Capítulo 6: El disparo de su voz.

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¿Quién eres, Nanko? Más bien, ¿quién fuiste?

     La Uchiha se despertó súbitamente. No recordaba qué había soñado, pero un sentimiento de angustia recorría cada ápice de su cuerpo. Se levantó de su cama y bajó a la cocina de los Uzumaki. Abrió la nevera, sacó una jarra con agua fría y la dejó en la encimera. Agarró un vaso y se sirvió la bebida, en el momento en el que sus labios iban a rozar el cristal, escuchó una tenebrosa voz, que se le hizo bastante parecida a la suya propia, solo que más ronca. 

     —Ya no eres Nanko, solo un recipiente vacío —susurró alguien. La chica dejó el vaso en la mesa.

     —¿Quién eres? —preguntó la Uchiha, agarrando un cuchillo de la cocina—. No tengo chakra, pero sigo manejando perfectamente las armas.

     —No podrías ganarme con chakra, mucho menos sin él. No te sugiero que hagas algo en mi contra, podrías lamentarlo para siempre. —La voz parecía que se acercaba a ella.

     —¿Qué quieres? —Nanko carraspeó y se concentró en intentar ver al individuo que, por el tono de voz, parecía ser una mujer. —Déjate de tonterías.

     —Yo mandé que extrajeran tu chakra, no quiero otra cosa más que tu sufrimiento.

     —¿Por qué? —La Uchiha levantó el cuchillo frente a ella y agarró otro más por si acaso.

     —Mataste a mi padre —respondió la voz.

     —He matado a mucha gente, sé más concreta.

     —Volveré a por ti, Nanko, no lo dudes. —La pesadez en la que se había sumido la sala había desaparecido y en unos segundos, la luz de la cocina se encendió.

     —¿Estás bien? ¿Estabas hablando con alguien? —preguntó Boruto.

     —Estoy bien, vuelve a dormir y no salgas si escuchas algo. —Nanko caminó hasta las escaleras. Comenzó a subir, pero Boruto decidió llamarla.

     —¿Tienes miedo? —preguntó él, viendo como sus manos temblaban. Ella se miró de arriba a bajo y asintió.

     —Muchísimo —contestó ella, agarrándose a la barandilla.

     —Ven. —Boruto agarró su mano y la llevó hasta su habitación. —Duerme, yo me quedo vigilando.

     —No hace falta, es una tontería —dijo ella. El Uzumaki negó.

      —Nunca he visto miedo en tus ojos hasta hoy, no creo que lo sea. —Nanko miró el reloj de la habitación, eran las tres y diez.

     —No hace falta que lo hagas, estoy bien sola. —La chica sonrió de manera forzada.

     —No puedes estar sola siempre, Nanko, necesitas a algunas personas a tu alrededor. —Boruto suspiró.

     —La soledad no es la ausencia de personas, sino de lazos que te unen a ellas.

     —Entonces necesitas amigos.

     —No —respondió Nanko de manera cortante. Por ella había muerto mucha gente, no quería que él se uniera a esa lista.

     —Yo seré tu amigo, esta vez yo me encargaré de todo. Así que déjame ser tu héroe una única vez, ¿sí? —La Uchiha se sorprendió y sonrió sutilmente.

     —Boruto, muchas gracias. —Nanko se tumbó en la cama. El rubio le tiró una manta a la cara.

     —Tápate, tendrás frío. —Él agarró un kunai y comenzó a girarlo en uno de sus dedos. —Buenas noches.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora