❤ Por tí ❤ //Secuela Elite Way School 5º Año// .

12. La hora de la verdad (II)

Segunda parte

Tomé aire.

Si quería que la relación con Marizza saliera bien y si quería mantenerla a salvo de las intenciones de mi padre, debía contarle todo. Debía contarle lo que había ocurrido durante estos años. Todo lo que había vivido y soportado. Admitir todo lo que tuve que hacer. Esos actos en los que cada día me arrepentía una y otra vez y que taladraban mi cabeza para recordarme de la basura de persona en la que me había convertido. 

Respiré hondo y aclaré mi garganta.

- Estos años han sido muy complicados para mí. - tomé aire. - Estar controlado por Sergio y mi hermano no ha sido fácil y he tenido que hacer cosas por las que hoy me arrepiento.

Marizza mostró su preocupación ante mis palabras.

- Sin querer y obligado por ellos, hice cosas de las que no estoy orgulloso. – suspiré. – Mi hermano es el ejemplo nato de mi padre. Es manipulador, corrupto, vengativo y rencoroso. Parece que mi padre sí que se salió con la suya en cuanto a que a unos de sus hijos siguiera sus pasos... - me encogí de hombros. – Y con lo mismo que hizo con mi hermano, Sergio ha intentado hacer lo mismo durante estos años conmigo. – agaché la mirada, me era imposible hablarle a Marizza a los ojos. Me sentía demasiado culpable. Temía que su decepción imposibilitara el poder estar conmigo. Tenía miedo de perderla por decir la verdad. – En un principio, me metieron de lleno en sus asuntos de política, pero mi imagen no les hacía mucho beneficio de cara a la prensa. Me dejaron encerrado en una oficina y me enseñaron el lado turbio de sus negocios.

Mis manos temblaron y Marizza las agarró para acariciarlas.

- Marizza – la miré con los ojos llenos de lágrimas. – He hecho cosas muy feas... Yo... 

- Tranquilo, respira 

- Yo... Yo... - titubeé. -  He dejado a una familia entera en la ruina, un hombre se suicidó por mi culpa... So-so-soy un monstruo...

- Pará Pablo, no por favor – se preocupó y enseguida se acercó para abrazarme. Me aferré a ella, desconsolado. Lloré como nunca antes me lo había permitido. Estaba roto. Había desahuciado y arruinado a muchas familias, y todo por mantener a salvo a la mía. ¿Era razón suficiente para haber llegado tan lejos? – Vos estabas ante mucha presión... Mírame – me pidió alzando mi mentón con sus manos – No sos un monstruo Pablo, no lo eres... - intentó convencerme. 

- No, no es así – dije desesperado con los ojos inundados de lágrimas. – Me da bronca mirarme en el espejo y sentir que no soy el mismo... Que soy como mi padre. 

- ¡No digas eso! – exclamó. – Sergio no te llega ni a la suela de los zapatos. – me acarició el rostro. – Sos bueno, dulce, sensible, valiente... Te has sacrificado por tu familia y por mí. No sos como tu padre en absoluto.

- Perdoname – me arrodillé ante ella sin dejar de llorar. Me era imposible no parar. Había sufrido mucho. – Siento haberte fallado.

- No me has fallado – me acarició el pelo. – Al contrario, te agradezco que me hayas cuidado. – asintió emocionada. – Yo no entendía por qué te tuviste que ir, pero ahora sí. Fuiste muy valiente Pablo.

- No, he sido un cobarde y egoísta. – se tocó las sienes. – Nada justifica el daño que he hecho a esas familias. He jugado con su dinero, su vida se ha reducido a la nada...

- Pablo, te ayudaré – me prometió. – No sé cómo... Pero ayudaremos a esas familias y qué se yo... Vamos a desenmascarar a Sergio juntos. - dijo esto último con dureza.