SNK: -"la última bruja"
el clan Ilazki era uno de los mayores misterios para todos los que alguna vez preguntaron sobre el mismo. nadie sabía con certeza las atrocidades por las cuales las mujeres de ese linaje habría pasado pero si se tenían rumore...
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0.19.
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Reclutas.
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Se encontraba leyendo, en el tiempo que les habían dado para descansar ella no tuvo mejor idea que ponerse a leer por qué, ¿por qué no? Era algo que le gustaba. Decidió simplemente sentarse contra la pared del castillo y llevar consigo aquél libro que Bianca le había dado, recién lo comenzaba pero le estaba gustando demasiado, y de hecho por eso estaba sonriendo.
La luz que tenía era perfecta pues le permitía leer al aire libre y estaba aprovechando antes de que el sol cayera por completo. Pasó la hoja lentamente para ir a la siguiente y seguir con la lectura de una forma tranquila, cosa que le hacía disfrutar de sobre manera esta actividad que le daba paz, pero toda paz acaba y eso fue cuando una sombra se interpuso entre ella y la luz, por lo que levantó su mirada lentamente.
Se encontró con un par de botas que rápidamente llegaron a unos pantalones y que luego reveló tratarse de el mismísimo capitán en cuanto llegó a su rostro.
—¿Oh...?—comenzó. —¿Se le ofrece algo?
—Hange me pidió que te vigilará mientras no está, por lo que tu custodia está en mi.
—Ah, supongo que esta bien—se encogió de hombros bajando su mirada nuevamente para proseguir con la lectura pero sentía que algo no estaba bien, sentía la presencia del capitán aún delante de ella por lo que se vio obligada a levantar su mirada nuevamente. —¿Algo más?
—La vagancia es el punto más bajo en el cual se puede caer— habló, Amaya levantó sus cejas y abrió su boca levemente en cuanto esté soltó esa frase, iba a contestarle pero entonces agrego algo más. —Hange será permisiva pero mientras estés aquí, deberás seguir mis órdenes.
—Creo que..., Está bien— susurró, se levantó con lentitud acomodando sus ropajes y cerrando su libro con lentitud, antes de hacerlo simplemente acomodó un pequeño papelito para saber en dónde había quedado.
—Eren me dijo que eres buena en la limpieza.
—¿Eren me dijo qué?— preguntó viéndolo rápidamente, llevó sus orbes al joven que estaba junto a Auruo y Petra. —¿En cuanto tiempo volverá Hange?
—El suficiente como para que limpies el establo.
—¿Disculpe?— preguntó viéndolo como si no hubiera escuchado lo que acababa de decir, claro que lo escuchó. —¿Limpiar el establo?
