10. Ideas equivocadas (II)

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Segunda parte

- Estoy bien Marizza – repitió Hilda con voz cansada.

- Me asusté muchísimo cuando te vi tirada en el piso – le agarré la mano con fuerza. – ¡Cuánto me alegra verte bien! No podría soportar el perderte Hilda.

- No me vas a perder cariño. Aún queda mucha Hilda que aguantar – rió sin fuerzas.

Besé su mano y sonreí al verla tan bien. Al final todo quedó en un susto. El doctor me comunicó que a partir de ahora debía llevar una vida relajada, con buena nutrición y siguiendo un nuevo tratamiento para el corazón.

Me alegró encontrarla tan bien a pesar de todo lo pasado y se la veía de buen estado de ánimo, aspecto fundamental para una buena recuperación.

Ahora el único problema por el que me debía preocupar era de mi vieja. Sonia se había enterado de manera telefónica sobre el incidente de Hilda y posiblemente, en estos instantes, estaría en el vuelo que le lleva de vuelta hasta acá. No quería imaginar ni por un instante la que nos iba a caer a todos por haberle ocultado el estado de salud de Hilda. No estaba preparada para ello.

- ¡Hilda! - exclamaron Mia y Luján entrando a la habitación donde nos encontrábamos.

En cuanto la recepcionista me informó de la habitación donde descansaba Hilda, llamé a las chicas. También les informé del pequeño detalle que suponía que tanto Franco como Sonia sabían todo lo que había pasado y que estaban de camino a la Argentina. Ambas me tranquilizaron y prometieron llegar cuanto antes al hospital.

- ¿Se sabe algo de Sonia y Franco? – se interesó Marcos.

- No, pero me temo lo peor. – dije. – Nos va a caer la mundial.

- No se preocupen chicos – nos tranquilizó Hilda. – Hicieron bien. Hablaré con ellos.

- Vos debes descansar – sonó Mia con un tono muy dulce. Arropó a Hilda con las sábanas de la cama. – Nosotros nos encargamos.

Salí de la habitación seguida de Luján que me pisaba los talones.

- ¿Dónde vas? – preguntó

- A la cafetería, - mentí - ¿necesitas algo?

- No – se cruzó de brazos. - ¿Qué hacías acá? Y no me digas que estabas preocupada por Hilda y decidiste venir por tu propio pie a saber de ella.

- Podría ser...

- Marizza – me instó Luján.

- Fui a casa de Pablo

- ¿Y le diste su merecido? – preguntó orgullosa.

- Asaltaron la casa de los Escurra y Tomás resultó herido. – le dije. Luján puso cara de asombro. – Llamamos a urgencias y ahora Tomás está ingresado en este mismo hospital. Acompañé a Pablo durante todo este tiempo hasta conocer noticias sobre él.

- ¿Y cómo está? - se preocupó Luján.

- Bien. Sufrió heridas poco profundas y solo necesita un tiempo para recuperarse. Aún no le he visto, iba a pasarme por su habitación ahora que estaban con Hilda. No me he atrevido a dejarla sola desde que supe que ya estaba bien y fuera de peligro.

- Claaa... Claro – titubeó Luján sorprendida por todos los acontecimientos que habían ocurrido. - ¿Pablo está bien? – preguntó preocupada.

- Igual de idiota como siempre, la idiotez es genética – dije enojada.

Luján suspiró ante mi respuesta.

- Andá a verlo, nos quedamos con Hilda – me dijo ella.

Asentí y me marché hacia la habitación de Tomás. Solo esperaba que Pablo aun no continuase en el hospital. No soportaría verlo después de lo que nos dijo a Pilar y a mí.

❤ Por tí ❤       //Secuela Elite Way School 5º Año// .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora