Capítulo 13.

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Llegamos a la habitación del hotel. Dulce en vez de ir al baño a cambiarse, como hacia siempre, se empezó a quitar lo que le quedaba de vestido en la habitación, delante de mi.
«No, no, no, por favor, Dulce no sigas por dios»

-Dulce...

-Qué. -dijo tranquila.

-Me puedo cambiar en el baño si quieres...

-Yo te he visto a ti mil veces en ropa interior.

-Si, tienes razón. Me parece una buena idea. -El Christopher de siempre había vuelto.

Dulce se quedo con un corsé y unas bragas negras a juego. Subió la pierna derecha a la cama y comenzó a bajarse la media despacio. Lo mismo hizo con la izquierda.

Mientras miraba de reojo, yo también me empecé a cambiar. Sentí como algo dentro de mi se removía, era el deseo que sentía por ella, quería hacerla mía, y lo mejor aún estaba por llegar. Dulce se giró dándome la espalda y se apartó el pelo hacia un lado.

-Christopher.

-Di...dime, -hice una pausa. -¿Qué pasa? -pregunté ya más tranquilo.

-Ven.

Antes de que insistiera me moví deprisa hacia ella.

-¿Qué quieres?

-¿Me desabrochas? Es que...no llego. -dijo con voz sexy.

-Dul yo... -No quería tratar a Dulce como una más, no quería hacerla daño y luego tener que verla todos los días.

Dulce se giró y posó sus manos sobre mi torso descubierto.

-¿Qué pasa? ¿Tienes miedo Uckermann? -me preguntó acercándose a mi boca.

-No es eso preciosa, si por mi fuera...

-Shh. -Dijo poniendo su dedo índice en mi boca.

Dulce se abalanzó sobre mi. Me besó y después me empujó hacia la cama.

-¿Dulce estás segura?

Sin decir nada más se sentó encima de mí y me besó de nuevo.

Nuestras lenguas se entrelazaban mientras que ella me tumbaba del todo para así echarse encima.

Sentir su fresco aliento fue algo maravilloso. Cada vez los besos cogían mayor velocidad y pasión.

Dulce se separó unos centímetros de mi boca para desabrocharme el pantalón.

Sabía que eso no estaba bien, pero no hice nada para evitarlo. El deseo era mucho más fuerte que la conciencia.

Volvió a besarme y yo me terminé de quitar los pantalones.

Ya en ropa interior los dos, la agarré por el costado y la hice girar para ponerme encima.

-¿Nerviosa, Dulce? -le susurré mientras la besaba el cuello.

-No, Uckermann. -Dijo mientras atrapaba mi boca de nuevo.

Fui bajando hasta besar su ombligo, pasando por su cuello y su pecho.

-Te deseo. -dijo agitada.

-No sabes cuanto ansiaba esto. -contesté.

Dicho esto, procedí a entrar en ella.





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