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Capítulo 10

Volvimos a ser amigos, pero eso no significaba que todo fuera color rosa, pues yo ya no era la misma Ryu Mai de 15 años que habías conocido y sinceramente desde que Felix terminó conmigo, yo cambié bastante.

— ¿Cómo es posible que seas tan inteligente y que tus notas sean tan malas? — preguntaste al ver mi boletín. Hablábamos entre los dos mientras esperábamos a Sana.

— Simple, pongo atención en clases pero no he sido muy responsable con mis tareas — respondí con bastante tranquilidad.

— Ja, hace un año te habrías puesto a llorar por ver estás notas — dijiste de buen humor, te sorprendía ese cambio pero no estabas decepcionado de mí y eso lo agradecía un poco.

— ¿Nos vamos? — Sana llegó con nosotros acompañada de su característica sonrisa. Recuerdo que se hizo a tu lado y tomó tu mano. Ah, sentí tantos celos, pero los reprimí, era lo único que podía hacer en aquel entonces.

Nos encaminamos juntos hacia la salida del instituto, hablábamos entre los tres, era un ambiente agradable pero yo no me sentía cómoda. Esa era justo la situación que Yongbok me había ayudado a evitar. Ser tu amiga y la de tu novia no era tan agradable cuando tenía sentimientos por ti.

— Deberíamos ir juntos a ver esa película. ¡Hay que ir hoy! — propuso Sana.

— Mmm, me parece bien — estuviste de acuerdo, yo no lo estaba. Intenté pensar en una excusa rápida para no ir, pero no tuve que pensar demasiado porque justo en ese momento mi celular sonó.

— ¿Hola?... ¿Seungmin? — no voy a mentir, sentí escalofríos de la emoción. Sana y tú me miraban atentos.

— Si te volteas, de seguro me vas a encontrar — Seungmin dijo aquello al otro lado de la línea. Me giré lentamente y tal como él me dijo, lo encontré rápido.

Seungmin estaba a las afueras de mi instituto, usando el uniforme de su respectiva escuela y como era habitual en él, iba acompañado de su guitarra. Con gran emoción fui hasta él.

Sabía que no tenía ningún tipo de sentimiento romántico por Seungmin, pero sí me pasaba algo con él, era demasiado evidente para cualquiera. Seungmin era como una hermosa fantasía, un paraíso en el que te podías perder, Seungmin era como la tentación y quería caer en ella una y otra vez. ¿Se podría decir que lo deseaba? Sí, quizás era puro deseo y atracción física.

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Así me saludas? Vine desde muy lejos como para que no me des mi beso — Seungmin era un chico inteligente y caprichoso que tenía una apariencia tierna con la que podía engañar a todos, aunque en ocasiones sí era encantador; pero en realidad era un chico un poco misterioso, nunca podía suponer qué pasaba por su mente, una característica que tu también compartias.

Con un poco de nervios me acerqué a Seungmin para besarlo, no era que me intimidara el hecho de besarlo, me inquietaba el hecho de que Sana y tú nos estuvieran viendo porque sí, en ningún momento despegaron sus ojos de mi y en parte lo entendía, el concepto de persona solitaria que tenían sobre mí no era fácil de olvidar.

— ¿Ahora si responderás mi pregunta?

— Solo quería verte. ¿Estás ocupada? — tuve la sensación de que había algo más tras la extraña y repentina aparición de Seungmin ese día.

— De hecho, viniste a salvarme. Gracias por venir — le susurré y él me miró confundido.

— Mai... — me llamó Sana, ella aún no soltaba tu mano. Ambos se habían acercado a nosotros.