CAPITULO 20

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Después de salir de visitar al reverendo, Seiya y yo salimos rumbo a casa. Ambos reíamos sin parar debido a la actitud de asombro que el hombre había puesto con nuestra discusió ¡Jajaja!

-¿Viste su rostro?- le cuestionaba a Seiya en medio de risas.

-Si, estaba muy confundido- él también se divertía tan solo de recordar.

-Quería que canceláramos la boda ¿Puedes creerlo?

-De ninguna manera bombón. Ambos saldremos de nuestros problemas con ese enlace.

Por alguna razón, sin darnos cuenta, mientras caminábamos sujetaba el brazo de Seiya como cualquier pareja lo haría. El recorrido de regreso era muy grato, hasta que al llegar a la entrada de mi domicilio toda la diversión y el intento de momento romántico que estábamos viviendo terminó de tajo al observar la presencia de un hombre que nos esperaba.

-¿Tu? ¿Que haces aquí?- Seiya se había alterado un poco al encontrarse de frente con ese hombre.

-Seiya, necesito hablar contigo.

-No tenemos nada de qué hablar ¡Vete!

La actitud que Seiya mostraba era muy hostil y esa voz definitivamente me resultaba familiar -¿Señor Tomoe?- le cuestioné solo para confirmar lo que ya sospechaba.

-¡Mucho gusto señorita! Yo soy el padre de Seiya.

-Serena, no familiarices tanto con este señor- en medio de su molestia, Seiya interrumpió el cortés saludo de su padre.

-Seiya, tal vez deberías escucharlo ¡Es tu padre!

-¡No me digas que hacer! No soy un niño pequeño- vaya que la presencia del señor Tomoe realmente alteraba a Seiya. -He dicho que no tengo nada que hablar contigo. No quiero escucharte ¡Lárgate!- en ese momento confirmé que el resentimiento que le tenía a ese pobre hombre era demasiado. Sería muy complicado que las cosas entre ellos se arreglaran.

-No me voy a ir hasta que me escuches- el padre de Seiya también tenía determinación.

-Pues entonces habla, y después de eso desaparece de mi vida, como hiciste hace años, solo que en esta ocasión hazme el favor de hacerlo para siempre- lentamente di algunos pasos retrocediendo un poco, no quería entrometerme, así que me coloqué a una distancia considerable para fungir solo como espectadora. Este era un problema que solo les concernia a ellos y por lo tanto, no debía entrometerme.

-Seiya, sé que no es fácil, pero necesito pedirte perdón. Comprendo te hice mucho daño con mi ausencia, pero yo también sufrí...

-¿Sufriste? ¿Tienes idea de lo que es el sufrimiento? Muchas veces nos quedamos sin un centavo para comer, pero eso no me detuvo. Cuando comencé a visitar las casas de juegos, más que por buscarte lo hacía por qué sabía que podía obtener dinero fácil. Las primeras veces gané, y evidentemente todo fue para sacar adelante a mi madre, pero fue tanta la emoción de los triunfos constantes que no me di cuenta de que me había convertido en eso que más odiaba; terminé como un jugador compulsivo igual que tú. Llegado el momento solo me importaba jugar una y otra vez, de alguna manera disfrutaba la adrenalina que me producía cada partida, hasta que comencé a caer en una temporada muy mala; perdía y perdía y aún así no paraba de apostar, fue entonces cuando comencé a solicitar préstamos, hasta que terminé con la soga hasta el cuello. En poco tiempo ya debía hasta mi alma- después de tantos años de recelo guardado, Seiya por fin había podido desahogarse.

-Es por eso que he venido a buscarte, deseo enmendar mi error- el señor Tomoe tomó de su chaqueta un sobre amarillo y extendió su mano para entregárselo a mi prometido.

-¿Que es eso?- Seiya se encontraba un poco confundido ante la acción de su padre.

-Es la ganancia de mi última jugada, la guardé especialmente para dártela un día y creo que este es el momento indicado. Tómalo, con este dinero podrás saldar tu deuda y librarte de ese episodio de una vez por todas- vaya, ahí estaba la solución para todos los problemas de Seiya, aunque al no haber un motivo para casarse conmigo quizá nuestro compromiso se rompería. Aún así, si eso sucediera, estaría completamente feliz por él y me quedaría con el recuerdo de todo lo que hemos pasado juntos.

-Puedes quedártelo ¡No lo quiero!- ¿Que? ¡No lo podía creer! Seiya estaba rechazando la gran suma de dinero que su padre le ofrecía.

-¿Que dices hijo? Con esto podrás resolver todos tus problemas económicos- el señor Tomoe trataba de convencerlo pero todos sus intentos eran inútiles.

-Te he dicho que no lo necesito. Saldaré mis deudas por mis propios medios.

-Entonces úsalo para cubrir los gastos de tu boda.

-No, gracias. Los padres de Serena ya se ofrecieron para eso, incluso ya nos adelantaron un poco de dinero para cubrir algunos preparativos. Así que como puedes darte cuenta, no me hace falta.

En ese momento, la reacción de Seiya fue dejar a su padre ahí, para adelantarse a la casa. Yo no podía hacer nada para ayudar a ninguno de los dos, así que solo me despedí del señor Tomoe y le ofrecí una disculpa a nombre de Seiya para dirigirme también a mi hogar. Sentí una gran pena por ese hombre que solo trataba de ganarse el perdón de su familia, aunque en el fondo comprendía esa actitud que Seiya tomaba.

-¡Que bueno que han llegado! ¿Cómo les fue con el reverendo?- cuestionaba mi madre al percatarse de nuestra llegada.

-Pues para ser nuestra primera reunión no estuvo tan mal. Arreglamos algunas diferencias- le respondí mientras Seiya solo observaba por el ventanal a su triste padre alejarse por la calle.

-Y ¿Quién era ese hombre con el que platicaban?- preguntaba el curioso de Helios.

-¿Hombre? ¿Cuál hombre?- Seiya trataba de fingir que no había hablado con nadie.

-Te ví por la ventana tío Seiya. Estabas con un señor muy extraño- no era nada fácil engañar a mi pequeño sobrino.

-No era nadie importante, era solo un señor que pedía algo de dinero para comer.

-Mamá dice que debo estudiar para ser alguien en la vida- agregaba el pequeño.

-Así es, algún día estarás en la universidad y serás un profesionista muy importante así como tu tía Serena- por alguna razón, Seiya siempre sabía que decirle a los niños, y esa caricia que le hacía en la cabeza al niño lo hacía ver tan tierno.

-Tío Seiya ¿Tu fuiste ala universidad?

-Me hubiera encantado, pero desafortunadamente no tuve la oportunidad- respondió mi prometido.

-Pues mi hermana y yo tampoco tendremos esa suerte.

-No digas eso Helios, ya verás que cuando crezcas te inscribiras en una de las mejores universidades- Seiya trataba de animarlo, pero la declaración que el pequeño haría a continuación nos dejaría completamente helados.

-No, nunca podremos ir. Mi papá no gana lo suficiente como para pagar esos estudios. La única forma para seguir estudiando era el fondo de educación que los abuelos guardaban, pero ahora con eso pagarán su boda.

¡No lo podía creer! En medio de todo este embrollo en el que teníamos planeado nuestros propios beneficios nos habíamos olvidado por completo de la gente a nuestro alrededor. Sin pensarlo habíamos dañado a gente inocente.

Cuando mis padres se ofrecieron para pagar la boda nunca nos detuvimos a averiguar de dónde provenía el dinero, solo lo aceptamos y muy cómodamente estiramos la mano para recibirlo. Definitivamente me sentía como una basura, aunque por lo que pude observar, está situación también había causado la misma sensación en Seiya.

-No te preocupes Helios. Te aseguro que tú y tu hermana continuarán con su preparación académica- Seiya hacia una declaración que me dejó un poco desconcertada, pero fue más preocupante su reacción final.

Sin decir más palabras que -ahora vuelvo- salió corriendo rápidamente de la casa.

-¡Seiya! ¡Seiya! ¡Espera! ¿A dónde vas!- sin obtener respuesta alguna a mis llamados solo pude observarlo por el ventanal atravesar la calle y perderse en medio de ella mientras corría con desesperación.

¿Y si nos casamos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora