró el último comentario.

Sólo con la imagen de los ojos color chocolate que a cada momento venía a mi memoria había compuesto una melodía, lo admitía era hermosa y única.

Fuego y Sangre | HP y CREPÚSCULODonde viven las historias. Descúbrelo ahora