Capítulo 21: Me debo muchas disculpas.

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     El líder de Kara por fin se dejó ver. Bueno, técnicamente, no. Llevaba una capucha que cubría su cara, por lo tanto, Nanko solo tenía una vaga idea de cómo era. Su tez era extremadamente pálida y parecía poseer al menos un Byakugan.

     —Sabía que eventualmente caerías en mis manos —susurró el hombre, acercándose a la Uchiha. Code alzó una ceja—. Te he vigilado durante mucho tiempo. Eres poderosa y terriblemente peligrosa, todo lo que necesitamos en esta organización. —Introdujo sus brazos en la celda y agarró la cara de la chica con sus manos. —¿A qué estarías dispuesta, Nanko? ¿Matarías a tu propia familia si yo te lo pido?

     —Yo ya no tengo familia —contestó ella. Pese a que le tenía a centímetros, no podía ver las facciones de su cara.

     —Muy bien, la respuesta que quería oír. Qué niña tan lista... Eres la clase de persona que necesito. Los mejores guerreros son aquellos que no tienen nada que perder. No te haré ninguna prueba ni pregunta, no creo que sea necesario. Los motivos que te han traído aquí no importan en absoluto. A partir de ahora, tu pasado no existe. —Abrió la celda y dejó que Nanko saliera. —Tu nombre en clave será "Diecisiete". Parece que ya te llevas bien con Code, es una de las personas más importantes de la organización. Trata de no molestarle demasiado. —Rebuscó en uno de los bolsillos de su capa hasta sacar una aguja y tinta negra. Le entregó los utensilios al pelirrojo y asintió. —Ya sabes lo que hacer.

     —Sí —murmuró Code. El jefe se marchó sin mediar palabra.

     —Es él... —susurró Nayru. Nanko frunció el ceño.

     —El diecisiete no es un mal número —comentó el chico—. Siéntate, tengo que tatuarte la cara.

     —¿No vale con el sello de la fuerza de un centenar? Parece un tatuaje. —Nanko se sentó contra la pared.

     —¿Qué te parece aquí? —preguntó él, tocando la zona que quedaba debajo de su ojo.

     —Como veas. Intenta no arruinar mi cara en la medida de lo posible —susurró ella.

     —No hay demasiado que arruinar —masculló Code, sumergiendo la aguja en tinta. Después la introdujo en su piel—. No sé por qué hacemos esto si, al final, se puede borrar con chakra...

     —Bueno, yo diría que es para que los nuevos como yo, sepan distinguir a los miembros de la gente normal —explicó la chica. Él se encogió de hombros.

     Cuando hubo acabado el tatuaje, Code se levantó y le ofreció su mano a la Uchiha cortésmente. No se había fijado demasiado en el atuendo del chico, pero llevaba una especie de traje parecido al de su padre.

     —A partir de ahora somos compañeros, Diecisiete. Aunque con esa cara de palurda seguro que no me sirves de mucho —comentó él. Nanko agarró su mano y se levantó.

     —Yo tendré cara de palurda, pero al menos no soy pelirroja.

     —¡Oye, oye, con mi pelo no te metas! —exclamó él, golpeando el hombro de Nanko.

     —Pues justamente eso es lo mejor que tienes, si tuviera que comentar sobre tu cara... —La Uchiha sacudió su ropa.

     —Creo que no te llevaré a tu habitación, te dejaré aquí y te comerán las cucarachas.

     —¡¿Me vas a comer?! —gritó ella, haciéndose la sorprendida.

     —Oye, ¿podrías cambiar tu cara cuando dices cosas graciosas? Das mal rollo —masculló él, refiriéndose a la cara de aburrimiento que le era intrínseca a Nanko.

Eternal | La hija de SasukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora