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Entonces, esa persona me apartó el pelo de la cara y yo lo miré, no podía creérmelo, era Jace. Lo abracé todo lo fuerte que mi cansancio me permitía, el me devolvió el abrazo y estuvimos así unos minutos. Luego, él me apartó y mirándome fijamente a los ojos me dijo:

- ¿Qué haces aquí? Te dije que te quedaras con tu abuela.

Pude ver el cansancio y la tristeza en sus ojos, sabía que estaba decepcionado conmigo por haber roto la promesa.

- He aprendido a luchar y he practicado muchos hechizos, no podía estar más tiempo lejos de ti, prefiero morir antes que estar un segundo más sin verte. – le expliqué.

Entonces, me besó, fue un beso suave y corto, pero suficiente para que quisiera más, nos besamos una y otra vez, hasta que una sirena sonó. La tregua había acabado, tenían que volver a luchar.

Me susurró:

- Cuida de esta gente, por favor, necesitan apoyo y cariño. Te prometo que, si necesitamos más soldados, vendrás al campo de batalla y pelearás, pero aquí haces más falta, necesitan una persona buena, solidaria y en quien puedan confiar y tú eres la mejor persona que conozco, prométeme que harás lo que te pido esta vez. Recuerda esto: lo más valiente no siempre es luchar, a veces ayudas más aquí que peleando.

Asentí y él se fue, no sin antes darme un beso y coger algunas armas más.

Durante el tiempo que estuve allí, me dediqué a cuidarlos, consolar a los que perdían a seres queridos, jugar con los niños y escuchar sus historias alrededor de una hoguera. Conocí a dos hombres, Juan Luis y Anthony, eran hermanos y no podían luchar porque estaban enfermos.

Me contaron muchas historias sobre su familia, su apellido, Bloodmoon, era uno de los más antiguos y por esta razón tenían muchos poderes, también me contaron sus experiencias en la guerra y que ellos no luchaban con pistolas, arcos o cuchillos, sino con Katanas, unas espadas japonesas que eran como amuletos para su familia.

- Ganaremos esta guerra, te lo aseguro, hemos librado ocho guerras en más de diez siglos de existencia y aunque esta es difícil, las otras las hemos ganado y esta también. – me dijo Anthony un día.

      Estuve dos meses en el refugio y ya los conocía a todos. Era como una hermana mayor para los niños y los adultos me consideraban su hija o su nieta, era fácil sentirse querida allí. Estaba feliz porque veía a Jace, Bel y Mike, aunque fuese solo unas horas al día. Aun así, echaba de menos a mi abuela y a mis amigos.

Una tarde, mientras estaba leyendo en una silla en el cuarto que usaba como dormitorio, llamaron a la puerta.

- Adelante. – dije.

Entró Jace, se sentó en la cama y con lágrimas en los ojos dijo:

- Mike ha muerto, le dispararon y por más que intentamos salvarlo, no hemos podido hacer nada por él, al parecer, las balas eran demasiado potentes, pues eran balas mágicas.

Lo abracé un buen rato y dejé que llorara a su amigo, intentando no llorar también. 

Magizard. Un giro inesperado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora