CAPITULO 10

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No podía creer lo que Seiya acababa de contarme, tenía escasos cinco días para planear la entrada triunfal a la residencia Tsukino, en la que seguramente mis padres, mi hermana, mi cuñado y mis dos sobrinos estarían reunidos para celebrar con suma alegría el hecho de que ahora mi vida estuviera junto a la de un hombre. No sabía de qué manera lo haría, pero está reunión tenía que ser lo más realista posible. Había algo en lo que Seiya tenía razón, si queríamos que este plan saliera como queríamos deberíamos actuar como si en realidad estuviéramos muertos de amor y tuviéramos un excesivo deseo por nuestra próxima unión.

Mi mente se encontraba llena de asuntos por resolver, nuestro plan, el caso de mi nuevo cliente y la estrategia que debía planear, y por si fuera poco, la reunión con mis padres. Sinseramente estaba a punto de desistir de todo esté embrollo, pero de pronto, llegó mi adorado prometido para llamar mi atención y sacarme de esa concentración que agobiaba mi ser.

—¿Que haces ahí acostada bombón? ¡Levántate! Es hora de irnos.

—¿A dónde?— le cuestioné sin ningún tipo de interés ni ánimo.

—¿Que te ocurre Serena? Veo que no estás de ánimos.

—Sinseramente no, me preguntó si de verdad está idea es tan buena como creemos— le respondí aún un poco decaída.

—¡Ay no! ¿No te estarás arrepintiendo verdad? Mira, hagamos una cosa, acompáñame y si después de eso decides que esto es un error entonces cancelamos el plan.

—Seiya, de verdad, no tengo ganas de salir a ningún lado.

—¡Créeme! ¡Te va a encantar!— me dijo mientras me guiñaba un ojo. Si lo veía bien era un poco atractivo, y de alguna manera siempre lograba sacarme una sonrisa. Su compañía era agradable, y debo confesar que desde que lo conocí mi vida había sido más emocionante. Era como un niño travieso en el cuerpo de un adulto, siempre sonriendo, siempre arriesgando, sin preocupaciones, como si de cierta forma supiera que todo a su alrededor estaría bien.

—Está bien— le respondí intentando no arruinar sus intenciones con mi aburrimiento.

Sin saber hacia donde iríamos abordamos un taxi que recorrió un gran tramo de la ciudad. De pronto el panorama comenzó a cambiar, los edificios a nuestro al rededor comenzaron a ser un poco más lujosos, mi semblante comenzó a demostrar emoción al ver qué nos encontrábamos en Ciudad Cristal, sin duda el territorio con el más alto nivel de vida de nuestra comunidad.

—¿Que estamos haciendo aquí?— le cuestioné a Seiya con una suma sorpresa tanto en mi rostro como en mi voz.

—Pues verás bombón, este es nuestro destino— me dijo mientras descendíamos del autotransporte y señalaba una enorme tienda departamental.

—¡Es el almacén "Milenio de Plata"!— exclamé con suma emoción. Seiya tenía razón, al acompañarlo hasta aquí seguro que continuaríamos con el plan. Esta tienda se especializaba en bodas, en ella podías encontrar desde los vestuarios que los novios portarían, hasta una interminable mesa de regalos de todo tipo.

La idea de una boda nunca antes me había emocionado, pero en esta ocasión mi opinión acerca de un evento de este tipo estaba por encima de lo normal.

Seiya muy amablemente me ofreció su brazo, sin duda debíamos comportarnos como la pareja feliz y emocionada que intentábamos aparentar. Entramos e inmediatamente un sin número de vendedoras se acercaron a nosotros para comenzar a regalarnos muestras de algunos productos como los que ellas ofrecían en los aparadores.
—¡Anda! ¡Déjate consentir!— Seiya me animó a ponerme en manos de las dependientas del lugar, y yo sin dudarlo acepté. Era una divertida experiencia. Por un momento me olvidé de todo y me dedique a disfrutar de un tiempo para mí. Creo que está era la primera vez en mucho tiempo que hacía algo que me regocijara tanto.

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora