8. "Hace Cinco Años."

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Año 2401, Enero.
Siglo XXV.
100 años después de la guerra.
Lo que alguna vez fue Estados Unidos.
Queens

- Esta será tu habitación. - Ferran abre una puerta negra y entramos ambos en la habitación.

Es hermosa, grande y espaciosa, tiene la cama cerca de unos ventanales, un sofá frente a un televisor, la cocina está un poco más allá, por lo que no puedo detallarla bien, si quiero, no vuelvo a salir de mi habitación, tengo todo lo que necesito aquí.

- Aún sigo intentando hacerme a la idea de que tienes un piso para tí solo, que eres dueño de este edificio y que estoy viviendo aquí. - Susurro, viendo los detalles negros, grises y blancos que hay por toda la habitación.

- Y que soy un asesino. - Insiste.

- Deja de decir eso. - Niego un poco.

- Lo que tú quieras... - Da unos pasos y se detiene a mi lado. - Bueno... Mi habitación es la puerta que está frente a la tuya, puedes... tocar cuando gustes. - Se encoge de hombros.

Pensándolo bien... Yo ya había venido a aquí, y el piso no parecía ser sólo de él... Habían personas caminando por el piso, como si no lo supiesen.

- Oye... - Tomo su muñeca para impedir que se vaya. - ¿Las personas saben que este piso es tuyo? Es decir... la otra vez que vine habían personas por aquí...

- El edificio completo es mío, aunque le exigí a Darek que quería el piso para mí, aún lo usan porque son demasiadas habitaciones y no las utilizo todas, pero nadie duerme aquí, excepto nosotros... - Ferran camina hacia el sillón que está más cerca y se sienta.

- ¿Y entonces para qué utilizan las otras habitaciones? - Frunzo el ceño.

Ferran sonríe un poco y se cruza de brazos.

- Dije que tengo un gimnasio aquí, también una sala de operaciones, una biblioteca... Cualquiera puede entrar y salir de esas áreas, aunque no pueden estar rondando los pasillos por mucho tiempo. - Se inclina hacia adelante y apoya sus codos en sus rodillas para apoyar su cabeza en sus manos.

- Interesante... Haces obras de caridad. - Asiento lentamente.

- ¿Quieres saber otra cosa? - Está totalmente centrado en mí, mis movimientos y reacciones a él y eso aterra, su mirada es... demasiado oscura.

- Yo... ¿Es verdad que las camas de las personas tienen sensores? - Recuerdo mi mayor duda.

Suelta una pequeña risa ronca antes de asentir, volviendo a apoyar su espalda del espaldar del sillón negro.

- Sólo las habitaciones que no sean de los instructores. - Explica.

- Es decir que la mía... - Señalo mi nueva cama.

- Sí. - Asiente él, sin pensarlo.

Nos quedamos unos segundos viéndonos, hasta que Ferran rompe las miradas al levantarse del sillón.

- Entonces creo que... me voy. - Pasa sus manos por sus pantalones repetidas veces.

- ¿Dónde hacen tatuajes? - Suelto.

Probablemente me arrepienta de lo que estoy por hacer el resto de mi vida.

- Quiero un tatuaje. - Digo.

Los pasos de Ferran se detienen frente a mí y como es tan alto y estoy en una silla de ruedas, debo levantar la cabeza para verlo.

- En mi habitación. - Se encoge de hombros.

- ¿Qué? - Esto sí que... ¿Eh?

- Tengo la máquina para hacer el tatuaje y los implementos... ¿Quieres que...?

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