Capítulo 1. Colapsar

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Capítulo 1. Colapsar

Londres, Reino Unido.

Bruno otra vez estaba metido en el mismo lío. La oficial de policía a cargo, una mujer de mediana edad, lo miraba como si estuviera invadiendo su espacio. No la conocía, evidentemente era una empleada nueva. Tenía cabello oscuro, ondulado, lentes con marco blanco. Lo miró por encima de ellos, altivamente. Luego fijó la vista en la pantalla plana de su computadora y acomodó los dedos de uñas azules en el teclado.

-¿Edad?

-Treinta y seis años - contestó de mala gana. ¿Para qué le preguntaba? Seguramente podía leerlo en su ficha.

-¿Modelo de auto?

-Audi Q5.

Ella lo miró a los ojos directamente.

-¿Estado civil?

-¿Eso qué tiene que ver?- saltó Bruno.

-Tiene el carnet vencido, señor Sullivan.- le recordó, indignada.

-¡Venció ayer, maldita sea! - se exasperó, temperamental.

-¿Cree que eso importa? Será multado, no estaba apto para manejar.

-¡Lo sé! Pero ¿para qué me pregunta mi estado civil? ¡Puede leerlo en el carnet! - dijo cabreado - ¿Cree que de ayer a hoy me casé? - ella bufó.

-Responda la pregunta, señor Sullivan...-dijo severamente.

-Divorciado.

En la mente de Bruno Sullivan, no dejaba de retumbar una frase. "Casarse de ayer a hoy", él era experto en eso, pero ya no cometería ese error garrafal nunca más en su vida. Tenía apenas dieciocho años atrás cuando «dio el sí» por primera vez (y última, cabe aclarar) y justamente ese mismo lapso de tiempo llevaba divorciado. Su relación con Julia Fleming no fue lo que se dice exitosa. Tampoco era un deseo de ambos casarse. Como adolescentes inexpertos, intimaron una sola vez, y Julia quedó embarazada. Para desgracia de ambos, sus padres y todo el colegio se enteraron y el revuelo que se armó fue espantoso. Los Fleming y los Sullivan eran dos familias conservadoras, que mantenían las apariencias y vivían preocupados por el qué dirán. Se conocían entre sí, su madre y la de Julia, eran íntimas amigas. Por tal motivo, Bruno conocía a Julia Fleming desde los cinco años. Jugó con ella a las escondidas, tramó sus primeras travesuras, como robar galletitas de las alacenas a las doce de la noche; ella fue la primera mujer que arañó su rostro cuando le cortó el pelo a su Barbie favorita y quien lo empujó a la piscina en la parte honda cuando no sabía nadar. Durante su adolescencia, continuaron con una relación de amistad, pero ya no fue tan estrecha. Tenían confianza entre ellos, pero cada uno hizo su propio grupo de amigos en el colegio Charterhouse radicado en Surrey. Sin embargo, se veían durante las navidades y cenas, por la cercana amistad entre sus familias. En esas épocas, Bruno veía a Julia Fleming como una prima o algo parecido, pero un día todo se desbordó por una estupidez.

Todavía recordaba aquella primera y única noche juntos. La conversación previa al acto de consumar el hecho que marcaría sin saberlo la vida de ambos fue patética.

-¿Sabes como hacerlo, Bruno? - le preguntó, dubitativa.

-No...nunca lo he hecho antes. - confesó, nervioso.

-¿Cómo que no? ¡Dijiste que tenías alguna idea! - protestó la joven. Él la miró, serio. Julia era muy flaca, demasiado para su gusto. Tenía cabello color calabaza y ojos marrones muy claros, casi ambarinos. Era idéntica a su madre, y esa asociación no le gustaba ni un poco. La vieja era una chillona insufrible. - ¡Te estoy hablando, nene!

La esperanza debida (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora