CAPÍTULO LI

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Miré el reloj de mesa, con el pecho oprimido y la respiración entrecortada me senté sobre el edredón que recubría la cama de hotel. ─Apenas es media tarde.─pensé, cayendo en cuenta que acababa de sufrir una pesadilla. Tratando de estabilizarme, estiré los brazos y caminé hacia el balcón estrecho de la habitación. Honestamente, con los líos que traía no pude disfrutar mucho de la vista y el atardecer, solo tenía cabeza para rememorar la reunión de por la mañana y la conversación profunda con mi padre durante el almuerzo.

Sonó el teléfono. Me mortificó no tener a papá cerca para que contestara en mi lugar.

─ ¿Señorita Hudson? ─era la recepcionista.

─Con ella, ¿qué se le ofrece? ─respondí.

─Un hombre llamado John Hunter pregunta por usted, ¿qué le digo?

Una familiar electricidad estremeció mi cuerpo.

─Hágalo pasar ─colgué.

Después de un par de minutos oí los golpes sobre la puerta.

─Hola ─lo saludé, estuve mirándolo fijamente hasta que alguien más se apareció detrás suyo con una simpática sonrisa ─. Hola a ti también, ¿Richard?

─El mismo ─contestó el sujeto.

Los invité a pasar, fruncí el ceño cuando descubrí que traían maletas consigo. Entendí que se trataba de mis pertenencias, pero oculté mi cara de decepción.

─ ¿No falta nada? ─pregunté sintiéndome humillada.

─Richard, te alcanzo en unos minutos, ¿de acuerdo? ─habló mi profesor, por lo que su amigo asintió dejándonos completamente solos. Le di la espalda, peiné con mis dedos el flequillo alborotado sobre mi frente, varias veces hacia tres, demostrando mi frustración.

─ ¿Puedes estar tranquila un segundo? ─me pidió.

No respondí, solo me crucé de brazos y mordí tan fuerte como pude la carne de mis labios, haciéndolo sangrar.

─Será por un tiempo, mientras cierran el caso y te graduas ─justificó ─, hablé con tu padre y está de acuerdo.

Apreté con mayor fuerza mi labio hasta que abundante sangre llenó mi boca.

─ No otra vez ─esbozó, caminando detrás de mí hacia el baño. Recogió mi cabello con sus manos en lo que me hice enjuague bucal, luego me giró bruscamente hacia él y me agarró la mandíbula para jalar mi labio y chequearlo ─. ¿Por qué carajos haces esto!

Intenté sacar sus manos de mi quijada pero con un leve apretón sobre la misma me hizo entender que no estaba para soportar mis berrinches.

─No hagas las cosas complicadas ─me exhortó ─, todo será para tranquilidad de ambos.

─Claro, mi opinión no cuenta ─escupí volviendo a saborear el sabor a óxido de la sangre.

─Ahora no ─apretó los dientes, sacó su pañuelo del bolsillo y lo pasó sobre mi herida haciendo presión. Hice ademán de proferir algo pero rápidamente sacudió mi quijada y siguió oprimiéndo sobre mi labio ─. Y por favor deja de portarte infantil, no es conveniente ahora. Thomas está de acuerdo que te quedes una temporada viviendo sola en un apartamento...

─ ¡Qué demonios estás diciendo...!

─Cállate y escucha ─hundió con fuerza y un gruñido salió de mi boca ─. Me voy a encargar de pagar el alquiler y tu alimentación, por eso no te preocupes. Tu padre quedó en cubrir tus últimos gastos de escuela, por eso tampoco te preocupes. No le he dicho que admitieron tu solicitud en Columbia, pero acordamos que los gastos de universidad yo los asumiré.

Prohibido, profesor © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora