Nanko no paraba de hacerse preguntas, ¿estaba Naruto verdaderamente trabajando para encontrar cómo devolverle su chakra? O, por lo contrario, ¿había decidido dejarlo de lado? Se sentó en la cama y suspiró, no sabía confiar en nadie y, en cierta parte, lo agradecía.
Odiaba no saber qué estaba pasando, cuando no podía controlar algo, se estresaba y, aunque sabía que no debía, desconfiaba de todo y de todos. Siempre le había sido fiel a su Hokage y, por ende, respetaba sus decisiones en su totalidad. Pero en momentos como aquel, no podía evitar pensar que no le era muy relevante el asunto de su chakra.
Era de día, por lo que Naruto no estaba en casa, en realidad, ninguno de los Uzumakis. Bajó a la sala y encendió la televisión, y, lo que vio casi hizo que se cayera al suelo. El Hokage estaba luchando contra un enemigo de la aldea, y ella, para variar, no podía hacer nada.
—Joder —susurró ella, subiendo a su habitación.
Abrió su armario y agarró su katana y algunas armas más. Logró escuchar un nombre proveniente de la sala de estar: Shinki. Como si se tratara de un eco, resonó en su cabeza hasta que desapareció por culpa de un gran estruendo.
Nanko corrió hacia las afueras de la Aldea, donde Naruto se encontraba luchando. No le importaba que alguien la viera, lo único que quería era patear la cara de cualquier persona que quisiese atacar Konoha. Agarró el mango de su katana y apretó los dientes con fuerza.
—No importa lo fuerte que sea, lo mataré. —La Uchiha aceleró el paso hasta que alguien se puso delante de ella.
—No vayas, por favor —susurró Boruto, arrodillándose, mientras su cabeza sangraba—. Está fuera de control, te matará.
—Boruto... —murmuró Nanko, agarrando la cara del Uzumaki entre sus manos. Intentó aplicar ninjutsu médico, pero era inútil. No podía hacer nada por él en aquella situación. Nunca podía hacer nada por nadie cuando era necesario.
—No va a funcionar, lo sabes. —El Uzumaki cayó al suelo. —Para ya... —El rubio se desmayó y Nanko cargó su cuerpo en su espalda.
Se apresuró al hospital y tumbó a su amigo en el suelo de la entrada, casi implorando que alguien le ayudase.
—¡Necesito un equipo médico! —gritó ella. Su madre acudió rápidamente.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Sakura.
—Salva a Boruto. —La médico asintió y se llevó el cuerpo del chico a un quirófano. Nanko corrió de nuevo hacia su destino principal: las afueras de Konoha, donde estaba Naruto.
Sabía que no podía competir contra aquel enemigo en esas condiciones, lo sabía perfectamente bien, pero necesitaba darle tiempo al Hokage. Había pasado de desconfiar de él, a querer salvarle en apenas unos minutos, cuántas vueltas daba la vida.
El no tener chakra, ralentizaba su marcha y hacía que se cansase bastante más rápido que normalmente. Paró unos segundos para recuperar el aliento, se apoyó en sus rodillas y, de repente, una mano se posó en su espalda. Rápidamente, sacó su katana y apuntó a esa persona.
—Joder, casi me das un puto infarto —comentó Nanko. Sarada rodó los ojos. La menor la observó, su ropa estaba hecha jirones, llena de sangre y tenía varias heridas abiertas, sin curar.
—No entiendo qué haces aquí, sinceramente. —La mayor suspiró. Sabía que su hermana no era una criminal, se lo había dicho Boruto, pero, aunque toda la ayuda era poca, Nanko no se encontraba en condiciones de luchar.
—No hace falta que lo entiendas. —Nanko guardó su katana y puso sus manos en la cintura. —¿Qué ha pasado?
—Shinki está fuera de control... ha pasado algo y no podemos contra él. —Sarada se sentó en el suelo, cansada. —Vete ahora, antes de que te vea. —Nanko mordió su labio, sorprendida. ¿Shinki? ¿El Shinki que ella conocía?
—Necesitas ayuda, ve al hospital. Yo, por mi parte, lucharé. Al fin y al cabo sigo siendo una ninja de la Aldea de la Hoja. —Se escuchó una explosión de fondo.
—No puedo convencerte de no ir, así que, ten cuidado, y llévate esto. —Sarada sacó una pequeña daga de su porta armas. —Es de un solo uso, si la clavas, a los tres segundos, un rayo caerá en ese mismo lugar. —Nanko asintió y la agarró. —Ten cuidado. —Ella asintió y corrió hacia el lugar de la explosión.
Mentiría si no dijese que estaba cansada de todo, ¿por qué cuando parecía que algo iba bien, algo aparecía y empeoraba la situación? ¿Qué había pasado para que Shinki hubiese reaccionado así? Y ¿dónde estaba su padre para controlarle?
Unos minutos después, había llegado. La escena era grotesca cuanto menos. Se habían formado montañas de cadáveres de ninjas, con partes del cuerpo amputadas y caras irreconocibles. El Séptimo, parecía estar exhausto. Corrió hacia el joven e intentó clavarle la daga, pero la arena se lo impidió. Él movió su mano con simpleza y la arena arrojó a Nanko hacia una piedra en la que el Hokage estaba apoyado.
—¡Nanko! —exclamó él.
—Séptimo... en una escala del uno al diez, ¿cómo de jodidos estamos? —preguntó ella, sonriendo de lado. Aunque intentara hacerse la dura, Naruto sabía que estaba nerviosa.
—Un nueve coma nueve periódico.
—Pensaba que sería más... —Nanko hizo crujir su cuello, todavía sonriendo. —Llama a Sakura para que traiga mi chakra aquí, debo hacer algo.
—Es imposible que en esas condiciones ganes, deberías mantenerte al margen. —Naruto realizó un Rasengan y se lo tiró al joven.
—Si voy a perder, quiero perder habiendo luchado hasta el final, hasta el mismísimo final. —La Uchiha hincó una rodilla en el suelo.
—Vaya forma tan bonita de decir que te vas a suicidar.
Nanko chasqueó la lengua, qué gran momento para bromear. Aunque, sinceramente, había empezado ella.
—Bueno, ¿qué ha pasado para que se haya transformado en esa especie de monstruo de arena? Esto no es demasiado normal —preguntó la chica.
—Shinki... —Naruto tragó saliva y suspiró hondo. El tema le dolía más de lo que querría admitir, Nanko lo sabía. —Ha matado a su padre, Gaara. —Ella entreabrió la boca, sorprendida.
ESTÁS LEYENDO
Eternal | La hija de Sasuke
Fanfiction2º L I B R O || S A G A S H A R I N G A N 2° Temporada de Mangekyou Sharingan "Sigas o no en esta aldea, siempre serás eterna." Nanko está pasando por la etapa más dura de su vida. La aldea entera piensa que es una traidora y solo Naruto y su famil...