Capítulo 7: Apuntando al alma.

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     —¿Qué hacemos aquí? —preguntó Nanko, ya que Kakashi la había arrastrado a un campo de entrenamiento.

     —Aquí es donde tus padres y Naruto aprobaron su examen de genin —explicó él.

     —Espero que no esté recurriendo a sentimentalismos baratos, Sexto. Aunque sea de noche, la gente de la aldea puede verme, eso no sería bueno —respondió la Uchiha, cruzándose de brazos.

     —No te preocupes, conozco lo poco que te gustan esas cosas. Sobre lo de que te vean, lo tengo todo bajo control. —Kakashi se acercó al monumento de ninjas caídos en batalla.

     —Sus "lo tengo todo bajo control" son menos fiables que Makoto. —Nanko suspiró.

     —Te recuerdo que es mi esposa.

     —Sí, le compadezco. —Kakashi carraspeó.

     —A lo que iba, todos comenzaron siendo unos auténticos perdedores y mira dónde han llegado.

     —En serio, no sé a dónde quiere llegar. Puede que no tenga chakra, pero no estoy para estas tonterías. Podríamos dedicar este tiempo a algo más útil, como, por ejemplo, aprender a inyectarme mi chakra de nuevo. —La chica suspiró pesadamente.

     —Te has vuelto más impaciente en estos meses. Eres igualita a tu padre, el talento no se compara al trabajo duro, deberías saberlo.

     —Venga ya, Sexto, no sea así usted también. Sabe mejor que nadie que no he tenido las cosas fáciles únicamente por ser talentosa. Y, aunque una persona se esfuerce toda la vida, jamás podrá compararse a una persona talentosa y trabajadora, a esas personas son a las que se les debe temer.

     —No buscaba ofenderte en absoluto. Te he traído porque pienso que sería bueno que entrenases un poco, quizá se te han olvidado los básicos y... —Nanko puso su dedo índice a la boca, indicándole a Kakashi que debía guardar silencio.

     —Acabo de ver a alguien moviéndose por aquí, deberíamos irnos —susurró la chica, agarrando un kunai.

     —¿Por qué siempre estás rodeada de problemas, Uchiha? —Ambos intentaron marcharse pero una cadena de lo que parecía ser diamante les frenó. La chica frunció el ceño, solo ella era capaz de utilizar el elemento diamante.

     —Le aconsejó que se vaya, Kakashi. Solo quiero a Nanko —susurró una voz femenina.

     —¿Otra vez tú? —preguntó la de cabellos negros.

     —¿Cómo que otra vez? ¿Ya os conocéis? —Kakashi no entendía la situación.

     —La escuché por primera vez en la casa de Boruto y me dijo que había matado a su padre —explicó la Uchiha sin demasiados rodeos.

     —¿Y quién era su padre? —cuestionó él.

     —No tengo ni la más mínima idea —admitió ella.

     —Su nombre era Rufus, pero no espero que te acuerdes de él —habló la voz. Lejos de parecer enfadada, la escena le divertía. El miedo de la chica le era tremendamente cautivador.

     —Claro que me acuerdo, fue uno de los adversarios más fáciles de toda mi carrera. —Nanko sonrió de lado pese a estar nerviosa.

     —Nanko, no creo que estés en posición de reírte de ella ahora mismo... —susurró el Sexto, negando sutilmente.

     —Creo que te tocará luchar contra ella por mí... —La Uchiha apretó el kunai que tenía en la mano.

     —Este no es el momento, pero, si piensas que todo lo malo ha acabado, no tienes ni idea, Uchiha. Planeo hacerte sufrir hasta el momento de tu muerte. Jamás lo dudes. Nos volveremos a ver. —La pesadez que Kakashi y Nanko habían sentido cuando la escucharon por primera vez, se había ido.

     —Es gracioso porque yo a ella no la he visto... —murmuró ella, sonriendo de lado.

     —¿Cómo puedes no estar temblando ahora mismo? Una loca está, literalmente, yendo a por ti —dijo Kakashi, bastante sorprendido.

     —Boruto dijo que me protegería, confiaré en él. Además, soy una ninja, no me achanto ante nada —explicó Nanko, guardando el kunai.

     —Mejor nos vamos, ¿verdad?

     —Váyase usted, yo me quedaré aquí un poco más. La noche está preciosa. —Nanko se sentó en el césped.

     —No sé si dejarte aquí sola es una buena idea. —El Hatake se sentó a su lado.

     —No quiero sonar brusca, pero, por favor, márchese.

     —¿Por qué?

     —Hoy no es un buen día, seguro que me entiende —dijo ella. Kakashi lo supo enseguida, seguramente tenía que ver con él.

     —Oh, lo siento, está bien, me iré. Ten cuidado. Si estás en peligro, no intentes hacerte la fuerte y corre por tu vida, ¿vale? —Ella asintió.

     El hombre desapareció de la vista de la Uchiha y ella abrazó sus rodillas. Hacía frío, pero no le importaba demasiado. Justo aquel día, se hacían seis meses desde que una de las persona más cercanas a ella había sido asesinada y no podía no recordarlo con dolor.

     Miró hacia el cielo y notó que las estrellas brillaban más de lo normal, no quería atribuir la causa a un muerto, pero lo hizo. Suspiró pesadamente al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas, sentía como si algo rajase su garganta desde dentro y los sollozos comenzaron a escucharse.

     No quería llorar, llorar no iba a arreglar nada, él había muerto, lo sabía. Entonces, ¿por qué lloraba? Dejó que las lágrimas cayeran unos minutos por sus mejillas hasta que se las limpió. Levantó su brazo hacia el cielo e intentó agarrar una estrella.

     —Estoy tan cansada, Takeshi. No encuentro motivos para seguir aquí, pero no quiero morir, soy tan cobarde. —Se estiró en el suelo, poniendo sus brazos detrás de su cabeza. —Me digo que estoy bien cuando no lo estoy. Les digo a todos que no me importa nada incluso cuando lo hace, y mírame ahora, estoy hablando con un muerto... no sé qué está pasando conmigo. Creo que me estoy consumiendo, ¿esto es lo que pasa cuando llevas mucho tiempo viviendo? ¿Esto es lo que significa crecer? De todas maneras quiero que tanto tú, May y Min sepáis que estoy comiendo bien, hago ejercicio a diario e intento llevarme mejor con la gente, creo que os habría gustado verlo...

     Respiró hondo y tragó en seco. Pensó en su hermana, ojalá ser ella. Su vida había sido feliz y, seguramente, jamás pasaría por algo como aquello. Pese a que hablaba de la vida de Sarada como si fuera más fácil, jamás sería capaz de despreciarla.

     —Me iré ya, ojalá volver a veros algún día. Quizá en nuestra próxima vida. —Nanko se levantó del suelo y volvió a la casa de los Uzumakis.

 —Nanko se levantó del suelo y volvió a la casa de los Uzumakis

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Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora