❤ Por tí ❤ //Secuela Elite Way School 5º Año// .

16. Complicaciones (III)

Las luces rojas y azules intermitentes de los coches de policía iluminaban toda la calle. Acordonaron la zona para que ningún viandante se colara en el aquel local.

Sergio hablaba con un agente mostrando un desorbitado interés por la detección de Rodrigo. Tomás se había ido con Pilar al hospital para que la revisaran. Marizza me observaba desde una esquina de brazos cruzados. Me acerqué a ella inseguro, podría hacerme una idea de lo que pasaba por su cabeza.

- ¿Estás bien? – le acaricié el hombro.

- Divina – ironizó. – Me ha encantado esa escenita de "Bad Boy".

- Marizza no es lo que piensas.

- Dijimos que nos contaríamos todo. ¿Dónde quedaron tus promesas?

- Te lo he contado – bufé. – Me encontró y no sé cómo supo lo que estaba pasando. Aún no entiendo por qué nos ayudó.

- Porque seguramente quiera algo de vos.

- No le pedí ayuda así que no le debo nada.

Marizza miró a un lado.

- Di algo por favor – le pedí.

Ella me miró incrédula.

- Y a pesar de las adversidades, el amor triunfa – apareció Sergio con su habitual sonrisa socarrona.

Cerré los ojos. Deseaba tenerlo a solas para aclarar algunos asuntos.

- A Rodrigo lo van a detener por tráfico de estupefacientes y están esperando la denuncia de la señorita Dunnof para aumentarle la condena. – relató al no obtener respuesta por parte de los dos. – Intentaré que ese tipo se pudra en la cárcel.

- No necesitamos tu ayuda – dijo Marizza mostrando valentía a un Sergio bastante altivo.

Sergio rió como respuesta. 

Por mí, lo mataría a trompadas en ese mismo instante, pero necesitaba hablar con él. Quería saber qué demonios se le había pasado por la cabeza al exponerse en publico acá en Argentina ya que despues de su historial delictivo no le venía nada bien.

Cuando quise darme cuenta, Marizza se había apartado de nosotros y cruzaba el cordón policial. Escuché de nuevo a Sergio riendo maquiavélico. Opté por obviar su estúpida actitud y corrí hacia ella.

- ¿Dónde vas?

- A otro lugar donde no se junte toda la basura, este lugar apesta – contestó con ira.

- Te acompaño

- No, vaya a ser que se me pegue la estupidez- rechazó mi invitación. – Disfruta del reencuentro.

Marizza se perdió entre la multitud.

No me dió opción a responderle. No quería perderla y sabía que con solo la aparición de Sergio nuestra relación peligraba. Por eso, no le quise contar que Sergio estaba en Buenos Aires y que literalmente me pisaba los talones. Quería evitar precisamente esto.

- Mantiene su espíritu de rebelde – apretó mis hombros como muestra de confianza.

Me aparté de él.

Como ya dije, la relación con mi padre había cambiado en estos años. Ya no era el chico adolescente que tenía miedo a su propio padre. No. Ese chico ya se esfumó. Las desgracias de estos años me habían ayudado a ser más fuerte y por ende a acabar con ese temor a mi padre. Ya no me sentía inferior frente a él. Ese Pablo ya fue.