Un juego adolescente termina en un forzado matrimonio que dura muy poco. Dieciocho años después, Julia y Bruno se ven obligados a olvidar sus diferencias para hacerle saber a dos personas especiales que la esperanza es lo último que se pierde. (Fina...
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Capítulo 11 - Desear
Julia estacionó el Audi frente a su casa. Había llorado durante todo el trayecto. Agarró el teléfono y no tuvo mejor idea que buscar la canción. Comenzó a sonar y se dio cuenta recién en ese momento que mencionaba el puente de Nueva York. Mirando la estrellada calle desértica, con la melodía de fondo, sonrió de pura melancolía. A Bruno también le recordó su historia, esa frase la abrigó como un consuelo barato. Aquella visita al departamento fue su perdición. Verlo con Marizza, siendo tan dulce, tan protector, como nunca lo fue con ella, la dejó en carne viva. Estaba enamorado, pudo notarlo cuando los vio juntos. Se secó las lágrimas. No eran celos, era un amargo desgarro que la agarró desprevenida. Estuvo ciega de él mucho tiempo, durante esos años siempre reprimió el temor de que Bruno rehiciera su vida, volviera a casarse. Secretamente le deseó lo peor, no se merecía ser feliz. Tal vez ese resquemor era porque no toleraba verlo con ninguna. Se miró por el espejo retrovisor y vio restos de máscara de pestañas marcando el trayecto de las lágrimas. "Ciclo de llanto activado" Por suerte en la cartera llevaba agua micelar para arreglar el desastre.
Una vez que estaba presentable, se bajó del coche, mirando la hora. Eran las nueve, Iris y Blas debían estar hambrientos. Inventó que se fue a cenar con Lauren, así que debía interpretar bien su papel. Introdujo la llave en la puerta, colgó su cartera en el perchero. Cuando llegó a la cocina encontró a sus hijos junto a Zoe y Peter poniendo la mesa. Había un exquisito aroma a salsa casera que le hizo rugir la barriga. El ventilador de techo estaba encendido en su máxima potencia. Blas escribía algo en el teléfono, mientras su hermana le dictaba.
-Sánguches de miga.
-Cerveza.- dijo él.
-¡Papas fritas!- acotó Peter.
-Aceitunas...las amo.- dijo Zoe.
-Cerveza.
-¡Ya anotaste cerveza, borracho!
-¿Perdón? - intervino Julia, sin estar segura de que hubieran detectado su presencia.- ¿Qué se festeja hoy?
-Hola, Julia - Peter la saludó con la mano,simpáticamente.
-¡Tía Juli! - dijo Zoe con una enorme sonrisa -Que bueno que llegaste. - ella notó que llevaba puesto un delantal.
-¿Cocinaste? - inquirió, con el ceño fruncido.
-Aha... quise agasajarte por los espaguetis de la semana pasada.- explicó alegremente.
-Uau, no sabía que cocinabas.
-Me encanta, desde pequeña, aprendí de mi abuela...siéntate.- le corrió la silla e hizo una reverencia. Perpleja, Julia le hizo caso.
-Es la primera vez que Wilson cocina para nosotros - terció Blas en un tono de reproche.
-Deja de reclamar, Blasito.- él le sacó la lengua.
-De veras me alegro, me estoy muriendo de hambre...-admitió Julia, quien tenía un aspecto cansado. Iris la miró, y se sorprendió al verla sin maquillaje.