CAPÍTULO XLIV

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─ ¿Llegué en buen momento?

John me soltó y retrocedió instintivamente al verla, haciendo que me doliera cada segundo la vida. Me ardía el pecho pero debía fingir, como siempre. Me limpié con premura las mejillas y miré a la profesora Keire, parecía no salir de la confusión alternando la mirada entre mi profesor y yo.

─No, claro no ─habló finalmente Elizabeth ─, llegaste a tiempo para sacar a John de aquí.

Mientras ellas hablaban, mi pecho se hinchaba de frustración por no decir todo lo que sentía. Sí, me tragué las horribles ganas de llorar.

─Fue, fue bueno verlo, profesor ─conseguí decir sin que se me quebrara la voz a medio camino. John mantuvo una expresión inmutable, fría. ─. Espero que se mejore. Fue un placer señorita Elizabeth. Profesora Keire, que tenga linda mañana.

Sin esperar una respuesta a cambio tomé el poco valor que me quedaba y avancé hacia la salida de aquella habitación, no sin antes echarle un último vistazo a John ─era decepcionante verlo─. A punto de cruzar la puerta una enorme mano me detuvo por el codo, supe que se trataba de él pero no quería voltear.

─Gracias por ─dijo ─, por venir a verme, señorita Hudson. 

Acerté a mirarle y forzar una sonrisa. Estaba siendo más fuerte de lo que hubiera pensado.

Bajo la regadera lloré, luego me reí mucho sin saber porqué, y finalmente caí en un profundo silencio. Pronto empecé a sentir que estaba irremediablemente vacía y sin intención de llenarme, era el agua, mi pecho entumecido y algunos pensamientos bloqueados haciendo escena en ese instante.

─Emmy, te quiero en mi oficina ahora mismo ─me pidió el director cuando me vio llegar a clases la mañana siguiente. Después de unos minutos nos encontrábamos reunidos.
» ¿Quieres explicarme por qué faltaste tanto tiempo a clases?

─T-tuve problemas ─logré balbucear.

─ ¿De qué tipo? ─se cruzó de brazos.

─Personales.

─ ¿Familiares?

─Director, no me volveré a ausentar por ningún motivo, se lo prometo.

─Emmy, tus calificaciones han bajado, y tu participación en las actividades escolares es nula. El profesor de matemáticas se queja de que no le has llevado el paz y salvo de la sanción que te puse la semana pasada. Dime algo, ¿pasó algo con tu mamá como aquella vez?

─No, y no quiero pensar en algo así ahora. Director, sé que debo estar más al pendiente de mis actividades, no lo olvidaré, por favor déjeme pasar esta.

─Emmy, las reglas son para todos. Acabo de citar a tu madre, viene en camino.

─ ¿Era necesario?, le estoy explicando que falté por problemas y me he comprometido a no faltar más, ¿no le basta?

─Supongo que no tiene problema que corrobore la información con su acudiente.

Estaba en aprietos.

Diez minutos más tarde entró Raquel al despacho, le estrechó la mano al director no sin antes lanzarme una mirada mordaz. Después de tomar asiento preguntó las razones de la cita y el director le respondió con lujo de detalles.
Cuando acabó la reunión Raquel no se inmutó en reprederme como había esperado, simplemente inspiró hondo y caminó fuera del despacho.

─Hablaremos en casa ─espetó finalmente en un tono acusiante, me lanzó una última mirada de decepción y luego se marchó.

Me quedé de pie a mitad del pasillo analizando la actitud de mi madre. Algo no andaba bien, ¿y los gritos y castigos para cuándo?

Prohibido, profesor © TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora