Extra 5

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Ferran y Lea.

FERRAN.

Año 2396, Octubre.
Siglo XXIV
95 años después de la guerra.
Lo que alguna vez fue Estados Unidos.
Manhattan.

Le dije, por fin le dije.

Le conté todo hace un par de horas y me vine a mi casa, estamos en mudanza, Darek y Keila decidieron que nos mudaremos al Skyline Tower, por lo que ahora veo cómo personas sacan nuestras pertenencias en cajas.

Busco con la mirada a Darek, aunque no lo encuentro, estoy listo para contarle todo, para contarle que me enamoré de Lea, que... Por ella estoy de mejor humor.

Lea ilumina mi vida de una manera increíble, espero que estos días que me alejo para que piense, siga queriendo estar conmigo, aunque lo dudo muchísimo.

Encuentro a Darek unas horas después.

— ¿Podemos hablar? — Pregunto, nervioso.

— ¿Por fin me vas a contar por qué estás tan... Sonriente? — Se cruza de brazos, pongo los ojos en blanco.

— Estoy enamorado. — Suelto.

— Lo supuse, el tema es de quién, porque de nuestra nación no es, todos los días vas a la salida de la nación, pasas todo el día allá... Como si no tuvieses responsabilidades, Ferran.

— Ella es una responsabilidad. La más bonita responsabilidad que tengo. — Frunzo el ceño. — Es Lea, la hija de aquellas personas...

— ¿Qué? — Me interrumpe, no le ha gustado nada. — ¿Estás saliendo con una chica a la que le mataste los padres?

Quedo petrificado.

— Además, tiene cinco años menos que tú, Ferran ¿Enamorado? — Frunce el ceño él.

No sé qué responderle ni qué hacer.

Ya no quiero decirle que le conté a Lea lo de sus padres...

— Le contaste. — Concluye. — Por eso viniste a decirme, por eso llegaste temprano hoy. Le contaste, Ferran.

— Nunca puedes estar feliz por mí, te acabo de decir que me enamoré, que por fin vuelvo a sentir algo y tú me regañas...

— ¡Porque no tiene sentido!

— ¡Es normal cuando te enamoras! ¿Te sorprende? — Arrebato. Niego. — Sabía que nunca te habías enamorado.

Me giro para irme, pero algo me dice que no lo haga.

Me quedo a sus espaldas, esperando algo. Lo que sea.

— Sí me he enamorado, Ferran. Sólo que no de quién tú crees. — Es lo último que dice.

Yo asiento y salgo de la casa.

En una semana iré a ver a Lea.

Una semana después.

La veo a lo lejos, sentada en las escaleras de su casa, el lugar en el que siempre me espera cuando vengo a verla.

Suspiro, debo acercarme. Y eso hago.

— Hola. — Saludo, buscando su mirada.

Lea levanta su cabeza y me ve... Hay algo extraño en sus ojos verdes, no... No me ve como siempre.

Quizás es porque ha caído en cuenta de que asesiné a sus padres.

— ¿Hola? — Dice.

Vale, está muy molesta conmigo.

— Lea... Debemos hablar. — Me acerco un poco a ella y se echa para atrás, pero no tanto porque está sentada y su espalda choca con el otro escalón.

— ¿Cómo me conoces? — Ese tono frío aparece, como la primera vez que le hablé.

— Por Dios, Lea. No hace falta llegar a esto, sé que estuve mal...

— Es que no entiendo de qué me hablas. — Me interrumpe. — ¿Te conozco?

Frunzo el ceño, intentando comprender qué sucede y por qué su mirada no se ve igual.

— Soy... — Lo dejo al aire.

Quizás lo está haciendo para que la deje en paz y yo sólo estoy insistiendo.

Suelto un suspiro y me alejo un poco.

— Disculpa. — Susurro antes de irme.

Cuatro años después.

Año 2400, Diciembre.
Siglo XXV
99 años después de la guerra.
Lo que alguna vez fue Estados Unidos.
Manhattan.

Suspiro, hacer las pruebas con el único propósito de verla es la mayor prueba de amor que algún ser supremo me ha puesto en la vida.

Me gusta enseñar, pero en mi área, explosivos, los cuales odiaba con toda mi alma, por eso entré a ese campo, para conocer más de ellos.

Estar todo el día aquí, haciendo pruebas de fuerza y reflejos a otros chicos no es mi fantasía. Mi fantasía es verla.

Ver esos ojos verdes, ver si se acuerda de mí, ver qué tanto ha crecido y cambiado desde hace cuatro años que no la veo.

Voy a la mesa y escribo lo que he notado del chico que acaba de irse, Sethaia.

El chico que tiene un secreto que no muchos saben: mató al mejor amigo de su novia. Una historia loca y rara.

Sus vibras son muy... Extrañas.

Escucho cómo la puerta se abre, no me inmuto.

— Bien, los líderes han hecho una excepción, están atendiendo un tema importante, así que yo te haré tu prueba. — Empiezo a decir el mismo discurso que le doy a todo el que entra.

— Bien. — Me responde una voz de una chica.

— Mi nombre es Ferran. — Me enderezo y volteo a verla.

— El mío Lea. — Está de espaldas a mí, viendo todo a su alrededor.

— ¿Lea? — Se me escapa, estoy sorprendido, no pensé que el momento llegaría tan pronto...

— Sí, Lea. — Se voltea para verme, sus ojos... Dios, ha cambiado mucho, pero sus ojos siguen iguales ante mí desde la última vez que la vi: indiferentes.

Tengo que calmarme, no puedo hacerle saber que su presencia me... Destruye por completo la apariencia de seguridad.

— ¿Y si no quiero leer qué? — Suelto, sonriendo de lado

— Ha Sido un chiste pésimo. — Me dice y me vuelve a dar la espalda.

Ah... Lea y su actitud ruda desde el primer instante.

— Yo creo que ha sido genial. — Le pasó por un lado, poniéndome frente a ella.

— Bien. ¿Cuándo empezaremos esto? — Pregunta, que conste que lo pidió.

Siguiendo órdenes, lanzo un golpe a su cara, el cual esquiva.

— Ahora. — Respondo, esto me hace acordar cuando traté de enseñarle lo básico en una pelea.

Lanzo varios golpes y ella los esquiva, necesito que me devuelva los golpes para poder evaluarla.

— ¿Cuándo vas a lanzar un golpe? Me estoy cansando de esto. — Mi respiración comienza a agitarse, al igual que la suya.

Sus labios se entreabren y suelta un suspiro, me distraigo con ellos y cuando vuelvo a la realidad, estoy con su puño en mi mejilla.

Un buen gancho, diría su padre según ella.

— Bien, la prueba ha acabado. — Digo, bajando los brazos.

— Que bueno. — Me responde y se va.

Sonrío.

Sigue teniendo el mismo carácter, sigue sin verme como lo hacía, pero sigue siendo ella.

Las Tres Naciones ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora