El plan que Seiya había ideado, y al que yo había accedido, caminaba por un buen trayecto. Durante la siguiente semana a la presentación con mi familia las cosas transcurrieron muy rápido. Con el dinero que mis padres habían puesto a disposición de nuestro enlace teníamos la libertad de actuar y organizar toda nuestra ceremonia de la forma en que quisiéramos.
Pronto la pequeña lista de amigos y conocidos se extendió casi al doble, con lo que logramos reunir la fantástica cantidad de doscientos invitados, cosa que favorecía maravillosamente el verdadero propósito de este ficticio enlace, aunque para mí sorpresa el invitado número doscientos uno había aparecido en la lista.
—¿Quién es Sabio Black?— le cuestioné a mi prometido ante lo extraño del nombre.
—Es un viejo amigo mío— Seiya me respondió con un tono un poco cortante, incómodo y hasta nervioso.
—Pues mientras colabore con la causa está bien— le respondí sin pensar en nada, pues en ese momento solo me importó que ese sujeto nos enviara un gran obsequio.
Las invitaciones fueron entregadas de inmediato a cada una de las personas que asistirían, y casi enseguida, los transportes con los presentes que habíamos elegido un tiempo atrás en aquella fabulosa tienda comenzaron a llegar hasta la puerta de mi domicilio, hasta a que poco a poco mi desierta guarida se convirtió nuevamente en el majestuoso y cómodo hogar que alguna vez había sido.
Por fin, después de mucho tiempo, había vuelto a tener la comodidad de un agradable colchón y la suavidad de unos increíbles almohadones que me permitieron tomar el merecido descanso que hacía mucho no tenía.
Solo faltaba por hacer llegar a su destino la última de las invitaciones, la del misteriosos amigo de Seiya, al que pronto conocería y bajo unas circunstancias muy peculiares.
Todo esto que estaba sucediendo, agregado el hecho de que en tan solo siete días más conocería a la madre de Seiya me tenía muy nerviosa, tanto que no podía conciliar el sueño, y cuando apenas lo lograba, el más mínimo ruido o un simple involuntario movimiento de mi cuerpo lograba traerme de regreso a la realidad. Fue así como cierto día, a muy temprana hora, Seiya había logrado llamar mi atención al levantarse, no es que durmieramos juntos ni nada por el estilo, sino que al amueblar nuevamente la casa acondicionamos todo para que ambos compartieramos la recámara, yo en mi fantastico lecho y él en unas acojinadas, cómodas y cálidas colchonetas que cada noche colocaba al pie de mi cama.
Una mañana, Seiya comenzó a hacer algunos movimientos con los cuales había interrumpido mi intermitente descanso, aunque no quise darle ninguna señal de mi descubrimiento, simplemente me quedé quieta mientras él acomodaba sus utensilios de descanso, se daba una ducha y se marchaba intentando guardar el más completo de los sigilos.
Inmediatamente después de que Seiya salió de mi casa me levanté para seguirlo, no es que desconfiara de él, pero me intrigaba de sobremanera el saber a dónde se dirigía con tanto misterio.
Salí de mi casa casi enseguida de mi prometido, abordé un taxi y lo seguí mientras caminaba por la calle vacía, con mucho cuidado para evitar que notara mi presencia. Pronto el panorama y el ambiente alrededor comenzaron a cambiar, estábamos entrando en un suburbio considerado como zona de riesgo debido a los niveles de delincuencia que se registraban en ese lugar.
—¿Que vino a hacer Seiya aquí?— me pregunté un poco sorprendida, hasta que de pronto se detuvo frente a un edificio que se encontraba en un callejón un poco oscuro y solitario.
Seiya se colocó delante de la puerta principal y tocó.
—He venido a ver al Sabio Black— Seiya respondió al hombre que atendió su llamado, y en ese momento, desapareció de mi vista y fue conducido al interior del inmueble.
—¡Gracias joven! Aquí está bien— le hable al conductor y le pagué por sus servicios, aunque para mí sorpresa este se negaba a dejarme en tan sombrío lugar.
—¿Está segura señorita? Este lugar es un poco peligroso, podría pasarle algo— el joven intentaba hacerme desistir de mi idea pero mi necedad y mi curiosidad eran más grandes, por lo que le confirme mi desición y bajé para dirigirme a ese lugar en el que Seiya había entrado.
—He venido a ver al Sabio Black— afirmé tartamudeando un poco ante la imponente presencia de quién había atendido mi llamado.
—¿Quién demonios eres tú y para que quieres ver al gran Sabio? ¿Acaso eres policía? ¿Cómo sabes de su existencia?— el sujeto en cuestión me hacía un sin fin de preguntas mientras me sujetaba con fuerza por uno de mis brazos y me introducía al inmueble cerrando la puerta detrás de mi.
—No... Yo... Es que...— yo tartamudeaba sin concretar ninguna frase, realmente estaba muerta de miedo, no sabia qué pasaría con migo, y lo peor, seguía sin saber que había sido de Seiya. Por mi mente seguía la duda de lo que él había venido a hacer aquí, y en mi corazón, el temor de que algo malo le hubiera sucedido, hasta que de pronto escuché una voz muy familiar que había llegado para auxiliarme.
—¡Sueltala!— Seiya se dirigió al tipo que me mantenía sujeta. —¡No te atrevas a hacerle daño!— mi prometido había sido bastante tajante al lanzar esa frase autoritaria, tanto que quien me sujetaba de inmediato hizo lo que el pedía.
—¿Acaso la conoces Kou?— un sujeto un tanto extraño que se encontraba junto a Seiya había captado mi atención con esas palabras articuladas con una voz un tanto tenebrosa. Su presencia era imponente y misteriosa, con solo observarlo causaba un poco de temor.
—Ella es... Bueno... Es que...— Seiya no era capaz de articular una frase concreta.
—Te he preguntado que si la conoces, anda, respóndeme— mi futuro esposo se encontraba en una especie de shock, solo me observaba fijamente e inmediatamente dirigía su mirada hacia ese sujeto tan raro que le hacía preguntas sobre mi.
—Bueno Kou, en vista de que te has quedado mudo yo investigaré por mi cuenta— en ese momento me quedé completamente inmóvil, y unos nervios y un miedo inmensos sé apoderaron de tomo mi ser cuando ví al tipo acercarse hacia mí.
—Dime dulzura ¿Que estás haciendo en este lugar? ¿Que te ha traído por aquí?— realmente estaba asustada, pero un escalofrío recorrió todo mi cuerpo cuando al hablarme, el misterioso encapuchado me tomo de la barbilla. No podía ver su rostro debido a la gabardina que lo cubría de cuerpo entero, pero podía asegurar que me miraba fíjamente directo a los ojos.
—Ha dicho que venía a verlo señor— el tipo con el que había tenido mi primer contacto le dirigía esas palabras al acompañante de Seiya.
—¡Así que has venido a verme! Yo soy Sabio Black ¿En qué puedo servirte preciosa?— nuevamente había hechado ese tono sarcástico, cosa que me atemorizada cada vez más hasta el punto de ponerme a temblar.
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¿Y si nos casamos?
Fanfic¿Quién dijo que una boda no deja nada bueno? Serena Tsukino, enfocada cien por ciento en su desarrollo profesional está segura de que elmatrimonio no es importante en su vida, o al menos eso pensaba hasta el día en que la suerte parece haberle dado...