CAPÍTULO XXII

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El lunes se mostró alentador desde que el primer rayo de luz atravesó mi ventana, la mudanza era un hecho, mi nuevo trabajo también lo era, faltaban puntos por tachar en mi lista pero supuse que lo haría con el pasar de las semanas, las pocas que me quedaban de... ¡Puff, no hacía falta recordarlo!

Mientras el equipo de mudanza hacía lo suyo, me mantuve atento a cada sugerencia del director del plantel en lo que me daba un último recorrido por lo pasillos de la institución.

─Ya conoces a Harry, ¿no es así? ─quiso saber.

─Por supuesto, también hemos hablado de la clase y me ha dejado en conocimiento los temas que trabajó.

─Perfecto ─largó una sonrisita antes de sugerirme con la mirada que viera por la ventana de una de las aulas, donde encontré a Harry dictando su última clase ─. Keire me habló maravillas de tu trabajo, espero que seas tan bueno como dice porque Harry siempre sobrepasó las expectativas del comité académico.

─Lo único que le puedo asegurar es que nací para enseñar, no pretenderé ser mejor que nadie, solo seré yo ─lo miré directamente a la cara causando un cálido sentimiento de orgullo en mi superior.

─Me agradas, John ─espetó con sinceridad y luego continuó mirando por la ventana.

Devuelta a la que sería mi oficina compartida encontré a Keire, el director se despidió dejándonos solos.

─ ¿Empiezas mañana?

─Así es ─respondí. Fui a mi escritorio y guardé varios volúmenes que había estado leyendo, luego revisé mi agenda.

─ ¿Aún tienes el fetiche de anotar todo lo que piensas hacer? ─comentó  Keire al mismo tiempo que me arrebató la agenda para echarle un vistazo, fue cuestión de segundos para que la recuperara bastante disgustado.

─No lo vuelvas a hacer ─apreté el pequeño librito antes de guardarlo en mi maletín ─, todo lo que hay en él es privado.

─Perdón, perdón ─levantó las manos a modo de rendición ─. John, desde la universidad haces esas engorrosas listas, apuesto que ni siquiera logras hacer el 90% de las cosas que escribes ahí.

─Pues te equivocas.

─ ¿Qué tan complejo puede ser lo que te propones hacer en un año? ─se sentó en el borde del escritorio, por un instante miré el bajo de su vestido que se subía lentamente por su terso y pálido muslo.

Solo te pido compostura, colega, no es momento de erguirse.

─Un año es demasiado, después de los últimos resultados médicos... no sé, creo... ─comenté con ironía ─, creo que lo correcto es hacer planes a corto plazo.

─Me sigues pareciendo obstinado. ¿Qué pensará Isabel si te oye hablar así?

─Pensará que soy realista y no me juzgará, ¿sabías que se opuso a que trabajara aquí?

─Arg, no los entiendo, ni siquiera es momento de armar discusiones sobre tu nuevo empleo.

─ ¿Ahora entiendes por qué prefiero mudarme? ─le sonreí.

─No, la verdad sigo sin comprender. ¿Sabes qué? Cambiemos de tema. Cuéntame qué cosas has pensado hacer estos ultimos meses.

─Bueno, sinceramente he hecho casi todo lo que hay en la lista, a excepción de dos puntos ─dejé de organizar, me senté frente a ella y serví dos tazas de café.

Prohibido, profesor © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora