1. Pasaron años...

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Pasaron años...


Los rayos de sol se colaron en mi ventana. La luz intensa atravesó mis párpados haciéndome despertar de un largo sueño. El mismo sueño que se repetía a diario, cada noche. Tan angustioso y tan doloroso que me hacía recordar que nunca podríamos volver a estar juntos. Un vacío oscuro impedía reencontrarnos y, a pesar de intentarlo, caíamos en él ahogándonos en la nada. Me recordaba ese imposible encuentro. Imposible porque nunca llegó a suceder y dudaba que ocurriera

He intentado convencerme que era hora de pasar página. Pablo nunca volvió y yo no podía esperar a alguien que posiblemente me olvidó. Tengo que rehacer mi vida, es lo más correcto. Lo intento. Es más, estoy conociendo a un chico, Federico, aunque yo lo llamo Fede. No es nada serio, nos llevamos bien y estamos muy cómodos el uno con el otro. Pero... Aunque no es bueno comparar, tengo que ser sincera y es que no era Pablo. Y eso, mi subconsciente, me lo recordaba cada noche al dormir.

Estirazo todas mis extremidades, aún tumbada en la cama, y miro a mi alrededor. Aún se me hace difícil asimilar mi vida con una nueva familia, la familia Colucci, a pesar de haber pasado cinco años cuando disfruté la primera noche en la habitación de las muñecas de Mía. Sonrio al recordar mi primer despertar cuando aún estábamos en cuarto año.


Decido levantarme y me dirijo al cuarto de aseo que estaba contiguo a mi habitación. Me lavé la cara y tomé mi cepillo de dientes. La puerta se abrió apareciendo Luján algo somnolienta. Se sentó en el W.C. aún con los ojos cerrados.

- Buenos días Morfeo. – la intenté saludar con la boca llena de pasta de dientes.

- Uhm – musitó con ese leve sonido.

- ¿Ya llegaron los organizadores?

Luján se encogió de hombros como respuesta.

Me enjuagué la boca y besé la cabeza de mi amiga.

Esta Luji...

Parecía que las cosas le iban a mejor, en todos los sentidos. Con Marcos está re bien y con el asunto del preceptor trucho... No me cuenta mucho, pues lo llevan entre Franco y ella, pero parece que comenzaban a entenderse.

Termino de alistarme y peino mi pelo para recogerlo en una coleta.

Salí de la habitación para ir a desayunar, pero unas voces tras la puerta del despacho de Franco me hicieron parar.

- Deberían contarles. – exigía Mía. – Ella debe saberlo. No será plato de buen gusto enterarse ese mismo día.

Parecía que Mia hablaba con Franco, y tal vez Sonia pues el murmullo de mi madre es muy fácil de identificar.

- Si le decimos, las cosas pueden cambiar – se justificó Franco. – Es nuestra celebración y nosotros decidimos...

Un pequeño toque en el hombro hizo desligarme de aquella conversación. Hilda me mira de mala gana.

- ¿Sabe usted que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas?

- ¿Yo? ¿Escuchar? – me hice la sorprendida. – Nada que ver Hilda – intento reír quitándole un poco de importancia, aunque Hilda me conoce perfectamente.

- ¿Ha desayunado? – me pregunta, esta vez en el rol de abuela mimosa. ¡La adoraba!

- Justamente estaba buscándote para desayunar juntas – la jalé del brazo con mimo.

- Si, ya... Justamente – ironizó.

Desayuné junto a Hilda en el gran salón de casa rodeada de personas que andaban de un lado a otro sosteniendo el mobiliario y parte de la decoración para la boda de Sonia y Franco.

❤ Por tí ❤       //Secuela Elite Way School 5º Año// .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora