Capítulo 21.

1.5K 107 2
                                    


Después de una ducha, el timbre sonó.

Era Christian, quien ya por fin había superado su crisis nerviosa que la boda de Maite le había causado.

Comimos en mi casa, ya que al ser sábado Rosi había estado por allí, limpiando y cocinando.

******

Al llegar, Anahí y su criada estaba acabando de ordenar todo, algunos de sus amigos ya habían llegado, pero ni rastro de Maite, Derrick y…y esa chica con el pelo rojo.

-¡Amigos, qué bien qué habéis llegado!

-Hola Alfonso, ¿qué tal llevas las agujetas? –reí.

-Eres un canalla, pero que sepas que el lunes te ganaré yo. 

Cuando nos quisimos dar cuenta, Christian ya no estaba con nosotros. 

Después de un rato hablando, Alfonso se fue con Anahí para recibir a todos los invitados, mientras yo, decidí ir en busca de Christian.

Cuando le vi a lo lejos, sin apartar la vista de él, me moví entre la gente. Con la mala suerte de chocar por el camino. Si, choqué con ella, también la tiré al suelo, sin querer, por supuesto.

-Dulce…

-Christopher…

-¿Qué tal estas?

-Bien, pero…

-¿Pero qué? Dime…

-Me podrías ayudar a levantarme. –Sonrió.

-Ah, sí, perdón. –sonreí también.

No sabía que pasaba, era como si me tuviera hechizado o algo así.

Extendí mi mano y se levanto mientras seguía sonriéndome.

-Te apetece… ¿te apetece tomar algo por ahí? Donde nadie nos moleste y eso…

-Eh, claro, vamos. –respondí.

No aguantaba más eso de ignorarla, quizá estando con ella los pros de mi lista saldrían solos...

Nos movimos hasta una esquina al lado del árbol de navidad. Nadie desde el jardín nos vería allí.

Tras un incómodo silencio decidí hablar yo.

-Bueno y… ¿qué tal llevas la fama? –reí.

-Bastante bien, es...divertido. –me sonrió.

Después de otras cuantas palabras intercambiadas, pegue un trago a mi cerveza y mire para todos los lados sin saber qué hacer.

Me moría por darle un beso, pero por supuesto que no lo haría.

En una de esas vistas panorámicas que yo hacía me di cuenta de un pequeño detalle.

Encima de nuestra mesa, había una gran planta de muérdago, y todos aquí sabemos la tradición, ¿no?

Quizá mis ganas de ser besado por ella acabarían pronto.

Reí y ella noto que algo tramaba.

-¿Qué pasa? Te conozco Uckermann.

-No, nada. –sonreí pícaro.

-Venga ya, dímelo. –dijo mientras se sentaba en la silla de al lado.

-Perfecto, ahora sí. –reí.

-¿Qué? ¿Me puedes decir ya o...o me voy? –dijo nerviosa.

-¡NO! No te vayas… -dicho esto, miré hacia arriba para que ella hiciera lo mismo.

Entendió mis intenciones y me miró fijo.

Poco a poco nuestras bocas se fueron acercando.

Hasta que un largo y apasionado beso se formo.

Al separarnos, vi como una sonrisa se dibujaba en la cara de Dulce.
Quizá ella también estaba…enamorada de mi, es decir, alomejor yo estaba enamorado de ella.

-Ucker yo…tengo que hablar contigo.

-No, quiero que pasemos una tarde mágica, no quiero hablar, porque lo acabaremos estropeando, como siempre.

-Ok, ok, pero es importante, quiero explicarte porque…

-¡chicos! Por fin les veo, Anahi les esta esperando para romper la piñata. –nos dijo Maite con una gran sonrisa y un brillante anillo en su mano.

Extraña sensación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora