Capítulo 20: Puedes ver que ya estoy muerta.

2.1K 202 14
                                    

     Nanko estaba tumbada en la cama de una especie de celda. Si supiesen que podía hacer que todo el lugar explotase en mil pedazos, le habrían atado las manos, pero no lo hicieron. A Kara parecía no preocuparle nada.

     La Uchiha creó una perla del tamaño de una pelota y comenzó a tirarla contra el techo, aburrida.

     —Oye, oye, ¿puedes parar? Molestas —comentó el pelirrojo desde fuera.

     —Da gracias a que no te la tiro a la cabeza —respondió ella, continuando con el movimiento—. Por cierto, ¿quién diablos eres?

     —Code —respondió de mala manera—. No sé qué haces aquí, pero seguro que no es nada bueno.

     —No sabes nada. ¿Qué hay de ti? ¿Qué haces tú aquí? —preguntó Nanko seriamente.

     —No te metas en mis asuntos, Uchiha despreciable —dijo Code.

     —Pues tú no te metas en los míos. —Nanko se dio la vuelta, quedando de cara a la pared y cerró los ojos.

     Las horas en ese habitáculo se le hacían eternas, además, la compañía no ayudaba mucho. Aunque, si era sincera, tampoco tenía muchas ganas de hablar.

     El jefe de la organización no aparecía y la Uchiha comenzó a estresarse. ¿Y si no estaban interesados en ella? ¿Y si se tenía que quedar encerrada en esa celda por el resto de su vida? Agarró la perla gigante, se giró, y la lanzó con tanta fuerza que se rompió al chocar contra el muro, sin rozar los barrotes.

     —Tráeme una manta —ordenó Nanko. Code soltó una carcajada sin gracia.

     —¿Te piensas que estás en un hotel? Bastante hemos hecho ya curando tus heridas.

     —Hace frío —susurró ella. El pelirrojo se acercó a las rejas de la celda e hizo que apareciera una especie de llama en su mano. Nanko no sabía qué es lo que le había movido a ayudarla.

     Habría hecho ella misma un jutsu de fuego, pero, si alguien lo hubiera visto, seguramente no viviría mucho más. Debía ser cuidadosa.

     —Aquí siempre hace frío —respondió él. La Uchiha se acercó un poco a él y notó como ya iba haciendo más calor. De repente, Nanko observó la mano del chico.

     —La misma marca que la de Boruto, Karma —dijo ella, levantando su mano—. ¿Todos en Kara la tenéis? —Mostró su palma con su Karma rosa.

     —No es de tu incumbencia. El que tú la tengas me hace pensar que también tienes algún tipo de relación con los Otsutsuki. —Ella se encogió de hombros.

     —El criajo no es estúpido —dijo Nayru—. Ya lo descubrirás todo a su debido tiempo, no te preocupes.

     —¡No nos dejes con el misterio! —exclamó Yûki.

     Nanko bostezó, desganada. Y se sentó de espaldas a las rejas para que el fuego de Code pudiera seguir dándole calor. Él hizo lo mismo.

     —¿Cuándo vendrá tu jefe? La celda es una mierda.

     —Impaciente —respondió él.

     —¿Qué planeáis hacer? ¿Destruir Konoha?—preguntó la Uchiha.

     —¿Konoha? Eso se nos quedaría corto. Nuestro objetivo la abarca, así que, en cierta medida, tienes razón. —Ambos volvieron a quedarse en silencio, esta vez, un poco más cómodo que el anterior.

     Si Kara tenía pensado someter a Konoha, debía considerarlo su enemigo número uno desde el primer momento. Así que tenía claro que no podía confiar en ninguno de ellos. De todos modos, no estaba en sus planes hacerlo.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora