CAPITULO 11

236 33 3
                                    

¿Y SI NOS CASAMOS?

CAPITULO 11

Sin duda alguna había disfrutado bastante la experiencia que había tenido hace unas horas, estaba feliz, algo dentro de mi me hacía sentir emocionada, es como si a lado de Seiya mis preocupaciones desaparecieran por completo. Esa manera suya de ser me contagiaba y le ponía un pequeño toque de diversión a mis días.

Después de la grandiosa sesión de embellecimiento a la que me sometí salimos del establecimiento para seguir recorriendo cada rincón del lujoso complejo comercial, hasta que por fin llegamos al lugar indicado, la tienda en donde colocaríamos nuestra mesa de regalos.

En el local había un sin número de artículos que servirían de mucho, sobre todo para llenar ese espacio vacío que figuraba en mi casa. Sin esperar un minuto más, Seiya y yo nos dispusimos a entrar y de inmediato llenamos un pequeño formato en el que se incluían todos los obsequios que deseábamos recibir.

—¡Quiero esa recámara!— afirmé cuando seleccione la que más me había agradado —ese conjunto de sillones— nuevamente había expresado con suma emoción. Así fue durante todo el recorrido por el interior del lugar, hasta que sin darnos cuenta teníamos un enorme listado que sin duda llegaría a las manos de todos aquellos a quienes invitaríamos a nuestro enlace.

Una semana había transcurrido, era viernes y yo tenía una cita en el juzgado para defender a Haruka Tenoh. Aunque me había costado mucho concentrarme con la presencia de Seiya en mi domicilio y los últimos acontecimientos que habían ocurrido a mi al rededor, tuve algunos espacios para idear el plan que nos llevaría a descubrir la verdad acerca de la acusación a la que mi cliente estaba siendo sometido.

Muy temprano me levanté y preparé mi arreglo personal. Opté por elegir un traje sastre en tono negro que delineaba toda mi figura y unas zapatillas del mismo tono con un tacón un poco bajo y discreto. Estaba terminando los últimos detalles de un maquillaje muy natural cuando de pronto fui sorprendida por un lindo gesto.
—Aqui tienes bombón, está caliente— Seiya me hablaba mientras señalaba una charola en la que se observaba una taza de café, una rebanada de pan tostado con un poco de jalea y un pequeño tazón con fruta picada. Estaba incrédula ante lo que veía, Seiya había preparado un desayuno ligero para mí.

—Gracias— me límite a decirle con un poco de rubor natural en mis mejillas.

—No hay nada que agradecer. El día de hoy es muy importante para ti, así que pensé que debías iniciarlo de la mejor manera posible. Por cierto, te vez muy linda— ese comentario había terminado por avergonzarme. Con cierta timidez solo le agradeci sus atenciones, desayuné y salí rumbo a mi destino.

Al llegar al recinto en el que se llevaría a cabo la udiencia observé que se encontraban todos los involucrados en el asunto. De un lado de la sala se encontraba la esposa de mi cliente en compañía de su hija y un joven al que yo no conocía, pero que de seguro era el amante de la mujer en cuestión.

Del otro lado, nos encontrábamos el señor Tenoh y yo, acompañándolo como su representante.

Después de un sutil interrogatorio en presencia de un psicólogo especializado, la joven Hotaru cayó en un sin fin de contradicciones, concluyendo en qué su madre había sido quien le había pedido que acusara falsamente a su padrastro.

Después de dialogar con mi cliente, él se negó a realizar alguna contrademanda, lo único que deseaba era poder tener la custodia de su hijastra, cuestión a la que los miembros del jurado no pusieron objeción alguna, pues el hombre había demostrado actuar como un verdadero padre desde que la menor llegó a su vida.

De inmediato, los medios de comunicación se hicieron presentes en la sala en la que nos encontrábamos para realizar los reportajes correspondientes. Sin duda, mi carrera estaba en un ascenso que no podía detener, ahí estaba yo, apareciendo en todas las notas, y eso me hacía muy feliz.

Volví a casa con una enorme satisfacción personal y profesional, pero también con una gran suma de dinero que no nos vendría mal ni a Seiya ni a mí. Al llegar, mi recibimiento había sido más que agradable. Seiya había preparado un banquete de comida y postres para celebrar mi triunfo. Debo decir que se me estaba haciendo costumbre eso de llegar a casa y que siempre hubiera alguien esperándome, de hecho, era algo muy agradable.

Después de pasar una velada llena de plática, comida, chistes y risas ambos caímos rendidos de sueño para prepararnos para el siguiente gran reto, la reunión con mis padres.

En cuanto el sol comenzó a asomarse ambos nos levantamos, nos arreglamos y emprendimos el camino.

Yo me encontraba un poco nerviosa ante lo que podría suceder, pero más ante la actitud o el comportamiento que pudiera tener Seiya, y es que aveces tenía cada ocurrencia que se podía esperar de él cualquier cosa.

—¿Que te pasa bombón?— me cuestionó mi falso prometido.

—Estoy nerviosa. Me aterra la idea de lo que puedan decir y pensar.

—Estoy seguro de que me amarán, no todos los días encuentras un sujeto como yo— Seiya comenzaba a hacer alarde de sus encantos y su exceso de seguridad y confianza. Eso era lo que realmente me tenía tan preocupada. Si el comenzaba a hacer bromas o a sacar el niño interior que llevan dentro seguramente todo sería un desastre. Quizá mis padres pensarían que era un error casarme con alguien así, o como siempre, compararían mis condiciones de vida con las de mi hermana.

—Basta Seiya, trata de comportarte, intenta ser lo más serio posible. Mis padres son muy conservadores y no creo que...— ni siquiera fui capaz de terminar de expresar lo que tenía que decir cuando escuché la emocionada voz de mi padre quien venía al encuentro de nosotros desde la entrada hasta el jardín de la casa en el que nos encontrábamos.

—¡Serena! ¡Hija! ¡Vi tu triunfo por televisión! ¡Aparecías en todos los noticieros! ¡Hace tanto que no venías a casa! Y ahora que lo has hecho no vienes sola ¡vienes con tu futuro esposo! ¡Qué día tan más alegre!— mi padre sí que se encontraba emocionado, no podía disimularlo. Después de darme un fuerte y caluroso abrazo de bienvenida, fue el turno de dirigirme unas palabras a Seiya.

—¡Muchacho! ¡Bienvenido a esta tu casa! De ahora en adelante considerate parte de esta familia, ahora serás como un hijo para mí y para mí esposa— vaya que la noticia de mi boda los había emocionado de sobremanera, pero hubiera sido mejor que mi padre no hubiera dicho esas palabras, ya que en ese momento, Seiya correspondió a todas las atenciones de mi padre con su ya clásico comportamiento.

—Bien, si soy como un hijo para ustedes, entonces dame un abrazo "papi"— y Seiya se abalanzó sobre mi padre ante mi mirada incrédula y en un cierto estado de shock.

—¡Seiyaaaaaaaaaaaaaa!— esta vez sí que quería asesinarlo.

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora