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Cuando llegamos a la ciudad, estaba desierta, tal y como Carmen había predicho. Entramos en una casa para coger provisiones para el camino, subí a la segunda planta llena de curiosidad, entré en un dormitorio en el que había una cama deshecha, un armario y un escritorio lleno de fotos, en una de ella, aparecían dos chicos besándose y en otra un niño con cara triste, cuando iba a entrar en otro cuarto, escuché un fuerte golpe proveniente del salón. Cuando me asomé por la barandilla de la escalera, vi que dos hombres vestidos de color púrpura iban hacia Carmen, quien estaba tirada en el suelo, con una pierna sangrándole.

- Moriréis todos, nosotros gobernaremos el mundo y vosotros, inútiles, seréis olvidados. – dijo el primero, el cual llevaba un hacha en la mano.

- Y tú no serás una excepción. – dijo el otro.

Carmen me miró disimuladamente y fue cuando oí su voz en mi mente.

"Corre, corre y no mires atrás, debes llegar al refugio".

Obedecí, fui al cuarto en el que había estado anteriormente y salté por la ventana sin dudarlo, miré a todos lados por si alguien me seguía y empecé a correr hacia el norte, donde Carmen me había dicho que estaba el refugio.

Pasada una hora y media, ya había perdido la esperanza, así que me senté en la carretera. 

De pronto, un cuchillo apareció rozándome la garganta, sin hacerme daño

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De pronto, un cuchillo apareció rozándome la garganta, sin hacerme daño.

- ¿Qué haces aquí? – me dijo una voz femenina, al girarme vi a Natalie.

- He venido a ayudar, sé que no debería estar aquí, pero no puedo estar sin hacer nada mientras arriesgáis la vida, soy una de los vuestros, debería estar con vosotros, he practicado mucho y aprendido a luchar. – le respondí.

- Está bien, te entiendo, ¿has venido sola?

Pensé en Carmen y no pude evitar suponer que su muerte había sido por mi culpa, por no haber sido lo suficientemente valiente como para venir sola. Decidí hablarle a Natalie sobre ella y contarle lo sucedido. Me dijo que después iríamos a buscar el cuerpo y le daríamos una sepultura digna.

Me acompañó al refugio, donde se habían alojado todos los que no podían luchar y donde los soldados descansaban durante la tregua, la cual estaba a punto de acabar. Busqué a Jace y a Isabel desesperadamente, sin resultado, por lo que me senté en un rincón a llorar. Al rato, sentí que alguien se sentaba a mi lado.


Magizard. Un giro inesperado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora