Capitulo 17

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Capitulo 17

Pov Nicoletta

Dos semanas después

— Come, si no lo haces te moriras de hambre — ordeno la mujer encargada de esté maldito lugar. 

Su nombre era Fabiola y era toda una ordinaria.  Ella obligaba a todas las mujeres aquí a hacer todo lo que en mi vida siquiera había imaginado.  Además el lugar estaba llenos de hombres encargados de no dejar salir a ninguna de las mujeres.  Muchas estaban por placer y otras simplemente eran vendidas, terminando en esté horrendo lugar.  Un prostíbulo. 

No podía parar de gritar, pelear, llorar, pero sobretodo luchar.  Yo deseaba salir de aquí, me sentía tan miserable y sucia.  Me había convertido en una prostituta, gracias a Diego.  Solo pensar en el y lloraba sin control.   Era una basura.  Me sentía tan estúpida por haber sido tan confiada después de tanto desconfiar de Adam. 

Mis pensamientos cada vez que me sentía como una tonta me recordaba la primera vez que desperté aquí en esté lugar tan bajo, tan inmundo.

Sentía que la cabeza me reventaria y mis ojos parecían tener mucho más peso del común, ¿Qué me pasaba?  Abrí los ojos sintiendome desorientada y enfoque mi vista en el lugar que estaba. 

El cuarto era mugriento, solo con un espejo, la cama y una mesita de noche.  Todo lucia demasiado viejo y desgastado.   Las paredes estaban pintadas de azul y alcance a verme.  Solo llevaba ropa interior de color purpura, un estilo demasiado indecente.  El panti tenía una apertura abajo para tener un encuentro sexual más rápido, me asuste.

Lo último que recuerdo fue estar haciendo el amor con Diego y al final siendo golpeada por él.  ¿Por qué lo hizo?  ¿Por qué me trajo aquí?  Me levante de golpe y sentí como la desesperación se adueñó de mí al darme cuenta que estaba encerrada. 

Sobre la mesita de noche había un envase lleno de preservativos—. ¡Saquenme de aquí!  ¡Diego abre la puerta! — grite con todas mis fuerzas y al instante la puerta fue abierta.

Diego me miraba de una manera horrible.  Sus ojos claros lucían oscuros y su manera de caminar era totalmente distinta.  Era más autoritario, más varonil, pero uno que me daba miedo.

— Te exijo que me saques de aquí porque... — Las palabras se quedaron a medias cuando me propino una bofetada que me hizo caer al suelo.

Alce mi cabeza para mirarlo y mi corazón dio un vuelco, ése no era el Diego que me tenía ilusionada, enamorada. 

— Tú, no exiges nada.— Me tomo del cabello con todas sus fuerzas mientras yo gritaba intentando zafarme—. Aquí exijo yo.  Después de tantos años vienes a verme— añadió lanzandome a la cama.

— Diego...basta.  Esté no eres tú — dije al borde de la desesperación y él me agarro de la mandíbula como si fuera un hombre—. Esté soy yo y esté es el hombre que tú te mereces.  Siempre me viste como el imbécil amigo de tu hermana y cada vez tenías un nuevo amor.   Hasta que te casaste con aquel imbécil.  ¿Te gustan los imbéciles, Nicoletta? Yo seré un imbécil ahora — Se desabrocho los pantalones y bajo sus boxers.

— ¡Diego, no, no! ¡sueltame! ¡No me hagas esto! — comencé a gritar intentando luchar contra él, pero era imposible. 

Diego se abalanzo sobre y me manoseo como nunca antes me lo habían hecho.  Me arranco mi panti y me abrio las piernas mientras yo gritaba, pataleaba e inclusive lloraba.  De una sola estocada me penetro dejandome sin aliento. 

— ¡¿Te gusta así, Nico?! — Me grito al oído penetrandome de manera salvaje.  Yo solo pude llorar y tratar de alejarlo de mí, pero él me penetraba con más fuerza—. Claro que te gusta.— Me mordió el cuello y me subio ambas manos hacía arriba y con su otra mano apreto con fuerza mis pechos y los mordia sin piedad.

Destinado a amarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora