14. Cambio de planes

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- ¡Papá! – exclamó enfurecido - ¿Cómo has podido permitir eso?

La estancia permanecía oscura evitando que los rayos de sol de aquel soleado día inundasen el ambiente. El olor a puro y la nebulosa del tabaco hacía que el aire fuese más denso y difícil de respirar.

Sin embargo, para ese hombre no era un problema. Llevaba una semana en la capital. Solo necesitaba siete días para comprobar que su hijo Pablo no se desviaba de su camino. Tenía que hacer ese trabajo que le encomendó su hermano. Pero, por el contrario, Pablo se había dedicado a recuperar a su amor de la adolescencia y había olvidado por completo el cometido de su vuelta.

Arrugó la fotografía que sostenía en su mano con dureza.

Felipe, su hijo mayor, le había llamado. No entendía el motivo de su larga estancia en el territorio argentino y exigía una razón por ello. Le había enseñado bien, pensó Sergio. En cierta manera era su mejor proyecto hasta ahora. El único hijo de la familia que seguía sus pasos y estaba enorgullecido por ello; pero podía admitir que Felipe había asimilado demasiado bien sus enseñanzas, tanto que él mismo le temía.

- Ya le he dado un toque de atención a tu hermano, tranquilo – contestó sin borrar su sonrisa maquiavélica. – Pablo hará todo lo que le pidamos, no le queda otra.

La risa de Felipe retumbó en sus oídos. Pudo escucharse a sí mismo y eso le satisfacía.

Estaba seguro que Pablo haría su trabajo, pero la intromisión de la hija de la vedette podía complicarlo todo. Se quedaría unos días más. Debía asegurarse que Pablo haría su parte y si, de nuevo podía arruinar la relación con la chica tirabombas, lo haría sin ninguna duda. Esa chica era una mala influencia, una mala imagen para la familia Bustamante. Solo tenía que ver a la madre que tenía.

De tal palo tal astilla, pensó.

Dejó el celular en el mueble de roble de aquella habitación de hotel y tomó ropa limpia para darse una ducha rápida. Quería saber qué tramaba su hijo en el día de hoy.

Salió con la compañía de su fiel guardia de seguridad y se adentró en el coche de cristales oscuros. Tomó su móvil y rastreó el celular de Pablo hasta dar en la ubicación exacta de donde se encontraba. Sonrió y le comunicó al hombre trajeado la dirección que debía tomar.

No conocía aquella dirección y estaba deseoso por saber qué tramaba su hijo menor. Tuvo que transcurrir veinte minutos hasta llegar al destino para sorprenderse. Bajó la ventanilla lo suficiente para verlo.

Ahí estaba su hijo Pablo. Subiendo las escalinatas acompañado por unos amigos. Pudo identificar entre ellos a la hija de la vedette y si no recordaba mal juraría que la otra pareja se trataba de esos chicos que conformaron la bandita de cuarta cuando eran adolescente.

Apretó el puño con ira. Mordió sus nudillos para canalizar todos sus sentimientos y entrecerró los ojos sin perder de vista a su hijo. Sonreía y reía junto a sus amigos. Abrazaba a la chica esa con delicadeza. La miraba con devoción.

- Parece que has vuelto a las andadas Pablito – dijo entre dientes

- Su hijo no defrauda señor – se atrevió a hablar su guardia de seguridad. Sergio lo miró con el entrecejo fruncido. – Sigue el plan.

- ¿Qué dices inútil? – preguntó Sergio sin entender ni una sola palabra de aquel hombre.

- Se dirige al edificio de las empresas Colucci – se volteó para encararlo - ¿O acaso Colucci no era el siguiente objetivo, Señor Bustamante?

Sergio amplió su sonrisa y se frotó las manos con fuerza.

- Bien, Pablito bien – habló victorioso.

❤ Por tí ❤       //Secuela Elite Way School 5º Año// .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora