Capítulo 3

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Quizás me emocioné demasiado sobre mi cita con Yongbok. Tal vez se debía a que era la primera vez que iba a tener una cita o porque aún no me podía creer que un chico tan atractivo quería salir conmigo. No mentiré, quería impresionar a Yongbok, quería que quedara encantado conmigo, por eso me preocupé por un montón de detalles, detalles que no pasaron desapercibidos para ti.

—¿Por qué no te puedo acompañar a comprar ropa? —y ahí estabas persiguiendome a la salida del instituto, haciendo uno de tus berrinches.

—Porque sería incómodo —te repetí por enésima vez ese día.

—Necesitas de alguien que te dé una opinión sincera y ese alguien es Minho —querías acompañarme a como diera lugar. Sabía que lo hacías más por molestarme que por tener un verdadero interés en mis elecciones de ropa.

—Para eso está mi mamá.

—Mai, ¿en serio no puedo ir? —preguntaste con esa expresión que nunca podré sacar de mi mente.

Jamás olvidaré el puchero que me hiciste ese día. En general, tus pucheros me encantaban y recordaba cada uno de ellos, lastimosamente lo recuerdo todo con tanto detalle.

—Diviértete con Soonie, Doongie y Dori —te sonreí con maldad.

No me di cuenta en ese entonces, pero empecé a tener ciertas actitudes tuyas, quizás era por todo el tiempo que pasábamos juntos.

—No los volverás a ver —me amenazaste.

Así eras tú, podías pasar de estar bromeando a estar verdaderamente molesto. No podía quejarme, así me enamoré de ti y así decidí seguir a tu lado siempre.

En mi casa, en realidad nadie sabía sobre mi cita con Yongbok. Les hice creer a mis padres que tenía que reunirme con él por un proyecto escolar. Sobre la ropa nueva, sabes más que nadie lo mucho que mi mamá me rogaba para que yo vistiera con ropa linda, para que me viera más femenina, según ella. Aproveché aquello para comprar un montón de ropa y vestidos muy bonitos con la única intención de usarlos para citas porque sí, la idea no era tener una sola cita con Yongbok, quería que fueran más.

La ropa que usé tampoco era algo del otro mundo, pero considerando que fuera del uniforme solo solía vestirme con ropa para bailar o dormir, todos se habían acostumbrado a verme como un vagabundo, solo me veía decente y bonita con el uniforme. Pero no fue la ropa lo que te hizo sospechar, debido a que no la habías visto, fue el maquillaje el que te hizo pensar que yo te ocultaba algo o que estaba actuando extraño.

—¿Maquillaje? —preguntaste sorprendido.

Era fin de semana y yo había salido a comprar un montón de cosméticos. Cuando llegué a mi casa, tú estabas allí esperándome. Primero me reclamaste por no avisarte que iba a salir porque te había hecho perder parte de tu tiempo esperándome, luego te fijaste en la bolsa que traía conmigo y me la quitaste para ver su contenido.

—Sí, es maquillaje. Ahora dame eso —intenté quitarte la bolsa, pero fuiste más rápido que yo y la alejaste.

—Me habías dicho que no te gustaba y que usar maquillaje era estresante —me recordaste.

—Lo sé —me miraste con duda esperando una explicación—. Cambié de opinión, quiero probarlo por un tiempo —te mentí.

—¿Entonces ahora usarás maquillaje?

—Sí, acostúmbratey esta vez si logré quitarte la bolsa.

Tus manos se pusieron en mis mejillas y eso me puso nerviosa, en especial cuando tus ojos me analizaron de esa manera, es probable que tú hayas notado el sonrojo que aquella acción me causó.

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