CAPITULO 17

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Después de despedirnos de mis familiares, Seiya y yo salimos en compañía de mis pequeños sobrinos rumbo a casa, esta sería la primera noche que ellos estarían bajo nuestro cuidado.

Durante mucho tiempo anhele este momento, aunque nunca antes se me había permitido. Todos creían que yo no era lo suficientemente madura y estable como para convivir con los hijos de Mina. Aunque esto nos lleva al punto de partida, de nueva cuenta estaba comprobando que la presencia de un hombre en mi vida le daba un valor diferente a mi persona. Gracias a la compañía de Seiya ahora era catalogada como una mujer responsable, capaz de cuidar de dos pequeños niños; por fin se me había dado la confianza de dejarlos bajo mi cuidado, y desde luego que iba a poner mi mejor esfuerzo para no defraudar a nadie.

La primera noche, los cuatro nos sentamos a la mesa, y después de una cena llena de risas y bromas todos nos preparamos para tomar el tan ansiado descanso que merecíamos después de un día llenos de emociones.

Cómo la única recámara realmente acondicionada para dormir era presisamente la mía, opté por colocar algunos almohadones y cobertores sobre los sofás para que los pequeños estuvieran lo más cómodos posibles, aunque el único inconveniente es que lo que usarían mis sobrinos eran los accesorios que Seiya ocupaba para dormir, aun asi, él no se opuso en lo mas minimo y accedio a acomodarse sobre la alfombra del suelo y a arroparse con apenas una ligera frazada. Después de cobijar a los niños y colocar sobre sus frentes un beso de buenas noches, Seiya y yo nos dirigimos a nuestra habitación.

Por alguna razón, esa noche hacia mas frío de lo habitual. Yo estaba disfrutando del calor que mis gruesos edredones me brindaban, pero en el suelo había alguien que no la estaba pasando bien.

-Seiya ¿Estás bien?- le cuestioné con un poco de preocupación.

-No te preocupes bombón. Estoy bien. No pasa nada ¡Soy un chico fuerte!

Ante esa declaración me quedé un poco más tranquila, o eso pensé, aunque mi compañero de dormitorio no dejaba de temblar producto de la baja temperatura que cada vez se acercaba más al cero en el termómetro.

-Seiya ¿Estás seguro de que te encuentras bien?

-Si bombón, ya te dije que no pasa nada, es solo un poco de frío, pero ya pasará.

En ese momento me incorporé un poco para quitarme de encima una de mis mantas y ofrecérsela a Seiya.

-¿Que haces Serena?- él me cuestionó al observar mi acción.

-Con esto te calentarás un poco- le respondí mientras le entregaba la frazada.

-Por supuesto que no la aceptaré.

-¡Pero estás muriéndote de frío!

-¡Por supuesto que no! Soy un hombre muy fuerte, ya te lo dije. Este frío no me hace ni cosquillas.

-Pues muy fuerte y todo pero estás temblando ¡Engreído!

-Si tanto te preocupo ¿Por qué en vez de darme una manta no me invitas a dormir en tu cama?- qué atrevido comentario había tenido ese hombre.

-¿Acaso estás loco? ¿Que te crees? ¡No me confundas! ¿Te crees muy listo no? ¡Aprovechado!

-¿Aprovechado yo? ¡Claro que no! Lo que yo creo es que tú tienes miedo.

-¿Miedo yo? ¿De qué?

-Si, eres una miedosa. Me tienes miedo- hablaba él con un tono lleno de sarcasmo y burla.

-¿Ah si? ¿Eso crees? Pues te voy a demostrar que no le temo a nada. Anda, ven y duerme aquí- me había molestado el hecho de que Seiya pensara que yo sentía pánico a su presencia, así que sin pensarlo lo invite a qué se recostara a mi lado.

-¿Ahora quién es la aprovechada?- me cuestionó con cierta arrogancia, pero yo tenía el ataque perfecto para contrarrestarlo.

-¿Ahora quién es el miedoso?- ante mi contraataque, Seiya no dudó en incorporarse, y de un salto rápido e imperceptible cayó sobre mi cama.

-Ni creas que vas a aprovecharte de mi bombón. No doy un chico fácil.

-No seas ridículo. Dices puras tonterías. Será mejor que te duermas ya- en ese momento giré mi cuerpo para dormir de lado, con mi brazo debajo de la almohada, pero por alguna razón no podía conciliar el sueño. Estaba segura de que a Seiya le sucedía lo mismo, ya que no dejaba de girar y tratar de buscar una posición cómoda.

Eran tantos nuestros movimientos que sin darnos cuenta, ambos estábamos boca arriba y con los ojos completamente abiertos.

-¿No puedes dormir?- le pregunté curiosa ante lo que podía responder.

-Por lo que veo, tú tampoco- fue lo único que ambos expresamos, ya que después de ello, guardamos total silencio.

A simple vista parecía estar muy tranquila, pero la verdad es que estaba totalmente nerviosa por la presencia de Seiya a mi lado y en una situación un poco incómoda. Tal era mi grado de inquietud, que no me percaté cuando los dedos de mi mano comenzaron a hacer movimientos sincronizados sobre el acojinado colchón; movimientos que comenzaban desde el pulgar hasta el meñique y que nuevamente recorrían el mismo camino pero en sentido contrario.

De pronto, mi mano se detuvo. El contacto con la piel de la mano de Seiya me había hecho parar de inmediato la acción de mis dedos.

No sé por qué motivo, pero la mano de Seiya comenzó a moverse hasta hacer contacto completo con la mía hasta que respondí y nuestros dedos quedaron entrelazados.

Recuerdo que no pude decir nada, mi única reacción fue girar mi cabeza para observar a ese hombre que tantas sensaciones me estababa causando, aunque para mí sorpresa, la reacción de él fue la misma.

Ambos teníamos nuestro rostro frente al del otro, nos mirábamos fijamente, solo eso pasaba, nadie decía absolutamente nada ni nadie hacía ningún tipo de movimiento, hasta que de pronto pasó lo inevitable.

Seiya me abrazó rápidamente y en una acción provocada por el momento, comenzó a besarme; para sorpresa de los dos, yo le correspondí.

Los besos y caricias iban y venían, y en tan solo fracción de minutos, el cuerpo de Seiya ya se encontraba sobre el mío aún sin despojarnos de ninguna prenda, pero justo cuando estaba por retirar su playera sucedió algo inesperado.

Alguien llamaba a la puerta de mi habitación para acabar con el improvisado momento pasional que estaba viviendo -Tía Serena. Tía Serena ¿Puedo dormir contigo?

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora