1. "El día de las pruebas"

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Año 2400, Diciembre.
Siglo XXV
99 años después de la guerra.
Lo que alguna vez fue Estados Unidos.
Manhattan.

Es treinta de diciembre, el día en el que hacen las pruebas para ver a cuál nación perteneces según tu resistencia física, mental y espiritual.

Para mí, son bobadas, yo quisiera que esa estupidez no existiera, pero en fin, me gustaría estar en la nación Rojas, mis padres eran de ahí.

— ¿Vas a venir o me como tu pastel? — Me dice Tina, en teoría mi mejor amiga.

— ¿Podrías esperarte? — Le pregunto, riendo.

— Lea, ¿Podemos irnos ya? Tenemos que cortar el pastel y las pruebas están a nada de... — La alarma de las pruebas la corta.

— Al parecer no podemos comer pastel. — Me encojo de hombros, sonriendo.

— Te mataré. Anda, tenemos que ir. —  Dice ella, saliendo de mi habitación.

Mis padres murieron hace... cinco años, creo, y desde ahí, la madre de Tina decidió que yo fuese ir a vivir con ellas.

Eran sólo ellas dos, ya que Tina es hija única y su padre murió cuando ella estaba pequeña.

Nosotras a partir de los dieciséis años empezamos a vivir solas, en una casa en la capital, como todos los chicos de dieciséis.

Al principio sonaba divertido vivir sola con mi mejor amiga, hasta que llegaron los guardias y empezaron a vigilar cualquier movimiento que hacíamos, o simplemente nos mandaban a estudiar para las pruebas.

Luego de dos años seré libre de aquella tortura que era estudiar mental y físicamente.

Luego de cambiarme, salgo de mi habitación para encontrar a Tina comiéndose mi pastel.

Pero que abuso.

— Lo siento, tengo hambre. — Dice ella, llevándose un pedazo a la boca.

— Ya. — Le digo, sentándome a su lado, la verdad que no quiero comerlo.

No tengo hambre de tanto pensar en esas pruebas, lo último que quiero es comer.

— ¿No comerás? — Tina pregunta, acabando su porción.

-— No... No quiero. — Le digo, esperando que se levante para poder irnos.

Pero no, ella se queda mirándome.

— ¿Vas a moverte? Si llegamos tarde nos quedaremos a vivir por siempre aquí.

Ella parece caer en cuenta y se levanta con el plato en la mano.

Escucho unos golpes en la puerta, así que me levanto para ir a ver quién podría ser.

Es obvio que es el sujeto que nos ha estado custodiado por dos años.

— Deben salir ya. — Dice él, dentro del casco que lleva puesto.

Jamás he visto su cara.

— A eso íbamos. ¡Tina! — Volteo para verla y se está secando las manos con el pantalón.

— Listo, nos vamos. — Ella dice y sale de la casa.

Al salir, veo lo de siempre, los edificios que hace 100 años no eran así, estos son de tecnología muy avanzada, cortesía de la nación Azul, adoran construir cosas nuevas con tecnología que ellos mismos fabrican.

Los edificios altos y rectangulares desprenden una luz azulada, para que todos sepan que fueron los de azul.

El camino no es tan largo, primero haremos las pruebas de la nación Roja, luego las de la Azul y finalmente las de la nación negra.

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