CAPITULO 18

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Ante la voz de mi pequeña sobrina, el sobresalto no se hizo esperar. Tan rápido como pudimos, ambos recuperamos nuestra cordura y nuestras posiciones cambiaron por completo hasta levantarnos para ver qué era lo que la pequeña Rini necesitaba.

—¿Que pasa Rini?— le cuestioné al abrir la puerta.

—Tuve una pesadilla y extraño a mi mamá ¡Quiero dormir contigo!

—No querrás dejar solo a tu hermano ¿O si?— Seiya le hablaba intentando que ella regresara a la sala.

—No, pero quiero dormir con mi tía. ¿Puedo? ¡Por favor! ¡Tengo miedo!— Rini puso una mirada totalmente melancólica que nos derritió por completo el corazón.

—¡Claro que puedes!— le expresó Seiya mientras de una manera muy tierna le acariciaba la cabeza haciéndola sentir más segura.

—Pero... Seiya...— a decir verdad, yo tampoco quería que ella pasará la noche con nosotros.

—Tranquilízate bombón, tu duerme con ella y yo le haré compañía a Helios— en ese momento salió de la habitación y con ese característico gesto de agitar la mano de un lado al otro y guiñar el ojo nos deseo las buenas noches —¡Nos vemos mañana! ¡Que descansen!

Después de que lo que parecía una noche prometedora terminó en una velada llena de mimos y cariños, el sonido del teléfono de la casa me hizo levantarme.

—¿Hola?— respondí a quien se encontraba del otro lado dela línea.

—Hola, buenos días ¿Podría comunicarme con Seiya por favor?— una voz masculina era quien solicitaba la presencia de mi prometido.

—¿Quién lo busca?— pregunté curiosa ante la voz madura que acababa de percibir.

—Por favor, dígale que Tomoe quiere hablar con él.

Por unos segundos me quedé pensativa ante la duda de quién podría ser ese tal Tomoe, aunque mi concentración pronto se vio interrumpida presisamente por la voz de quién era solicitado.

—¡Que bueno que ya estás despierta Serena! Quería hablar contigo de lo que pasó anoche.

—No te preocupes Seiya, no pasó absolutamente nada, así que será mejor que dejemos las cosas así.

—No se qué me pasó, de verdad, yo no soy así. No quiero que pienses que soy el tipo de hombre que...

—Olvidemos el incidente. Todo está bien— al recordar la penosa situación de la noche anterior me olvidé por completo de la llamada telefónica hasta que Seiya se percató de que en mi mano sujetaba el auricular.

—¿Estabas hablando con alguien? ¡Perdón! No era mi intención interrumpir.

—¡Ah! ¡Es cierto! Esta llamada es para ti.

—¿Para mí? ¿Quién podría llamarme? Debe ser mi madre. Pensarás que soy un atrevido pero me tomé la libertad de anotarle el número telefónico de tu casa por si necesitaba algo. Disculpame por no consultarte, créeme que yo...— en ese momento lo que me dijo me dejó aún más sorprendida.

—Seiya, dime algo, pero sé totalmente sincero por favor ¿Tienes algún amigo al que le hayas dado mi número?

—Pues te sorprenderá saber que tengo algunos amigos, pero no los veo desde hace algún tiempo. De hecho, los volveré a ver hasta el día de nuestra boda. Les enviamos las invitaciones ¿Recuerdas?

—¿Y a alguien de la casa de juegos?

—No digas tonterías Serena, eso sería exponerte sin necesidad alguna— en eso tenía toda la razón. —No se a que vienen tantas preguntas, pero ¿Puedes comunicarme a mi madre por favor?

—Seiya, no me molesta en lo más mínimo que hayas compartido el teléfono con tu madre, pero quien te llama no es ella.

—¿De que estás hablando? Ella es la única con la que compartí un dato tan delicado como ese ¿Quién podría ser si no es ella?— con un poco de molestia Seiya me arrebató el auricular y lo coloco sobre su oído y su boca para disponer a hablar, pero antes de que él pudiera decir una sola palabra le revelé a identidad del hombre que deseaba hablar con él.

—Su nombre es Tomoe— aún no sabía quién era ese sujeto, pero la noticia lo dejó literalmente helado.

—¿Has dicho Tomoe?— me cuestionó con un poco de nerviosismo.

—¿Por qué te pones así? ¿Quién es ese sujeto?— de nueva cuenta, mi lado más curioso salió a flote.

—No es nadie— me respondió tajantemente mientras me entregaba la bocina.

—¿Cómo que no es nadie? ¿Por qué te pusiste así? Dime ¿Quién es?

—¡Ya te dije que no es nadie!— Seiya había comenzado a elevar su tono de voz.

—¿Y te pones así por nadie? ¡Mírate! No me mientas Seiya Kou. Si no es nadie ¿por que no atiendes la llamada?

—¡Porque no conozco a ningún Tomoe! es obvio que no voy a hablar con alguien que no conozco— con cada intervención mía él se alteraba más.

—Pues es evidente que él si te conoce. Anda, respóndele.

—¡Te he dicho que no!— en ese momento conocí a un Seiya que me era totalmente ajeno. Su furia había llegado a tal nivel que nuevamente me quitó la bocina y dirigió unas palabras al hombre misterioso —No conozco a ningún Tomoe, así que por favor no vuelva a molestar ¿Me ha entendido?— al terminar de hablar tomó el auricular y lo estrelló fuertemente contra la pared.

—Oye ¿Que crees que haces? No te metas con mis cosas. Te recuerdo que tú...

—¡Cállate Serena!— con un fuerte grito lleno de molestia interrumpió mi hablar —¿Por qué siempre tienes que ser tan tonta?

—¿Por qué están peleando?— con el calor de la discusión habíamos olvidado por completo que los hijos de Mina estaban aquí, y con nuestras voces elevadas habíamos terminado con el descanso de Helios quién al escuchar la discusión cerca de su improvisada alcoba se asustó y comenzó a llorar.

—¿Que hice?— Seiya se preguntaba para si mismo mientras tiernamente se agachaba para abrazar a mi pequeño sobrino y dirigirle unas palabras —Discúlpame, no era mi intención despertarte, es solo que llamó un extraño y no debemos hablar con gente a la que no conocemos ¿O si?

—Mi mamá dice que no hay que hablar con extraños— respondía el inocente niño.

—Ves, por eso me enojé un poco. Un señor al que no conozco quería hablar conmigo. Pero soy un hombre muy inteligente y no lo hice— tras esas palabras llenas de ternura, el pequeño logro quedarse un poco más tranquilo.

—¿Por qué no vas a despertar a Rini? Dile que se prepare porque el desayuno muy pronto estará listo— finalizó Seiya para alejarlo unos instantes del ambiente hostil que se había creado en la sala de mi casa.

—Sin duda sabes tratar con niños— le dije un poco molesta por su forma de actuar.

—Discúlpame tu también, es solo que cuando escucho es nombre me hierve la sangre. No soporto escuchar hablar de él.

—Pues no sé quién sea ese sujeto, pero yo no tengo la culpa de tus traumas infantiles— sin saberlo había acertado.

—Perdóname. Tienes toda la razón. No eres culpable de que ese señor nos haya hecho pasar por tantas penas a mi madre y a mí.

—¿A qué te refieres con eso?— le pregunté más que intrigada.

—A que estás en lo cierto. Es un trauma infantil. Ese sujeto que llamó, ese tal Tomoe es mi padre.

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora