CAPITULO 4

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Mientras comenzamos a caminar, tanto Seiya como yo, compartimos un poco de lo que eran nuestras vidas. Sin duda cada uno de nosotros tenía unas circunstancias de vida diferentes, con nuestros propios conflictos, y creo que el compartirlos y expresarlos con confianza con otra persona que no nos juzgara nos liberó de un gran peso.

—¿Por qué te molesta tanto cuando te hablan de una pareja?— me preguntó mientras daba un paso tras otro con una pose un tanto extraña. Creo que le gustaba mucho caminar con los brazos detrás de su nuca. Eso era un tanto raro si me lo preguntan.

—Tengo treinta años, toda la gente que conozco que está en ese rango de edad ha formado una familia feliz y hermosa, incluso mi hermana. Mina es mucho menor que yo y tiene su precioso cuento de hadas.

—¿Puedo saber por qué tu no has hecho lo mismo?— me cuestionaba Seiya bastante curioso.

—Pues veras, tengo una próspera carrera, mi vida se ha enfocado por completo en lo profesional. No veo qué tiene de malo estar sola. Quizá muchos piensen que estoy amargada por eso, pero la realidad es que soy muy feliz así.

—Si me permites darte mi opinión, yo creo que si estás amargada— no podía creerlo, ahí iba una vez más, ese sujeto, a molestarme con sus comentarios burlescos.

—¿Y si soy tan amargada que haces conmigo? Deberías buscar a alguien que esté tan loca como tú— y ahí estaba yo comenzando a gritar una vez más.

—¡Espera! No te alteres. No lo hice con el afán de molestarte. Es solo que te enojas muy fácilmente por todo. ¿Acaso no lo has notado?

—¿Y tú? Para ti la vida parece ser un chiste ¿o me equivoco?— le respondí un tanto molesta y cruzando me de brazos al mismo tiempo.

—Nada de eso bombón, es solo lo que te dije el otro día, el preocuparme de más no solucionará nada mágicamente.

—Si, recuerdo que lo mencionaste el día que te golpearon. Por cierto ¿Cómo estás? Parece que mejor ¿no es así?

—Pues mírame, aquí sigo, vivo, así que creo que me ha ido bien— nuevamente hacia uno de sus chistes.

—¿Y puedo saber por qué te agredieron esos sujetos?— mi curiosidad comenzaba a denotar se, tanto que el payaso que mi nuevo amigo llevaba dentro, siguió saliendo a flote.

—Vaya ¿Así que si te importo? ¡Lo sabía! ¿Verdad que soy irresistible?— me habló quitando su extraña pose para acercar su rostro al mío mientras me guiñaba un ojo.

—¡Eres un presumido!— le respondí girando mi rostro para alejarlo del suyo. —Si no quieres contarme no lo hagas, estás en todo tu derecho de guardarte tus cosas para ti solo— terminé de hablar.

—¡Te estás enojando!— comenzó a reírse un poco y prosiguió a revelarme sus problemas. —Pues veras, les debo mucho dinero a esos hombres y no tengo cómo pagarles. Cada vez que intento solucionar las cosas me endeudo más y más y la cantidad de mi adeudo solo aumenta más y más. Digamos que la golpiza fue un aviso de lo que puede pasarme si no les empiezo a liquidar, pero aunque quisiera hacerlo, la suma es muy alta y me costaría años cubrirla.

—¿Puedo saber por qué les debes?— ahora sí estaba interesada en saber qué problemas tenía mi nuevo amigo.

—¡Ay bombón! ¡Qué pena contigo! Pero si quieres saberlo te lo diré, aunque no me siento orgulloso de eso. Tengo deudas de juego.

—¿Deudas de juego?— no lo podía creer, frente a mí se encontraba un apostador en potencia. —¿Cuánto les debes?

—Cerca de cien mil dólares— eso sí que me impactó.

—¿Pues cuántas veces jugaste? ¿Acaso no te das cuenta de que eso es una adicción bastante peligrosa?

—Lo sé, pero no puedo controlarme. Digamos que eso me viene de sangre. La primera vez que aposté gané y pensé que tendría buena suerte siempre, pero me equivoqué, la fortuna solo estuvo conmigo las primeras veces, las suficientes como para crear en mí esa adicción de la que hablas. Tiempo después, jugada tras jugada perdía, pero intentando recuperarme de mí mala racha volvía a hacerlo. Sin pensarlo firmé infinidad de pagarés, pero cuando llegué al límite me dí cuenta de que había endeudado hasta mi alma. Ahora me exigen el pago de lo que debo, pero desafortunadamente no tengo forma de hacerlo— así sin preocupación alguna solo se encogió de hombros en señal de indiferencia ante la situación que vivía.

—Por lo que vi ese día son tipos de cuidado ¿Que piensas hacer?

—Ya te lo dije, robaré un banco y les devolveré lo suyo, y con lo que sobre te invitaré a unas vacaciones de ensueño.

—¿Por qué siempre tienes que hacer un chiste de todo?— le pregunté ante su comentario absurdo.

—¿Aún no lo entiendes verdad?— además de apostador era demasiado extraño. —Ya te lo dije, piénsalo. El preocuparme no saldará mi deuda. ¿O si?

—Por supuesto que no, pero al menos deberías pensar en como hacerle para ir devolviendo el dinero poco a poco. Si no lo haces quizá vuelvan a acercarse a ti, y está vez podría ser peor.

—Ahora que lo pienso no te he agradecido bombón. Me salvaste la vida. Si ese día no hubieras llegado a mi auxilio quizá las cosas hubieran sido más graves. ¡Gracias!

—No eleves tu ego tan rápido, lo hice por solidaridad. Lo mismo que hice por ti lo pude haber hecho por cualquier otro ciudadano— en ese momento crucé mis brazos y coloqué un semblante de enojo, quizá ese tipo se estaba creyendo algo que no era.

—Vaya, y yo pensé que te habías enamorado de mí en el supermercado, en fin.

—¿Enamorarme de ti? No me hagas reír, ya te dije que el amor no está en mis planes, y si algún día me enamorara no sería de alguien tan antipático y presumido como tú.

—No digas tonterías bombón, cualquier chica estaría encantada de salir conmigo.

—Pues yo no soy cualquier chica, y deja de llamarme bombón— ahí estaba yo, una vez más comenzando una discusión sin un motivo sensato.

—Entonces deja de hacerte ese peinado. Ya no va con tu edad.

—¿Sabes que? muchas gracias por acompañarme, pero ya no necesito de tu molesta compañía. Esta es mi casa, tu servicio de guardaespaldas terminó— repliqué al tiempo que llegábamos a mi hogar.

—Que grosera eres, lo mínimo que me merezco es que me invites a pasar a tomar un café— ya no soportaba estar cerca de él. Mi paciencia había llegado a su límite.

No pude responderle lo que verdaderamente pensaba ya que en ese momento mi móvil recibía una llamada de Molly. —Serena ¿Estás lista para el sábado? Sé que te molestará lo que voy a decirte, pero será mejor que lleves a algún acompañante. Todas nuestras amistades estarán presentes y eres la única soltera del grupo. No quiero que comiencen a incomodarte.

—Bien, ya que no quieres invitarme un café entonces me voy. Cuídate mucho bombón, espero verte pronto— Seiya se despedía en el instante en que yo cortaba mi comunicación con Molly.

La petición que mi amiga me había hecho me había dejado pensativa, tenía que encontrar una compañía en tan solo dos días, no podía recurrir a mis amistades ya que todos estarían ahí en compañía de sus parejas, tenía que ser alguien que nadie conociera, alguien que impactara tanto como para ser digno de acompañar a la renombrada Serena Tsukino, así que deteniendo el andar de mi nuevo amigo solo me limité a decirle —Seiya ¿Qué planes tienes para el sábado?

—¿El sábado me vas a invitar mi café?— giró su rostro para cuestionarme una vez más con sus tontos comentarios.

—No— le respondí tajante y dándole otra opción —Pienso invitarte a una boda. ¿Qué dices?

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora