CAPITULO 22

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Es increíble como el tiempo pasa tan rápido. En un abrir y cerrar de ojos, los dos meses pactados para nuestro enlace habían llegado casi a su final. Esta mentira había llegado lo suficientemente lejos como para convencer a todos de un amor verdadero entre Seiya y yo, habíamos comenzado a recibir obsequios en especie y aún faltaban muchos más por llegar a nuestras manos el día de mañana. Así es, hoy en justo la última noche antes de la ceremonia.

Todo estaba preparado para una reunión con nuestras personas más queridas. Nuestros padres y amigos más cercanos estarían conviviendo con nosotros en una elegante velada que seguramente estaría llena de buenos deseos y felicitaciones.

La terraza de un lujoso restaurante de la ciudad había sido reservada y decorada para la ocasión. En el centro de la habitación sería colocada una mesa cubierta por un precioso mantel blanco con bordados en tono lila; las acojinadas sillas a su alrededor forradas en terciopelo hacían un juego perfecto.

En las esquinas se colocarían algunos macetones con hermosas plantas de interior, en la parte superior, una cálida y tenue luz amarilla nos alumbraría, haciendo un trabajo conjunto con pequeñas luces de led en el mismo tono decorando la superficie de las paredes, pero sin duda, lo más increíble era la vista que tendríamos. Detrás del comedor, una enorme puerta de cristal nos separaba del balcón desde el que fácilmente se podía observar toda la ciudad.

Me encontraba realmente nerviosa, la cita sería a las siete de la noche, pero yo había comenzado con mi arreglo desde cuatro horas antes sin saber bien qué hacer o por dónde comenzar.

Lo único que hacía era dar vueltas para un lado y luego para otro, me maquillaba un ojo y después seguía con el cabello, ahora intentaba arreglarme las uñas, y después de dos o tres, cambiaba nuevamente de actividad. Esto era un desastre hasta que escuché esa voz que tantas emociones me causaba.

—¿Serena? ¿Puedo pasar?— hablaba Seiya mientras tocaba la puerta de mi habitación.

—Sí, pasa— le respondí en medio de tanto desorden.

—¡Se...re...na! ¿Que sucede? ¿Está todo bien?— creo que se encontraba un poco desconcertado ante lo que veía.

—¡Por supuesto que no! ¡Nada está bien! ¡Mírame!— sin saber por qué, comencé a llorar, con lo que ocasioné que el único ojo que había mal logrado maquillar se despintara dejándome una gran mancha negra sobre toda mi mejilla izquierda, hasta que algo sorprendente sucedió.

Seiya se dirigió hacia el tocador y tomo una de mis toallitas faciales, caminó hacia mí, se agachó un poco para quedar justo a mi altura ya que me encontraba sentada y tiernamente comenzó a limpiar mi maquillaje.

—Ya no llores, mejor cuéntame ¿qué sucede?— me cuestionaba mientras seguía arreglando mi estropeado rostro.

—¡Estoy muy nerviosa! Solo quiero que esto salga bien. Por mis invitados no hay problema, pero quiero darles la mejor impresión a tus padres y sobre todo a ese amigo tuyo que llegará a la cena. En mi afán de tratar de hacer lo mejor solo lo heché a perder. No sé que hacer.

—¡Haz lo que mejor sabes hacer!— me dijo con una sonrisa muy linda.

—¿A qué te refieres?— le pregunté un poco ya más calmada y aún sin entender del todo lo que quería decirme.

—¡Solo sé tú misma!— ¿Ser yo misma? Creo que seguía sin comprender lo que me decía, aunque fue tal mi cara de boba que solo río un poco y continuo hablando —a eso es a lo que me refiero. No me interesa si te maquillas o si vas despeinada, si te colocas un hermoso vestido o llegas en pantuflas. No tienes por qué impresionar a nadie, y si tú intención es hacerlo solo sé quién realmente eres, esa Serena a la que yo conocí, irritante, temperamental, mandona y con cabeza de bombón.

Al menos en esta ocasión había logrado sacarme una sonrisa y tranquilizarme totalmente.

—¡Gracias Seiya!— le dije mientras impulsivamente lo abrazaba sin pensar antes de actuar. Creo que él nunca espero esa muestra de afecto, ya que le tomó algunos segundos reaccionar hasta que por fin, correspondió rodeándole con sus brazos por la cintura. —Son las seis de la tarde, será mejor que me apresure— le dije mientras el abandonaba mi habitación y me dispuse a terminar con mi arreglo.

Traté de apresurarme lo más que pude y en tan solo treinta minutos había logrado terminar. Justo estaba por salir de mi habitación cuando escuché la voz de Seiya llamarme.

—¡Bombón! Apresúrate, se está haciendo tarde.

Sin responderle, tomé mi bolso, me dispuse a bajar la escalera y justo al pie de esta pude verlo, de espaldas, con las manos en los bolsillos de su pantalón dando ligeros golpes a la alfombra con la punta de su pie en señal de impaciencia.

—¡Bombón! Apresúrate o llegaremos...— nuevamente me había llamado, pero sus palabras se detuvieron cuando al girar su cuerpo me observó fijamente. No quisiera adelantarme pero creo que quedó impresionado con lo que veía, y es que a decir verdad tenía una cara de tonto, sus ojos estaban fijos en mi analizando mi anatomía de pies a cabeza y su boca se encontraba totalmente abierta.

—¡Te vez hermosa!— sí, lo había conseguido, había logrado sorprenderlo. Finalmente terminé eligiendo un vestido en color rojo, sin mangas, justo a la altura de la rodilla, unas zapatillas doradas con un tacón no muy alto, un maquillaje bastante natural y un recogido con un pequeño flequillo de mi lado derecho. Aunque siendo sincera, él también me había dejado perpleja.

Seiya siempre vestía muy deportivo, usaba ropa cómoda, pants, playera y tenis, aún así, su atlético cuerpo hacia que todo le luciera muy bien, y esta vez no fue la excepción. Nunca antes lo había visto con este tipo de prendas, pero con ese traje gris oscuro lucía magnífico. Y que decir de su camisa negra, realmente parecía todo un caballero.

—¿Nos vamos?— le dije después de recorrer los escalones y llegar a su lado.

—¡Por supuesto que sí!— me dijo ofreciéndome su brazo para salir juntos de la casa y abordar un taxi que nos llevaría al lugar del encuentro.

Al llegar me sorprendí mucho. Cuando hicimos la reservación, me explicaron vía telefónica como sería la decoración, pero ya estando ahí y observándola de manera presencial podía decirse que era mucho más hermosa de lo que imaginé.

Todo parecía tan mágico, como si me encontrara en un sueño, pero por ahora, lo único que deseaba a corto plazo es que todo saliera bien, pues había algo dentro de mí que me tenía inquieta.

Una parte de conciencia me decía que siguiera adelante, pero mi razón y mi cordura me dictaban que detuviera todo en este momento.

¿Realmente sería una buena idea llegar a tanto? ¿Sería justo estarle mintiendo a todos?

¿Que debía hacer?

¿Y si NO nos casamos?

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora