Capítulo 7. Interrumpir

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La esperanza debida - Capítulo 7 - Interrumpir

Finales de junio de 1999.

Julia volvió a estar consciente en la enfermería de Charterhouse. Sentía un mareo espantoso, le pesaban los párpados, le ardía el estómago. Lo último que recordaba era la clase de Literatura y el poema cursi que eligió, "La noche", de Alejandra Pizarnik. Que estupidez, si hubiera sabido que debía leerlo delante de Bruno, elegía otro poema que incluya cuchillos afilados y sed de venganza.

Sentía que el mundo le daba vueltas como la primera y última vez que fumó marihuana. ¿Por qué tenía tantas ganas de vomitar? Apenas probó bocado en el desayuno, era inaudito. Abrió los ojos y Frederick Clayton, el médico de emergencias que vivía en Charterhouse, la miraba preocupado.

-Julia, ¿como te sientes? - su voz retumbó, lo veía doble.

-Mareada. ¿Qué me pasó? - dijo en voz muy débil.

-Te desmayaste en la clase de Literatura.

-Ah..fantástico..-se tocó la frente, estaba sudada.- Tengo náuseas.

-Me imaginé...-reclinó su cama con una palanca. - ¿Mejor?

-Sí, gracias - dijo, carraspeando - ¿Puedo tomar agua?

-No te lo recomiendo, vas a vomitar...tienes un ataque al hígado, claramente.

-Maldita sea...

-¿Es cierto que comiste una caja entera de chocolates? - Julia asintió.

-Sí, me dio hambre anoche. Y antenoche...toda la semana, creo.-el doctor suspiró, muy serio. Ella se preparó para oír un sermón sobre alimentación. ¿Pensaba que tenía diez años?

-Julia, debo hacerte unas preguntas para descartar algunos diagnósticos...-empezó a Frederick, cauteloso. Ella arqueó una ceja.

-¿Diagnósticos? Es un ataque al hígado, usted lo dijo.

-Raramente generan desmayos - subrayó el médico.

-No es nada grave, me bajó la presión. -dijo despreocupada - No me sorprende, el calor que hace es insoportable - se quejó.

-¿Te había sucedido antes?

-No, pero puede suceder - lo miró, él tenía una expresión muy seria y preocupada. - No exageres, Frederick, pareces mi padre.

-¿Hace mucho que no estás en fecha? - Julia enrojeció. Era un hombre de treinta años, le dio vergüenza que preguntara algo tan privado - Confía en mí, soy médico.

-Eso no es motivo para preguntar intimidades.- contestó, a la defensiva.

-Es importante que lo recuerdes...- Julia exprimió su mente, solo para zafar del interrogatorio.

La esperanza debida (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora