Mary, una chica que vive con su abuela desde que perdió a sus padres, se siente perdida, vacía y en una constante búsqueda de encontrarse a sí misma. Un día, su mejor amiga Celine y ella entran en un restaurante, donde conocen a un joven camarero...
Cuando llegamos, vi que estábamos en una hermosa playa, fuimos a una tienda que había cerca para comprarnos bañadores y fuimos a darnos un baño, el agua estaba muy fría, pero, aun así, lo pasamos fenomenal, al poco rato, él fue a tomar el sol, dejándome en el agua nadando.
Al salir del agua, tropecé con algo y caí sobre Jace, que estaba tomando el sol, lo miré y se me aceleró el corazón, parecía un ángel, él me miró sonriendo.
- Lo siento. – me disculpé y empecé a levantarme, él puso una mano en mi nuca, se incorporó y sin esperármelo, me besó.
Mi corazón latía con violencia, me sentía como si estuviese flotando, sus labios eran suaves, como lo fueron sus besos en un principio, para más tarde cambiar a apasionados, entrelacé mis dedos en su pelo, de repente, nos interrumpieron unos sonidos provenientes de mi móvil, lo miré y vi que era Celine. Lo cogí y estuvimos un rato hablando, le conté dónde y con quién estaba y ella me deseó feliz cumpleaños.
Cuando colgué, Jace se acercó y me susurró al oído:
- Te amo, eres tan hermosa.
Lo besé suavemente y le dije:
- Yo también te quiero Jace, más que a nadie.
Estuvimos la mayor parte de la tarde hablando, bañándonos y besándonos. Me dijo que él también había perdido a su madre por culpa del cáncer cuando tenía diez años y que su padre los había abandonado cuando él aún no había nacido. Al oír aquello entendí por qué era tan prepotente a veces, solo era una armadura, la misma que yo tenía, esa que hacía que pareciera una insensible cuando en realidad estaba destrozada por dentro, esa armadura que me quitaba con muy pocas personas.
Por la noche, volvimos al hotel, cenamos y nos fuimos cada uno a su habitación. Aquella noche no lograba conciliar el sueño, así que llamé a su puerta y le pedí que me dejase entrar, nos pusimos a hablar tendidos en la cama, me abracé a él y apoyé la cabeza en su pecho.
Al poco rato, me fui quedando dormida.
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